No se hizo la miel para la boca del asno es viejo aforismo que muestra el momento tan absurdo que vive el país, gracias a feroz oposición que no encuentra nada bueno y no ha dejado dormir en paz, ni un minuto, a un presidente que no es el mejor del mundo pero tampoco el peor. Ha quedado demostrado que la democracia no es buen sistema político para Colombia, que según las encuestas, tan de moda en estos tiempos, está inclinada hacia la mano dura y no es amiga de las debilidades propias de la democracia. No somos tierra fértil para lo bueno sino para lo malo.
Por eso, ser presidente de la república no es fácil. Aunque me gustaría la parafernalia del cargo, incluyendo el avión presidencial, no quiero estar en el pellejo de Juan Manuel Santos. Después de hacer toda clase de maromas, inclusive pelear con quien fuera su amigo político, el expresidente Álvaro Uribe, le ha tocado lo peor del pastel: nada menos que una oposición cerrera, que no le perdona ni una, como se dice popularmente, y un cúmulo de problemas, que incluyen, entre otros, una huelga de maestros, un paro en el Chocó, un arrume de peticiones de Buenaventura, un desfile permanente de educadores y la compañía de un grupo de lagartos.
El poder es muy solitario. Un día me encontré en un funeral al expresidente Belisario Betancur, quien iba solo, con un escolta y sin ningún amigo. Un espectáculo que contrastaba con lo que ocurría cuando repartía embajadas, consulados y condecoraciones.
La actualidad colombiana es de novela de terror. Un exmandatario enfermo, con ayuda de varios medios de comunicación que le debían favores, se dedicó desde el primer día del mandato de Santos a regar toda clase de calumnias, la peor de las cuales, como acaba de señalarse, es la de vaticinar que Colombia se dirige hacia una dictadura castrochavista, un engendro ideado por Álvaro Uribe, quien resultó mejor inventor que el desaparecido Goebbels, el pontífice del nazismo, quien ideó aquello de que mientras más grande sea la mentira más la cree la gente. Y así ha sido: los ignorantes creen que el comunismo está a la vuelta de la esquina y se va a apoderar de casas, fincas, carros y dinero. Lo curioso es que quienes más tiemblan son los que nada tienen, pero esa es la mentalidad de un país que cree todos los infundios que inventa el hombre del Ubérrimo, finca en donde se fundaron los paramilitares.
Uribe, a quien respeté en épocas lejanas, ha logrado lo imposible: acabar con la cordialidad entre las gentes y sembrar el miedo, como se comprobó en el plebiscito, que perdió el gobierno por la falta de gerente capaz que desmintiera los infundios de grupo de extrema derecha que lo único que busca es regresar al poder. ¿Para llevarnos a la prosperidad? No. Para volver a épocas que creíamos superadas y que nos retrocederían a los horribles momentos en que el país iba con los ojos abiertos hacia una guerra civil. Dios nos tenga de su mano y no permita que caigamos en un abismo como el que abandonamos gracias al Frente Nacional, que acabó con los odios. Ojalá los colombianos no oigamos los cantos de sirena que nos ofrecen mano dura y una dictadura como la de Laureano Gómez. Sería retroceder el almanaque. GPT