Y cambios de fase. Aunque parezca un tanto extraña la manera de iniciar esta columna, eso es resultado de una nueva disciplina sobre la aplicación de procesos físicos a problemas sociales, un campo llamado sociofísica.
En física, específicamente en termodinámica, se llama cambio de fase cuando un elemento, digamos agua, cambia de gas o vapor a líquido y de líquido a sólido, y también, como diría una reina, igual, pero en sentido contrario. Cuando se hierve leche, hay que estar pendiente de cuando se empieza a evaporar, porque si no se riega toda. Eso es un cambio de fase.
Ahora, un proceso acumulativo es aquel en el que ese cambio de fase no es progresivo, sino súbito, cuando se alcanza un punto crítico. El agua se calienta y por un gran rato sigue calentándose, pero sigue siendo líquida, pero en cierto momento cuando la temperatura total del agua alcanza alrededor de 100 grados centígrados, se empieza a evaporar y muy rápidamente se vuelve vapor. El punto crítico marca el fin del proceso acumulativo para que se dé el cambio de fase súbito. En conclusión, es un proceso acumulativo con resolución súbita.
La ciudad de Nueva York pasó de ser una de las más peligrosas de los Estados Unidos, a ser una de las más tranquilas. Estudiando el porqué, se encontró que se tomaron muchas medidas para luchar contra la inseguridad, y a pesar de ellas, la seguridad no mejoraba. Pero, de manera inteligente se mantuvieron, y después de algún tiempo, y de golpe, la ciudad mejoró su seguridad. Era otra manifestación de proceso acumulativo. Lo mismo pasará con la vacuna contra el SARS Cov2, se vacuna y se vacuna y no se ve mejoría, hasta que, de súbito, la pandemia se reducirá a mínimos. Eso se da porque son sistemas complejos.
Y parece que ese comportamiento también se da en política. Nos fueron izquierdizando cada día un poquito más, y lo ignoramos diciendo que Colombia siempre ha tenido problemas, pero ahí seguíamos, sin darnos cuenta de que estamos en un proceso acumulativo que súbitamente podía cambiar de fase y meternos en el socialismo del siglo XXI.
La combustión, por otra parte, es también un proceso acumulativo que se da cuando un combustible y un comburente se acumulan hasta formar mezcla apropiada para la combustión, y en ese momento, solo faltará la chispa de ignición para arder. El combustible político ya acumuló la cantidad necesaria; los poderes legislativo y judicial ya hicieron su trabajo de izquierdizar el país, junto con Fecode y los medios de comunicación. El comburente también ya se acumuló a su punto, con un ejecutivo defendiendo un régimen sin un modelo de desarrollo que mejore el empleo y permita a la gente asumir sus necesidades, hundiendo el país cada vez más en el subdesarrollo. Faltaba la fuente de ignición: una reforma tributaria en medio de una pandemia.
Estamos a punto de cambio de fase. Ante la incapacidad manifiesta del actual gobierno, el fracaso estruendoso del modelo de estado que desarrollaron las Cortes con la excusa del modelo social de derecho surgido de la Constitución de 1991 y la clara amenaza a la seguridad ciudadana de una estrategia de desestabilización económica, social y política, es deber de los ciudadanos asumir su propia defensa. Y la forma de evitar el cambio súbito es salir a la calle. La calle ha sido históricamente el sitio donde se definen los estados cuando éste pierde el control, bien sea por un enemigo que le gano la iniciativa o por explosión popular, o por ambos como en Colombia hoy. El que se gana la calle, lleva la iniciativa. Hoy la lleva el socialismo, por eso todos a la calle a evitar la debacle y a presentar un contrapliego que nos oriente hacia el desarrollo y nos saque de la ruta venezolana. Las camisetas blancas debemos organizarnos para enfrentar las camisetas rojas.