Los resultados de la visita del Papa lo dice todo: durante los cuatro días de visita del pontífice los delitos de alto impacto en el país bajaron en un 84%. Otros actos contra la ley bajaron cerca del 70%.
La conclusión salta a la vista: los ladrones también son feligreses que durante la visita del Sumo Pontífice lo respetan, le rezan, probablemente le piden perdón por todo lo que han hecho en extorsiones, robos, calumnias, falsos positivos y todo lo demás.
Es probable que los de Odebrech y Reficar también se hayan comulgado y arrodillado y le hayan prometido al Papa que no lo van a volver a hacer.
Claro, en el fondo saben que con lo que se robaron ya no necesitan más. Probablemente el “Ñoño“ Elías, de rodillas en la cárcel La Picota, le haya jurado al máximo prelado que vino de Roma, que nunca más va a patrocinar otro cartel de la hemofilia en su tierra de Córdoba, y probablemente prometió que no le volverá a meter la mano al ICBF para que los niños no mueran más de hambre.
Deberíamos invitar al papa con más frecuencia a Colombia, y en la próxima deberíamos traerlo a Cúcuta ojalá un par de semanas.
En el país los homicidios se reducirían o no habrían atracos, ni extorsiones y el país al fin se acercaría a aquello que en alguna ocasión dijo el poeta Victor Hugo, cuando leyó una constitución nuestra, que si todo lo que decía allí se cumpliera este debería ser un país de ángeles.
Si el Papa viniera a Cúcuta tendríamos la oportunidad de hacer por fin un POT decente, muy seguramente por esos días no tendríamos jueces al borde de terminar presos, los niños de los colegios por lo menos durante la visita del Papa podrían alimentarse con el programa del PAE sin riesgos de que le aparezcan cucarachas en el almuerzo, algunas personas no irían a La Picota porque estarían ocupadas rezando y de pronto, hasta el Cúcuta deportivo empezaría a ganar los partidos para su ascenso a la A.
Necesitamos que el Sumo Pontífice nos visite pronto.
En estos días se van a cumplir 500 años cuando un monje protestó por la venta de indulgencias que en esa oportunidad hacía la iglesia de Roma.
Martín Lutero no soportó más el que el pecador tuviere la oportunidad de comprar su salvación, y por ello, a la entrada de una iglesia de Alemania colocó 97 escritos de denuncia y ahí empezó la revolución más grande que haya tenido la iglesia en toda su historia.
Ese fue el comienzo del protestantismo. A mí que ni rezo ni me arrodillo, aún así el papa argentino me parece un hombre honesto que ha dicho cosas interesantes como la encíclica contra el consumismo. Por todo ello lo necesitamos aquí en Cúcuta.
Es muy probable que uno de los cucuteños ejemplares, que debió ir a todas las misas del Papa en su reciente visita, y de pronto tuvo la oportunidad de recibir la comunión directa del pontífice argentino fue el subcontralor de Cúcuta, quien llegó en un estado de purificación celestial tal que tan pronto se bajó del avión y tocó tierra motilona dijo que aquí no había corrupción. Gesto loable y ejemplar del funcionario, pero parece que las hostias le hicieron daño. Recemos para que venga pronto el Santo Padre a Cúcuta.