Critiqué la demora en suspender los vuelos internacionales, pues por allí estaba entrando el coronavirus desde España e Italia, en manifiesto detrimento del país. Posteriormente se dieron ciertos enfrentamientos entre decisiones de Gobernadores y Alcaldes con directrices presidenciales. Regir los destinos de una Nación no es fácil, es titánica labor que requiere mesura paciencia y humildad para aceptar y reconocer errores.
La verdad, todos debemos remar en la misma dirección, sin protagonismos particulares, pues es un mismo fin común el que nos guía, el bienestar del pueblo colombiano, las políticas, en lo posible deben ser concertadas, bajo la órbita del Presidente.
Hemos adoptado políticas para combatir esta epidemia, que tantas muertes puede causar de amigos, conocidos, desconocidos y en especial familiares, pues el virus no respeta condiciones sociales, se da igualmente en pobres y ricos, ahí no vale el dinero, siendo este el momento para reflexionar porqué tanta indisciplina social, tanta gente en la calle.
Ciertamente, hay mucha gente necesitada, que aguanta hambre y allí ha salido a flote la solidaridad nacional , para ayudar a sobrellevar esta situación a muchas personas, que viven del rebusque diario, el confinamiento genera parálisis económica por carencia de ingresos en periodistas, abogados litigantes que no tienen ingresos fijos, restaurantes, comercio y muchos ciudadanos, pero, vale la pena preguntarnos, es un sacrificio duro, pero, se busca evitar una pandemia nacional, de allí que si bien se afectan muchos hogares, es mejor, enfrentar esta crisis, que si persiste la burla sistemática de la ciudadanía en salir, se traduciría inexorablemente, en perder el sacrificio de estar guardados en nuestros hogares, donde en compensación hemos disfrutado momentos familiares, con hijos y se genera la capacidad de inventar actividades para ocupar en familia el tiempo disponible, que generalmente no nos permite disfrutar a la misma.
Ha fallado el control y algunos alcaldes y gobernadores han tomado medidas individuales, pero, esa debe ser clara política nacional, darse la pela, en el sentido de sancionar severamente, a quienes generan indisciplina social, que carecen de elementales nociones de solidaridad, fallamos en aspectos como son, la convivencia social, la hermandad, el cariño y amor a nuestros familiares o al prójimo, olvidamos un aspecto esencial del ser humano como es la fraternidad y por encima de todo, el saber compartir y vivir en comunidad.
Toda comunidad tienen reglas para saber vivir, compartir, fijar responsabilidades y mando, con sanciones sociales a los infractores de ellas, a los que cometen delitos y esta es clara evidencia de desorden social y desacato a las medidas de confinamiento, que pueden conllevar a una expansión desproporcionada del virus, en detrimento de toda la ciudadanía, acciones enmarcadas como delito en el Código Penal.
Esta debe ser aplicada por policía y ejército, de castigo, por desconocer el grave peligro social que generan, pero la orden debe ser impartida por el presidente.
Ojalá no sigamos el ejemplo de Trump, de privilegiar la economía sobre la salud, dándose 1480 muertes ayer 4 de abril; otro caso es el del Brasil, que relegó de sus funciones al presidente por falta de autoridad, sin ir a extremos como el de Perú que exoneran a Policía o Militares que maten o hieran, a quien viole la cuarentena, o peor aún, en Filipinas con orden de matar a quienes incurran en ese desacato.
Respetemos las normas, por el bien común y permanezcamos en casa. Los niños son los más sacrificados, soportan estoicamente el encierro, sin parques, clase en jardines o colegios, sin recreación, sin salir a la calle y los adultos irresponsables no miran este ejemplo.