Con las objeciones de Uribe y Duque a la ley estatutaria de la JEP arrancó en firme la campaña para las elecciones regionales de este año. Más allá de las discusiones santanderistas que nos encantan y distraen sobre las facultades del Presidente para hacer las objeciones, cuál debe ser el trámite de las mismas o los distintos escenarios dependiendo de la votación en las Cámaras, lo cierto es que al seguir las orientaciones de su jefe político, el Presidente se reafirmó en el camino que había tomado desde enero a propósito del criminal y torpe atentado del ELN y el manejo de la crisis venezolana. Duque finalmente se “”enderezó”” bien a la derecha como se reclamaba desde el inicio del gobierno por parte del ala radical de su partido que lo percibía tibio, indeciso, débil y hasta santista.
Con esta decisión el gobierno nos devuelve en el reloj de la historia y pretende convertir las elecciones de octubre, exactamente tres años después del plebiscito, en un nuevo pulso entre los del SI y los del NO, esta vez en los niveles regionales. De esta manera Uribe en forma hábil busca asegurar las gobernaciones y alcaldías de capital en las que gano el NO y en donde la mala percepción del gobierno en sus inicios amenazaba con afectar los intereses electorales del Centro Democrático. En departamentos como Antioquia, Santander, Norte de Santander, Huila, Tolima, Meta, Caldas o Risaralda, en los que ganó el NO, el CD aspira a triunfar nuevamente con su discurso contra el acuerdo con las FARC y así crecer significativamente en regiones en las que en el 2015 tuvo resultados muy pobres.
Es difícil predecir si la apuesta funcionará, pero sin duda tras meses de incertidumbre y ambigüedad, el gobierno y su partido ponen la agenda del país hasta final de año con unas objeciones que, al contrario de lo afirmado por Duque esta semana, sí afectan a los desmovilizados que se han sometido a la JEP, a los integrantes del estado mayor y a los mandos medios que son los de mayor influencia en las distintas zonas del país en donde permanecen concentrados. Obviamente a la bases guerrilleras ya amnistiadas e indultadas no.
La razón electoral es entonces la verdadera justificación de las objeciones presidenciales y Duque entró en ese peligroso juego sin pensar en el peligro que ello significa para la paz, la incertidumbre e inestabilidad que genera en excombatientes de la guerrilla y las fuerzas militares, el rechazo de la comunidad internacional y los problemas adicionales de gobernabilidad que se crean con las Cortes y el Congreso.
La agenda política en el resto del año estará dominada por las discusiones sobre las objeciones y los debates en torno a la reforma constitucional anunciada por el gobierno, que ya el CD anunció que será “” enriquecida” por propuestas adicionales de su bancada que tienen como propósito claro hacer trizas la paz. Poco importa si se viola la constitución al disfrazar unas objeciones de constitucionalidad para convertirlas en inconvenientes y así desacatar un fallo de la Corte Constitucional.
Tampoco preocupa que se pasen por la faja el Acto Legislativo 02 del 2017 que blinda los acuerdos de paz y que obliga a las autoridades los próximos 12 años a cumplir de buena fe lo pactado. Ahora importa es tener discurso para la campaña, volver al castrochavismo, regresar a la amenaza terrorista, encontrar un enemigo visible. Seguir en la rentable política del odio, el miedo y la venganza y, si es viable políticamente, acabar con la JEP y de esta manera con el acuerdo de paz como nos lo advirtió claramente el jefe único del Centro Democrático.
Si las disidencias crecen en los territorios ante el incumplimiento del estado no importa. Tampoco si se presenta un choque de trenes con la justicia afectando la institucionalidad. Si la comunidad internacional nos señala como tramposos allá ellos. Si se profundiza la polarización entre los “cómplices” de las FARC y los salvadores de la patria mucho mejor. Si nos quedamos anclados en las rabias del pasado sin una visión de futuro para Colombia será un “costo necesario”.
Si a los titulares de los medios de comunicación regresan los atentados, los soldados y policías muertos, será responsabilidad de la “falsa paz de Santos” y no de la decisión que se adoptó de incumplir los acuerdos. En los próximos meses caeremos todos en la trampa de discutir una a una las objeciones presidenciales, de debatir si es posible que se caiga toda la ley estatutaria de la JEP o si debe regresar a la Corte,de preocuparnos por el funcionamiento de la Jurisdicción Especial y si se logra preservar su independencia y autonomía. Nada de eso importa. La agenda del Centro Democrático se impuso a la del gobierno porque importan son las elecciones. Estúpidos que somos.