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Regalías, desarrollo y ciencia regional
¿En Colombia, hemos entendido el papel de la Ciencia, la Tecnología  y  la  Innovación?
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Viernes, 28 de Abril de 2017

El  gobierno  central decidió trasladar 1,5 billones de la inversión en Ciencia, la Tecnología  y  la  Innovación  (CTI),  por  una  única  vez,  para  la  construcción  de  vías  terciarias. En Norte de Santander el traslado será de 70 mil millones de la vigencia 2015-2016.

Aunque para el avance del país y la región  las  vías  terciarias son un aspecto importante, surgen  preguntas fundamentales cómo: ¿En Colombia, hemos entendido el papel de la Ciencia, la Tecnología  y  la  Innovación  en  el  desarrollo económico y social?, y ¿en Norte de Santander,  contamos  con  las  capacidades  investigativas  institucionales para responder  a  los  retos  regionales?  

Enfrentar  estas  preguntas requiere de  sensibilizarnos  y  concientizarnos  sobre la verdadera prioridad que  tiene  el  generar  conocimiento  para  garantizar  el  desarrollo humano y con ello un mejor futuro.

Para  los  jóvenes  que  hoy tienen 20 años resultará interesante saber que con su nacimiento también nació el propósito de “liberar la creatividad  de  nuestra  gente  y  asegurar un profundo progreso social y cultural del país”, según lo expresaba el presidente César Gaviria, en 1996.  

Para el logro de este objetivo, el  Gobierno  Nacional  reunió  a  los  más  prominentes  intelectuales  de  la  época.  El  resultado,  un  documento  con las consideraciones y directrices para hacer el sueño realidad:  “Colombia  al  Filo  de la Oportunidad”.  En este escrito, Rodolfo Llinás, reputado neurocientífico, profesor de  la  Universidad  de  Nueva  York, definía a la ciencia cómo la hija de la educación, y a la tecnología cómo la hija de la ciencia.    

Destacaba  que  la  educación, ciencia y tecnología, serían los ejes del futuro del  país  en  el  siglo  que  hoy  vivimos, el siglo 21. Resaltaba que era necesario abordar la  pedagogía  del  entender,  más  que  la  del  memorizar.  “La diferencia entre el saber y  entender,  es  monstruosa.    

La  ciencia  hay  que  hacerla,  entenderla  y  consumirla.  

Si  ella  no  se  consume,  mediante  el  desarrollo  tecnológico,  o  la  educación,  se  crean  científicos  frustrados  o  intelectos  excéntricos sin uso social”, aseguraba.

Para  hoy,  con el sueño de la misión  de  los  sabios algo no salió como debía. Entre las razones podríamos principalmente  mencionar  dos. La primera: tenemos una de las más bajas inversiones en Ciencia en la región, menos  del  0,5%  del  PIB.  Esto  ha  traído  como  resultante  que  tengamos  un  número  bajísimo de profesionales con el título de Ph.D. o Doctor, al igual  que  centros  de  investigación  de  excelencia  que  puedan  agenciar  ciencia  del  más alto nivel.  La segunda: no estamos atentos a integrar el conocimiento que la ciencia “criolla”  genera,  particularmente en lo público.  Y tal vez esto se deba a que los científicos sin el apoyo de una sociedad, formada e informada en ciencia, no somos actores sociales influyentes en  ámbitos  fuera  de  lo  académico.

La  consecuencia  para  muchos  intelectuales  es vivir y trabajar fuera del país. La consecuencia para las regiones: depender de tecnologías importadas, inoperantes en el contexto, y sobrevaluadas que consumen nuestros  impuestos.  La  consecuencia  para el desarrollo social: una brecha en la producción de conocimiento nuevo y útil para el entendimiento de nuestra realidad.  

Un triunfo de la intuición y el empirismo.  Todo esto como resultado de no incorporar el pensamiento científico a la solución de nuestros retos regionales y al incremento de nuestra competitividad.

Sintonizar el discurso científico y el discurso político de la administración pública, requiere más qué un dialogo de saberes. Requiere que los tomadores de decisión públicos conozcan y valoren las capacidades  científicas  existentes.  En  Norte  de  Santander  contamos  con  12  Universidades, 2 públicas (UniPamplona y  UFPS)  y  10  privadas  (Libre,  ISER,  Antonio  Nariño,  CUN,  UniMinuto,  Fundación  San  Martín,  Autónoma  del  Caribe,  UDES,  Santo  Tomás,  Simón  Bolívar).    Según  el  observatorio  Colombiano de Ciencia y Tecnología en su informe  de  indicadores  2016,  en  2015  estas  12  universidades  sumaron  89  grupos  categorizados  en  Colciencias.  

De  estos  grupos,  29  (32%),  tuvieron  productos  de  divulgación  científica  cómo  artículos,  tesis,  participación  en  eventos, entre otros.  En el mismo año, al departamento le concedieron 10 pa-tentes de 35 presentadas, y 30 nuevos registros  de  software.    Según  ISI  web  of  Knowledge,  las  10  áreas  con  mayor  producción  científica  de  alta  calidad  en  la  región  son:  Ingeniería,  Química,  Ciencias Computacionales, Agricultura, Medicina Tropical, Biodiversidad, Física, Ciencia  y  Tecnología,  Matemáticas  y  Farmacología.  Esta es una muestra que existe  competencia  científica  regional  en  áreas  de  gran  importancia  para  el  desarrollo.  Más  aún,  a  pesar  que  no  tenemos  una  masa  crítica  de  doctores  y  que  el  departamento  es  joven  en  lo  científico,  existe  en  nuestra  gente  el  fervor del saber, hacer y ser.  

El futuro se podría avizorar cómo promisorio, si consideramos que 15.000 niños, niñas y jóvenes en 2015, hicieron parte  del  programa  de  fomento  de  la  investigación  Ondas  de  Colciencias.    Esta  es  la  semilla  para  el  porvenir  científico de nuestra región. Armonizar sus sueños alrededor de la Educación, la Ciencia, la Tecnología y la Innovación será  tema  de  discusión  obligado  en  la  agenda política de un departamento en el que la exclusión social ha repuntado en los últimos años.

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