En los últimos años, la llamada izquierda ha tenido como objetivo atacar a Álvaro Uribe y todo lo que él representa, estrategia que le ha dado resultados porque el ex presidente ha sido afectado política y personalmente de manera severa.
El constante ataque al uribismo por corrupción e incapacidad para solucionar la desigualdad social ha producido una gran inconformidad y, en consecuencia, una desconfianza en las instituciones públicas y privadas.
En ese escenario se desarrollaron las elecciones del 29 de marzo en las que Petro mantuvo como estrategia arremeter contra todo lo que significara uribismo, de suerte que su oferta de cambio se reducía a sacar al Centro Democrático del juego.
Pero, inesperadamente, un candidato independiente con una personalidad extraña a la de los políticos tradicionales representó para millones de colombianos un verdadero cambio. Paradójicamente, el señor Petro pasó a ocupar el lugar de la política anticuada, tanto más porque en su afán por desterrar al uribismo recogió sin miramientos a los que se decían sus enemigos. Allí se le colaron ejemplares auténticos de la politiquería y la corrupción.
El señor Petro quedó como el boxeador al que le quitan la pera de los entrenamientos. Su discurso perdió vigencia y por eso ha ido maquillando sus propuestas para no despertar miedo, y recuperar el terreno ganado por el contendor con su actitud desenfadada y ofrecimientos escuetos, como quitarle las chequeras oficiales los ladrones; suprimir lujos y gastos innecesarios del gobierno; disminuir el impuesto del IVA, favorecer a la comunidad LGTB y otros similares.
Al candidato Rodolfo Hernández le hacen acusaciones desde el Pacto Histórico por su manera de ser y por una denuncia en su contra cuando era Alcalde de Bucaramanga. Pero, varias actuaciones de Hernández han puesto en evidencia las grandes diferencias que existen con Petro que, ahora, aparece como el vocero de la política clientelista.
Petro recibió los resultados de las elecciones en el Salón Rojo del Hotel Tequendama rodeado por políticos de la vieja guardia que el pueblo detesta. Rodolfo Hernández, en cambio, se pronunció desde la cocina de su casa sin acompañamiento ninguno.
Hernández no ha hecho concentraciones, ni repartió camisetas, ni comidas, ni licores. Anunció que no cobrará la reposición de votos sino por el valor de sus gastos electorales que calcula en unos tres mil millones de pesos. La otra campaña, que se aprovechó de la Consulta Popular para obtener el dinero estatal, sí cobrará la inmensa suma que ha costado su campaña.
No hay duda de que Petro es un político experimentado y su discurso está adornado de sofisticados conceptos que enredan al que lo escucha. Hernández, por el contrario, propone ideas fácilmente comprensibles, y muestra como experiencia el éxito de su actividad privada y su paso por la alcaldía de su ciudad que la liberó de concejales deshonestos.
En definitiva, el doctor Petro sigue en su intento de implantar el Socialismo del Siglo XXI, así lo revista de artilugios engañosos para tomarse el poder sin término definido. Hernández propone mejorar lo que existe en Colombia y bregar por disminuir la pobreza fomentando la empresa privada con el apoyo del gobierno.
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