Lo confieso, tiene razón el lector, estoy monotemático. Pero tengo excusa: no hemos vivido ningún episodio ni siquiera parecido a esta pandemia, los confinamientos ciudadanos que ha traído aparejada y la terrible crisis económica que nos está dejando.
En principio el 27 de abril se levanta la cuarentena general y entramos a un período de aislamiento inteligente. Sin embargo, desde la izquierda han pedido otra prolongación. El argumento es que su levantamiento generará muchas muertes.
Se supone que la cuarentena tenía un doble propósito: por un lado, disminuir la tasa de contagio y evitar que se dispare y cause el colapso del sistema de salud pública, y por el otro, darle tiempo al sistema para prepararse adecuadamente para manejar la crisis. Pareciera que ambos propósitos se han cumplido.
Para el 17 de abril en la noche, último día con cifras publicadas cuando escribo, en el país había 3.439 casos confirmados de la COVID 19. La tasa de contagios no es el mejor indicador para prever el impacto en el sistema de salud. Primero, porque si el 80% de los contagiados es asintomático o solo presenta síntomas leves la cifra de contagiados debe ser cuatro veces mayor. Pero después, y es mucho más importante, porque lo que generará presión sobre el sistema de salud pública no serán ni los asintomáticos ni los de síntomas menores. Los que pueden estresar el sistema son los que deben ser hospitalizados y, en especial, los que deben ocupar unidades de cuidados intensivos.
Pues bien, del total de contagiados en Colombia, comprobados o no, 415 estaban hospitalizados (el 13,9% de los confirmados), 112 de ellos en cuidados intensivos (3,26%). En Colombia habría a mediados de abril 5.346 camas de cuidados intensivos (UCI). Es decir, estarían ocupando el 2% de las UCI del país.
Concedo que el dato debe mirarse desde una perspectiva de evolución. Ahí no puedo sino referirme a algunas referencias en concreto. El 15 de abril en la Fundación Santafé en Usaquén, segunda localidad con más contagios de Bogotá (190 casos), la ciudad con mayor presencia del virus, había solo 5 pacientes hospitalizados por Covid19, ninguno en UCI y 60 UCI disponibles. El 9 de abril había 14 internados y 4 en UCI. En el Hospital Cardiovascular de Cundinamarca, Soacha, de referencia del departamento, había 5 en UCI, 2 en cuidados intermedios y 4 aislados pero no confirmados. 50 UCI disponibles. Cifras muy parecidas a la semana pasada. En la Fundación Valle del Lili, que maneja el 40% de los UCI de Cali tenían ayer 17 pacientes con enfermedades respiratorias en UCI, 13 confirmados con la COVID-19, y hace ocho días los mismos 17. En todo Antioquia, el 6 de abril había 17 hospitalizados, 9 de ellos en UCI y el 16 había 16, 10 en UCI.
Bogotá, Valle, Antioquia y Cundinamarca son en su orden los entes territoriales con más casos en el país (Cartagena se cuela de cuarta). Mi punto: ni las cifras absolutas de hospitalizados y de UCI ocupadas por Covid19, ni las cifras comparadas con hace una semana, indican que, en general, el sistema de salud vaya a colapsar. Debe haber, sin embargo, debilidades puntuales que hay que resolver local o regionalmente.
Más aún, mis conversaciones con médicos y directivos de las instituciones mencionados muestran que todas ellas han tomado medidas para ampliar el número de UCI disponibles si fuera necesario, han entrenado al personal y han puesto en marcha protocolos de bioseguridad para proteger a otros pacientes y, esencial, a su personal médico y sanitario. Se dirá que algunas de las clínicas referenciadas son de las de mejor nivel en el país. Es verdad. Pero también son las que, por sus capacidades, están llamadas a atender la crisis y han sido designadas por el MinSalud para ello.
Termino: la cuarentena general parece haber cumplido su propósito y el sistema de salud parece preparado para atender la pandemia. Hay que moverse al aislamiento inteligente. La cuarentena con la nevera llena es apenas una incomodidad. Sin nevera o con ella vacía es hambre, es tragedia.