Hace unos días, sostuve una conversación con un amigo de colegio, hoy brillante docente universitario y tratamos el tema de los semáforos en la ciudad, concluyendo que no hay nada más desesperante que hacer una cola, ya sea para ser atendido en un establecimiento bancario, pagar un servicio o un bien, surtir combustible, o para lograr la tan anhelada ola verde en un sistema de semaforización.
La solución no es novedosa, puesto que debido a la congestión que se presentaba en el sistema telefónico en el año 1909, el matemático danés Agner Krarup, publicó el primer artículo relacionado con la “Teoría de Colas”, la cual se resume de la siguiente manera: “… Estos modelos buscanencontrar el equilibrio entre el número de unidades quese encuentran en la línea de espera y la cantidad deservidores que satisfagan la demanda de servicio.
Dicha teoría es aplicada en supermercados de grandes superficies y algunos bancos, con el propósito de optimizar el servicio y en ocasiones, para obligar al cliente a observar por varios minutos determinado producto o campaña publicitaria.
De igual manera, su utilización es de común uso con notable éxito en muchas ciudades del mundo, para lograr que los vehículos se puedan desplazar sin contratiempos por la malla vial urbana, en el menor tiempo posible y en Colombia, se utiliza entre otras cosas, para la sincronización semafórica, buscando reducir el impacto del alto flujo vehicular.
Luego de la nutrida introducción, voy a referirme a la dramática situación en la cual se encuentra la nueva semaforización, específicamente sobre la Avenida Cero. En este caso, el remedio es más crítico que la enfermedad, toda vez que si tenemos cuadras de sesenta o setenta metros y más de un minuto de espera, el resultado es un caos total puesto que al no existir una sincronización ajustada a un modelo matemático, estaremos a merced de lo que decidan los contratistas de los semáforos.
A propósito, leí las declaraciones del representante del consorcio y no sabía si llorar o reírme porque su excusa se limitó a que aún faltaban intersecciones y por esa misma razón es que he pensado que algo faltó para su sincronización. El problema es más complejo porque al no existir medidas de mitigación del flujo vehicular como lo representa el pico y placa, tendremos una ciudad salida del control de las autoridades y ni siquiera ubicando un uniformado en cada esquina se podrá controlar tan complejo problema.
Considero que transitar por la Avenida Cero, única con ese nombre en todo el mundo, es una verdadera tortura y como complemento las vías alternas, ni hablar porque ha avanzado más el señor que hace parcheo con una carretilla en la glorieta García – Herreros que el mismo funcionario municipal responsable del mantenimiento de la desbaratada red vial urbana.
El supervisor del contrato de la semaforización debe pedirle sendas explicaciones al contratista y demás, solicitarle el documento en el cual se plasma la sincronización de los equipos porque no existen otros modelos matemáticos que puedan resolver el problema, diferentes a la Teoría de Colas.