Amables lectores: Cada vez que los humanos estamos en crisis experimentamos inicialmente un estado de confusión y salimos de cacería para encontrar un culpable que justifique el origen de esta difícil situación. La sociedad colombiana está enferma de gravedad.
Atraviesa una profunda crisis institucional. Podríamos afirmar que tiene un alto riesgo de septicemia. (Todo está contaminado). Se perdieron los valores y ya no existe la sabiamente llamada por los abuelos: “Sanción Social”.
Dice un niño: “Mamá me invitaron a una piñata y simultáneamente le entrega a la madre una tarjetica de invitación, en bellísimo pergamino. La señora madre sin inmutarse dice: “Qué bueno hijo, debes ir con tu ropa de marca y eso sí mucho cuidado cuando rompan la piñata no te vayan a escalabrar con algún computador portátil que caiga al suelo”.
Es triste ver como el ser humano es valorado “no por lo que es” sino por “lo que tiene”.
Los síntomas aparecieron junto con los primeros grupos irregulares llenos de un deseo de enriquecimiento y dominando por la fuerza en vasto territorio, como nuestra frontera, totalmente desprotegido por el estado. Con el correr de los años los síntomas de la incipiente enfermedad se fueron agravando.
Aparecen en escena los cultivos ilícitos, el narcotráfico, la extorsión, el secuestro, la corrupción en los contratos estatales, la compra – venta de votos, el paramilitarismo, los parapolíticos, la decadencia moral, religiosa y cultural de una sociedad cada vez menos libre pero más libertina. Se imponen los antivalores, los antihéroes, lo vulgar, la cultura del vivaracho, el tramposo y lo más lamentable todos aplauden o como mínimo nos manifestamos indiferentes.
Los niños inocentemente juegan a “ser el Rey”. Para lograrlo muerden, halan el pelo, dan patadas y cuando gritan “soy el Rey”, reciben un buen rodillazo y se acabó el reinado; lo grave es que de adultos quieren seguir con el jueguito eliminando rivales de cualquier forma, con la calumnia, el engaño y hasta con el sicariato. Se siembra odio hacia el rival o hacia las personas que piensan diferente.
Nuestra sociedad convulsiona con dolorosas contracciones y además, está anoréxica, anémica y desnutrida por la poca inversión social, pues la corrupción ha saqueado estos recursos pero infortunadamente no existe sanción o aún más grave no se aplica y el pueblo vende su conciencia y elige, una y otra vez, a estos saqueadores.
Hace muchos años cuando no existía el famoso POT (Plan de Ordenamiento Territorial), hoy más violado que la gallina que aprendió a nadar en un estanque con muchísimos patos, se respetaban los sectores: residencial, comercial, industrial y tolerancia (grilles, bares, etc.). Un padre preocupado por la formación de varios hijos e hijas pequeñas coloca una denuncia porque frente de su casa de habitación ubicaron un grill y hasta altas horas de la noche personas de ambos sexos, presentaban escándalos que muy poco hablaban bien de la conducta de sus autores. El inspector pregunta al denunciante si a él le constaba que el personal femenino era de vida licenciosa. El padre de familia fastidiado y convencido de la ya “vendida conciencia del funcionario” contestó: “Todavía no se ha inventado el putómetro”.