“El Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando”. E.J. Couture
Recién graduado de abogado tuve dos opciones inmediatas: o ejercer la profesión o vincularme a la judicatura. Un incidente de “box-ring” con el ministerio público, me alejó del sueño de pensionarme en la rama judicial, aterrizando en el ejercicio profesional del sector privado con relativo éxito.
Luego,con cierta experiencia mezclé el ejercicio con el sector público, sin abandonar la docencia universitaria que me apasionó desde que fui auxiliar de cátedra.
Me encantaba enseñar en la jornada nocturna de la Universidad Libre de Cúcuta, porque los discípulos eran profesionales de distintas ramas y en consecuencia aprendían derecho con distintas lentes.Los médicos aprendían derecho con lupa y bisturí, diseccionando las normas palabra por palabra, cambiando la puntuación a su capricho y adaptando la sintaxis a su jerga.
Los Ingenieros juraban que el Derecho era una disciplina exacta, de cuadrante, escuadra, transportador, reglas, compás y el infaltable borrador de goma.
Los agrónomos y los veterinarios tan engreídos, creían que el principal factor de producción era la tierra y entonces el Derecho era un producto consumible de segunda clase. ¡Vaya, vaya!
Por todo lo anterior estoy totalmente de acuerdo con la columna de mi vecino el Doctor Orlando Clavijo Torrado y su propuesta de la variante por “La Sanjuana-Bucarasica-Aguablanca-Alto del pozo, que reduce los 200 kilómetros actuales a solo 170. Presumo que detrás de su propuesta hay más de cien alumnos ingenieros. Exactamente me sucedió a mi por los años 70s, cuando fui en mi Nissan Patrol, nuevecito, al “Carmen de Nazareth” por el carreteable que les entregó Argelino Durán.
Entonces por recomendación de mis alumnos de la nocturna de Unilibre-Cúcuta que me acompañaron,propuse las variantes El Carmen-Villacaro y de paso la de Villacaro- Cáchira que hoy son una realidad.
Resultó axiomático: para buenos ingenieros nosotros los abogados.Y, al contrario para buenos abogados ellos; los ingenieros.Y…para buenos asesores jurídicos los médicos, que diseccionan hasta los signos de puntuación.¿O no?... Que lo digan José E. y Álvaro H.
Adenda: “Si no hubiera gente mala, no habría buenos abogados” Charles Dickens.
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