El gobierno central decidió trasladar 1,5 billones de la inversión en Ciencia, la Tecnología y la Innovación (CTI), por una única vez, para la construcción de vías terciarias. En Norte de Santander el traslado será de 70 mil millones de la vigencia 2015-2016.
Aunque para el avance del país y la región las vías terciarias son un aspecto importante, surgen preguntas fundamentales cómo: ¿En Colombia, hemos entendido el papel de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación en el desarrollo económico y social?, y ¿en Norte de Santander, contamos con las capacidades investigativas institucionales para responder a los retos regionales?
Enfrentar estas preguntas requiere de sensibilizarnos y concientizarnos sobre la verdadera prioridad que tiene el generar conocimiento para garantizar el desarrollo humano y con ello un mejor futuro.
Para los jóvenes que hoy tienen 20 años resultará interesante saber que con su nacimiento también nació el propósito de “liberar la creatividad de nuestra gente y asegurar un profundo progreso social y cultural del país”, según lo expresaba el presidente César Gaviria, en 1996.
Para el logro de este objetivo, el Gobierno Nacional reunió a los más prominentes intelectuales de la época. El resultado, un documento con las consideraciones y directrices para hacer el sueño realidad: “Colombia al Filo de la Oportunidad”. En este escrito, Rodolfo Llinás, reputado neurocientífico, profesor de la Universidad de Nueva York, definía a la ciencia cómo la hija de la educación, y a la tecnología cómo la hija de la ciencia.
Destacaba que la educación, ciencia y tecnología, serían los ejes del futuro del país en el siglo que hoy vivimos, el siglo 21. Resaltaba que era necesario abordar la pedagogía del entender, más que la del memorizar. “La diferencia entre el saber y entender, es monstruosa.
La ciencia hay que hacerla, entenderla y consumirla.
Si ella no se consume, mediante el desarrollo tecnológico, o la educación, se crean científicos frustrados o intelectos excéntricos sin uso social”, aseguraba.
Para hoy, con el sueño de la misión de los sabios algo no salió como debía. Entre las razones podríamos principalmente mencionar dos. La primera: tenemos una de las más bajas inversiones en Ciencia en la región, menos del 0,5% del PIB. Esto ha traído como resultante que tengamos un número bajísimo de profesionales con el título de Ph.D. o Doctor, al igual que centros de investigación de excelencia que puedan agenciar ciencia del más alto nivel. La segunda: no estamos atentos a integrar el conocimiento que la ciencia “criolla” genera, particularmente en lo público. Y tal vez esto se deba a que los científicos sin el apoyo de una sociedad, formada e informada en ciencia, no somos actores sociales influyentes en ámbitos fuera de lo académico.
La consecuencia para muchos intelectuales es vivir y trabajar fuera del país. La consecuencia para las regiones: depender de tecnologías importadas, inoperantes en el contexto, y sobrevaluadas que consumen nuestros impuestos. La consecuencia para el desarrollo social: una brecha en la producción de conocimiento nuevo y útil para el entendimiento de nuestra realidad.
Un triunfo de la intuición y el empirismo. Todo esto como resultado de no incorporar el pensamiento científico a la solución de nuestros retos regionales y al incremento de nuestra competitividad.
Sintonizar el discurso científico y el discurso político de la administración pública, requiere más qué un dialogo de saberes. Requiere que los tomadores de decisión públicos conozcan y valoren las capacidades científicas existentes. En Norte de Santander contamos con 12 Universidades, 2 públicas (UniPamplona y UFPS) y 10 privadas (Libre, ISER, Antonio Nariño, CUN, UniMinuto, Fundación San Martín, Autónoma del Caribe, UDES, Santo Tomás, Simón Bolívar). Según el observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología en su informe de indicadores 2016, en 2015 estas 12 universidades sumaron 89 grupos categorizados en Colciencias.
De estos grupos, 29 (32%), tuvieron productos de divulgación científica cómo artículos, tesis, participación en eventos, entre otros. En el mismo año, al departamento le concedieron 10 pa-tentes de 35 presentadas, y 30 nuevos registros de software. Según ISI web of Knowledge, las 10 áreas con mayor producción científica de alta calidad en la región son: Ingeniería, Química, Ciencias Computacionales, Agricultura, Medicina Tropical, Biodiversidad, Física, Ciencia y Tecnología, Matemáticas y Farmacología. Esta es una muestra que existe competencia científica regional en áreas de gran importancia para el desarrollo. Más aún, a pesar que no tenemos una masa crítica de doctores y que el departamento es joven en lo científico, existe en nuestra gente el fervor del saber, hacer y ser.
El futuro se podría avizorar cómo promisorio, si consideramos que 15.000 niños, niñas y jóvenes en 2015, hicieron parte del programa de fomento de la investigación Ondas de Colciencias. Esta es la semilla para el porvenir científico de nuestra región. Armonizar sus sueños alrededor de la Educación, la Ciencia, la Tecnología y la Innovación será tema de discusión obligado en la agenda política de un departamento en el que la exclusión social ha repuntado en los últimos años.