A los miles de problemas de la salud, de los que son víctimas colombianos de todos los estratos sociales, se ha sumado otro dolor de cabeza, que afecta a personas que, al igual que los niños, no tienen quien los defienda: los ancianos, que son más indefensos que un bebé recién nacido, pues en muchos casos están enfermos y a las puertas de la muerte.
Haciendo el papel de filósofo, que se me facilita por los muchos años que he vivido, los últimos de ellos sin el apoyo de mi compañera de toda la vida, quien se encuentra en el recinto del señor, he sostenido que la vejez es un castigo divino, pues la persona pierde la salud, la movilidad y la compañía de los mejores amigos, quienes en mi caso, viajaron a la eternidad hace varios años.
En los medios de comunicación se ha denunciado que la mayor parte de esos lugares denominados con el nombre genérico de ancianatos o geriátricos y en Estados Unidos son denominados ‘’Homes’’, palabra que significa hogares, y no son propiamente lo que se espera de lugares manejados por comunidades religiosas o el inepto estado, donde la gente recluye a los viejos para librarse de ellos luego de que educaron a los hijos, les transmitieron una herencia y a veces, siguen aportando algún dinero para la educación y sostenimiento de los nietos.
Los viejos se convierten en un estorbo, sobre todo cuando se quedan solos y no cuentan con recursos para sostenerse y pagar sus gastos.
Hay casos en que a los pobres ancianos los bañan a la madrugada con una manguera que arroja agua fría y en otros casos se les suministra una frugal alimentación que se parece a la que los nazis les repartían a sus prisioneros en los campos de concentración, una lavaza incomible, solo apta para engordar animales de cría.
Según información publicada en El Tiempo, en visita a varios ancianatos, - en uno de los cuales se encuentra amigo que ocupó altos cargos en la universidad Santo Tomás hasta que cayó en desgracia con el rector de turno,- se ha encontrado un cuadro de película de terror: abandono, negligencia, maltrato, caos administrativo e inexperiencia médica por parte de los funcionarios que trabajan en algunos de los flamantes sitios dedicados a atender a los indefensos viejos.
Para aquellos que se creen a salvo hagan un acto de reflexión y piensen si están lejos de caer en uno de esos sitios donde los llamados ‘’adultos mayores’’ son internados por sus herederos para librarse de ellos. La más mala noticia es que ya ni en la China se respalda y apoya a los antepasados, pues los jóvenes no quieren trabajar en aquellos puestos en que pasaron sus años mozos los abuelos. Días pasados viajé en un taxi, cuyo conductor me contó que su hija mayor no era taxista sino contadora y su segunda hija estaba estudiando idiomas. Se acabaron los tiempos q en que el campo suministraba empleadas domésticas o jardineros y la mayoría de los jóvenes quieren tener una profesión universitaria que la garantice un buen futuro y los aleje del castigo de caer en un sitio donde lo bañen con hielo a la madrugada.
La publicación sobre la pesadilla de los geriátricos señala que muchas personas se ven obligadas a internar en una institución a sus viejos con la esperanza de que los traten bien, pero muchas veces la realidad es distinta. Pero en medio del tenebroso panorama hay una luz de esperanza. Según clasificación internacional, Colombia ocupa el lugar 36 en el índice global de envejecimiento, según el bienestar de los adultos mayores, por encima de la mayoría de los países de la región en cuanto a tratamiento en todos los aspectos de la vejez. No todo, es malo, pues. Pero se debe mejorar.
P.D. El error del presidente Juan Manuel Santos, educado en Inglaterra, es pensar que el presidente Maduro se va a portar como un caballero, pero olvida que era un chofer de bus que llegó a la presidencia por un capricho de la suerte. GPT