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¿Por qué somos así?
En América Latina siempre han ido de la mano los regímenes políticos y religiosos.
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Viernes, 6 de Julio de 2018

Pensando en una razón estructural que pueda explicar porque los pueblos latinoamericanos manifiestan tanta afinidad con el populismo, particularmente el de izquierda, aventuro a hacer una conjetura, que explica, si no de manera total sí en lo esencial, porque somos así, porque contamos con esa base cultural que nos mantiene en el subdesarrollo.

Sabemos que las concepciones religiosas terminan condicionando comportamientos culturales, y viceversa, que explican algunas actitudes ampliamente extendidas. Erich Fromm en su libro “el miedo a la libertad” explica qué en el calvinismo, la corriente religiosa que primó en el desarrollo de los Estados Unidos, a diferencia del catolicismo, todos nacen condenados y todos deben trabajar, sobresalir por su esfuerzo, para lograr ser reconocidos por la divinidad, quien en su infinita piedad se apiade de su alma y la salve. “En el calvinismo … El éxito llegó a ser el signo de la gracia divina; el fracaso, el de la Condenación”, dice Fromm.

Es por eso que en los Estados Unidos quien hace fortuna es admirado y es una inspiración para los demás. Claro, en quien la produce, no en sus herederos; vivir del trabajo de otros, no es bien visto en el mundo calvinista, así sean los padres. En todas las épocas se admiran creadores de fortunas: Thomas Alva Edison, Nelson Rockefeller I, Henry Ford, Du Pont, William Gates III, Steve Jobs, entre muchos otros. Y casi todos, donan la mayor parte de su fortuna. No incluyo especuladores financiadores, que la patología de los empresarios.

Por el contrario, en el catolicismo la pobreza es meritoria, porque garantiza la vida eterna. Entre más suframos en este valle de lágrimas, más nos acercamos al paraíso. La riqueza es vista como la encarnación del mal, citándose siempre la biblia cuando dice que es más probable que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre al reino de los cielos. Pero, en cambio, es bien vista la suerte: si alguien gana una lotería, entre las que se cuentan las herencias, se toma por una bendición de Dios. De ahí la fuerza de los juegos de azar.

El segundo elemento se explica por nuestra historia común. Acemoglu y Robinson en su libro “porque fracasan los países”, definen las economías extractivas, así: “Son extractivas porque tienen como objetivo extraer rentas y riqueza de un subconjunto de la sociedad para beneficiar a un subconjunto distinto”. América Latina, por tener imperios consolidados como el azteca y el inca, permitió a los conquistadores españoles imponer economías extractivas, o de explotación, en estos lares, cosa que no se dio en el norte, donde los indígenas locales eran aún tribus nómadas cazadoras-recolectoras, que no almacenaban nada, característica del nomadismo. Cuando se dio la independencia por estos lares, este modelo siguió en los criollos. En América Latina siempre han ido de la mano los regímenes políticos y religiosos.

Estos dos fenómenos explican porque los pueblos de la América Latina han soportado regímenes extractivos que garantizan el subdesarrollo y la exclusión; en la otra vida, seremos recompensados. La tragedia es que de ese modelo semifeudal del que estamos culturalmente imbuidos, queremos pasar a otro modelo vasallaje, el populismo. Queremos pasar de la relación siervo-patrón a la de seguidor-líder, sin probar la de ciudadanos libres escogiendo su propio destino. México, el gran estado latino norteño cayó otra vez en el populismo de izquierda con Manuel López Obrador, quien moderó su discurso al final. México que sufre de los mismos males registrados arriba, nunca pudo pasar del México insurgente al México institucionalmente democrático; ahora es México indolente. Un nuevo caudillo llegó a la tierra del Chavo. 

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