La obra de ingeniería más importante que ha hecho Colombia en toda su historia es la generadora de electricidad de Hidroituango, y el año termina con una polémica muy colombiana, muy de nuestra cultura, el rifirrafe de días entre el alcalde de Medellín y el director nacional de Riesgo en definir si funciona o no. El único problema es que de por medio están muchas vidas, no más de ahí. Una de las mejores charlas que tuve ocasión de escuchar este año que termina fue en un elegante sitio de Bogotá, las tertulias de Gloria Luz Gutiérrez, en la que el invitado fue el columnista Juan Esteban Constain, quien mencionó una de las más brillantes definiciones de lo que es Colombia a un joven periodista alemán intrigado por la historia de este país: si usted quiere saber y entender lo que es Colombia, vaya a la Línea, e imagínese lo que sería un bus sin frenos bajando esa montaña. Algo de eso sucede con Hidroituango cuando se escucha la polémica entre los dos funcionarios.
El director Javier Pava asegura que cuando entiendo que las 6 turbinas empiecen a funcionar, algo así expresaba en unas declaraciones a la radio que lastimosamente no las escuché bien – le dije al taxista que si podía subir el volumen al radio, quien no estaba con el mejor ánimo de Navidad, y me dijo que ese tema lo tenía “mamado” – y decía el director que esa montaña puede llegar a tener una trasformación geológica importante, que podría llegar a tener una alteración tan importante que podía generar una gran tragedia, y por ello había que evacuar urgente la población que estaba abajo en la montaña. Y ahí sigue el rifirrafe entre los dos funcionarios, en donde la respuesta del alcalde Quintero, de no ser cierta, podría ser hasta desafortunadamente trágica: “Es que el director está haciendo es política”. Que tal que no, que las alertas del director sean ciertas.
Lo que está ocurriendo con esta obra, es uno de los temas muy nuestros decía, la diferencia cuando las obras se hacen bien y las que se hacen mal. Hace un par de años le preguntaba a un ingeniero sobre las razones por las que el puente de Chirajara se había caído en la vía a Villavicencio y la respuesta fue muy puntual: “No le pusieron el hierro que requería porque se lo robaron”. Por eso se caen muchos puentes en Colombia, no es nada nuevo. Creo que fue una imagen de este año que mostraba en Buenaventura el momento en que se inauguraba una obra, para colmo creo que era un hospital, y en el momento de los discursos se cayó. Y para no ir tan lejos, se está construyendo la primera línea del metro de Bogotá, y a hoy, aún no sabemos si será aéreo o subterráneo como lo quieren desde la Casa de Nariño.
Hace poco leíamos una excelente columna en el Tiempo de Germán Vargas Lleras en la que aseguraba que en Bogotá estábamos casi que secuestrados en temas de movilidad, puesto que no teníamos cómo salir ni por eso que llaman autopista norte, ni por la del sur, ni por el occidente. Hoy una familia en Bogotá que sale de fin de semana a tomar algo de sol a Melgar, pierde las horas de descanso con el regreso en horas de la noche a la capital. Mejor ir a Cartagena. Un día encontré una pareja de turistas holandés y alemana en Bogotá, los invitamos a una reunión en una finca en el norte, y cuando salíamos por la autopista el holandés hizo lo mejor, apenas se reía. En fin, Feliz Navidad, y pidámosle a los Reyes Magos que lo de Hidroituango salga bien. Ese ya sería un buen regalo de Navidad para Colombia.
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