Semana Santa es una época para estar en familia, compartir y reflexionar. Es el momento perfecto para realizar un ejercicio de introspección para analizar cómo podemos ser mejores personas, padres de familia, hijos, amigos y ciudadanos.

Más allá de las tristes noticias y denuncias que cada día nos tocan y nos duelen a todos, reflexiono sobre sus causas y sobre lo que debemos hacer para cambiar el mundo.

Me remito entonces a los valores humanos, a las cualidades que enaltecen al ser humano, los que orientan y direccionan las acciones de las personas que desean hacer lo correcto: la sensibilidad, la honestidad, el respeto, la responsabilidad, la gratitud, la compasión, la lealtad, entre otros.

Si solo pudiéramos ejercitar cada uno de estos valores y proclamarlos mediante el ejemplo, siendo equitativos, dando respuesta a nuestros compromisos, cumpliendo la palabra empeñada, asumiendo las consecuencias de nuestros actos, siendo responsables con nuestro trabajo, rol social y familiar generando confianza mediante la verdad y la sinceridad, apreciando a las personas que están alrededor, seguramente nos realizaríamos correctamente para crecer y ser felices.

Debemos ser conscientes que los valores se aprenden en la primera infancia, cuando los niños imitan lo que hacen sus padres. La familia es el núcleo de la sociedad y donde se educa a todos los que la integran.

Los que hemos sido favorecidos con mejores condiciones como una familia estable, educación de calidad, trabajo y oportunidades, deberíamos pensar en devolver algo de lo recibido, realizando acciones positivas, ejerciendo la bondad, el afecto y la solidaridad con el fin de avanzar en lo importante, una mejor calidad de vida para todos.

A quienes leen esta columna, los invito a que reflexionemos, a que tomemos acciones concretas contra la deshonestidad, la injusticia, la intransigencia, la intolerancia, la traición, el egoísmo y la indiferencia.

No podemos seguir esperando que las soluciones vengan de otro, o de otros, de las instituciones, sino de nosotros mismos, sintiendo que somos felices al ver los resultados de nuestros pequeños aportes, actores de un mejor futuro, dejando huella, existiendo.