El panorama que presentan la mayoría de los países de América del Sur es realmente inquietante.
Habrá que comenzar por Venezuela, en donde una dictadura se apoderó de todas las instituciones y hace lo que quiere en medio de un despotismo que ha aplastado a ese pueblo y lo ha condenado a la miseria total, en donde el hambre y las enfermedades han hecho que los venezolanos salgan del país en cantidades alarmantes para poder encontrar un medio que les permita por lo menos comer.
Y sigue Ecuador, en donde existe una polarización política preocupante, las poderosas comunidades indígenas protestan contra el régimen y el Presidente de la república tiene que gobernar desde Guayaquil, porque teme hacerlo desde la Capital.
Continúa el Perú, en donde casi todos sus expresidentes están presos o prófugos y uno reciente optó por suicidarse. Como si fuera poco, el actual, adelantó elecciones, el Congreso eligió un interino, pero este no quiso posesionarse.
Y si miramos a Brasil, país hasta hace unos años considerado como una de las economías mas progresistas del mundo, hoy dirigido por un Presidente extremista que dicta extrañas medidas y que tiene a ese pueblo sumido en la mas preocupante incertidumbre, porque no es posible visualizar un rumbo ni entender ese errático gobierno.
Ahora, si dirigimos la mirada a Bolivia, encontramos a un Presidente que quiere perpetuarse en el poder y que acaba de presidir las mas controvertidas elecciones, en donde ordena suspender el conteo, ante una posible segunda vuelta, y al otro día reaparece con un registro favorable que le permite quedarse allí sin nueva elección.
Pero si pasamos a Argentina, encontramos a una nación que pudo por fin deshacerse de los esposos Kirchner, que se turnaron para gobernarlo desastrosamente, y que pretendían hacer vitalicia su presencia, pero que ahora ante la imposibilidad de recuperar la economía en apenas un cuatrienio, entonces el candidato de quienes fueron responsables del desastre, es el favorito para ganar las elecciones.
Pero al llegar a Chile, encontramos un estallido social que el gobierno ha sido incapaz de controlar y que deja varios muertos, mas de cinco mil detenidos y unos disturbios que arrojan cuantiosas pérdidas económicas, mientras el Presidente sale a pedir perdón por no haber podido actuar con eficiencia frente al deplorable escenario.
Mientras tanto, el crecimiento económico va en picada y los organismos internacionales anuncian restricción de crédito. El desastre invade la región.