Amables lectores: Ciertamente, al terminar un año, nos llenamos de incertidumbre ante las posibles situaciones que vivenciaremos a lo largo de los próximos 12 meses. Continuaremos con ánimo, gracias a la maravillosa capacidad que posee el ser humano de soñar, siempre con la idea de ver un mañana mejor.
Pero ¿Qué tal que no fuera de ese modo? La depresión acabaría con ese optimismo y nuestro espíritu de lucha perdería todo su encanto. Partiendo de verdades, veamos lo que podemos esperar en el ámbito local. Cúcuta es la tercera ciudad del país con mayor tasa de desempleo (14%). Con altísima informalidad laboral y en los últimos meses con migración creciente de venezolanos en busca de empleo, desplazando de los pocos existentes a los raizales nortesantandereanos. Cuando el sector privado entra en crisis, el motor de la economía regional debería ser la inversión social oficial pero carecemos de proyectos viables para jalonar recursos. Lamentablemente, nuestros gobernantes y dirigentes políticos con sus cerebros virginales, tal vez propongan reformar algunas estrofas de las “Brisas del Pamplonita” pero nada de iniciativas ni estrategias para crear empleo formal y mejorar el vivir ciudadano.
No hay certeza de recursos nacionales para invertir en mejorar la destruida malla vial, impidiéndonos ser competitivos, simplemente por fletes, con otros departamentos. Lo único que con certeza crecerá será el contrabando, por el diferencial de precios existente entre productos de origen venezolano y los producidos en Colombia. Veremos llegar más combustible, ganado en pie y canal, arroz, harina, pastas y otros insumos, que solo son chequeados por nuestras autoridades para observar si pagan o no “la coima”. La corrupción, que viene engordando desde años anteriores, tampoco entrará en dieta durante 2017. Iniciará el año comiéndose gran parte de los nuevos recursos presupuestales y los culpables solo recibirán por parte de las autoridades de control una “exhaustiva investigación “.
Las finanzas deprimidas de los cucuteños serán devoradas por el altísimo impuesto predial vigente, alzas en servicios públicos y canasta familiar. La delincuencia será más vigorosa con la llegada a la ciudad de hampa venezolana, sin oficio en la vecina República.
Nuestra justicia seguirá cojeando y como dijo un gran jurista: “Las leyes se les aplicarán a los enemigos y a los amigos se les interpretarán”.
Ante tanta oscuridad ¿Qué podemos esperar? Qué quienes nos gobiernan recobren la cordura, la honorabilidad y honradez buscando la sabiduría para trabajar por el bien de la comunidad que los eligió y no en busca solo de su enriquecimiento. Con el pasar de los años las empresas y las personas que realizan actividades repetitivas pueden caer en la rutina y entrar en ella es echar anclas, dejar de crecer y de progresar en aras de no desacomodarse. “Renuévate”, pues una mente no renovada es aquella que no visualiza nuevos y mejores horizontes ni experimenta sensaciones diferentes, se conforma con lo que hace y posee, no construye, no crea, solo se queja y critica, su mundo es limitado.
Les contaré una historia. Un campesino encontró en una montaña un huevo de águila dorada y lo llevó al corral de las gallinas y allí fue empollado. Al cabo de los días nació un polluelo que creció como una gallina más de ese gallinero. Un día alzó los ojos al cielo y vio una hermosa ave volando. Preguntó a la gallina vecina qué clase de ave era esa hermosura y esta respondió: “Un águila dorada”. La pobre criatura murió creyéndose gallina sin intentar volar.
¿A cuántas personas les acontece algo similar?
Renuévate es decir reinvéntate. Construye una nueva imagen no solo en el aspecto físico como las señoras cincuentonas con cirugías plásticas sino cambia en el “pensar” porque esto impacta en el obrar. Construye nuevas oportunidades. Recuerda que el pasado pasó. El futuro aún no llega y por lo tanto tampoco existe. Lo real es el aquí y ahora. Todo está en nuestras manos: “Renuévate”.