Esos y muchos más calificativos le caben al abusivo y grosero mecanismo de control de la velocidad en la avenida que del municipio de Los Patios conduce a Cúcuta pasando por los cementerios.
Es por demás grotesco ver a un par de muchachos sin ninguna autoridad oficial ubicados sobre el espacio público, al lado de la vía y con una simple tienda para el sol con la cámara pescando a incautos infractores; los señalamientos previos al sitio de detección son apenas visibles casi que a propósito para poder “pescar” un mayor número de clientes para sus patrones.
Por supuesto que los viajeros que se acercan a la ciudad por primera vez y que no tienen ni idea del ridículo sistema son los más fáciles de captar y sancionar.
En el sitio escogido para el “negocio” existe un puente peatonal con vallas en el separador para obligar al transeúnte a usarlo y evitar accidentes que es en últimas lo que busca el (los) funcionarios que muy preocupados montaron el grotesco método.
Era de esperarse que, en muy juiciosas y sesudas reuniones con los técnicos de la movilidad, decidieran el límite de velocidad que mejor los favoreciera: ridículos 30 Km de velocidad máxima en una vía que se encuentra en buen estado, con amplia visibilidad y que permite rodar con una velocidad adecuada y que no le haga daño al peatón que además, cuenta con un puente seguro y en buenas condiciones.
Son decisiones tomadas por los administradores de una colectividad que los eligió para que velen por su bienestar y progreso; se espera que ese progreso sea para el ciudadano común que todos los días tiene que cumplir con horarios de trabajo y no para el beneficio de unos pocos que una vez elegidos se amangualan para sacar el beneficio propio.
Es la oportunidad, ahora que vienen los comicios electorales, fijar bien la mirada y escoger, si no hay buenos, al menos malo…
Y el pecado capital en este tipo de decisiones administrativas y que se ha convertido en vil costumbre, es hacer negocios y contratos a largo plazo.
Significa mayor ganancia para unos pocos, de recaudo inmediato y con la criminal intención de no dejarle chance a los próximos.
La ley, por supuesto, diseñada por otros pocos mañosos, permite este tipo de abusos y afrentas contra el inerme pueblo que resignado y en manos de semejantes aves de rapiña tienen como solución bajar la mirada y el consuelo bobo de tomar la desolada y desértica senda de la resignación.
Los sucesivos y sempiternos abusos del poder son el caldo de cultivo para crear una sociedad que en medio de una impotencia soterrada y al acecho, espera con resignación y esperanza a los verdaderos líderes que cambien las abusivas y criminales formas que nos han gobernado desde siglos atrás.