Amables lectores: Luego de generar expectativa por varias semanas, el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, presentó la reforma tributaria estructural y ahora la gran incógnita será la capacidad del gobierno para nadar las turbulentas aguas del Congreso, agitados por los efectos del plebiscito, sin diluir los componentes claves de la reforma y principalmente agregándole algunos que olvidaron.
IVA del 19% a los productos que hoy tienen la tarifa general del 16%; grabación de dividendos de acciones iniciando en el 2018. Obligación de declarar renta para personas con ingresos superiores a $2.750.000, aumentando de esta forma la base de personas declarantes en medio millón. No se gravarán pensiones ni medicamentos. Monotributo voluntario para pequeños negocios con ventajas fiscales como incluir el IVA y hacer aportes a pensiones y riesgos profesionales.
Con el argumento de ayudar a la salud de los individuos, controlando la obesidad, se colocará un impuesto a las bebidas azucaradas de $300 por litro. Este tributo producirá $900.000 millones de pesos año. Este impuesto a las bebidas azucaradas unido al de los cigarrillos, que por cajetilla pasaría de $710 a $2.100 en el 2017 y a partir del 2018 se incrementaría en inflación más 4 puntos. En el 2017 se recaudarían por este concepto 500.000 millones de pesos adicionales. Estos dos nuevos tributos tienen destinación específica para la salud, ojalá se reestructure este servicio pues de lo contrario sería botar estos recursos a un pozo sin fondo, dando oportunidad para más corrupción. Del IVA con el 19%, sin incluir alimentos básicos, se espera un recaudo entre 9 y 12 billones de pesos. Se mantendrá el impuesto del 4 X Mil y se desmontará el impuesto a la riqueza.
Esta reforma tributaria es necesaria, ante la nueva realidad que vive el país, teniendo en cuenta la caída de los ingresos en 25 billones de pesos por disminución de la renta petrolera. Uno de los puntos más polémicos en las discusiones de los expertos fue el gravar a las iglesias, fundaciones y cooperativas de empleados. Se determinó, que estas no pagarán renta siempre y cuando demuestren ante la DIAN que realiza una función meritoria. Las empresas sin ánimo de lucro, ya no podrán autocalificarse como tales, sino esta potestad la tendrá la DIAN, quien será la encargada de retirar de esa lista a las entidades que no cumplan con los requisitos establecidos para pertenecer a este grupo de privilegiadas.
Esta reforma tiende a balancear la ecuación de impuestos ya que mientras el 82% de los tributos por concepto de renta corresponden a personas jurídicas, solo el 18% a personas naturales.
Habrá un IVA del 5% para viviendas nuevas que tengan un costo superior a $800 millones de pesos. Las transacciones de vivienda usada no tendrán IVA. Por fin se crea una contribución parafiscal al combustible, para financiar su fondo de estabilización de precios.
Se busca que esta reforma tributaria cumpla con dos objetivos: Que el sector productivo genere trabajo formal y exista una economía con estímulos para generarlos, como eliminar el IVA a los insumos agrícolas. En la implementación de la reforma tributaria se debe obrar con gran prudencia y esta debe entrar en vigencia en el 2017 para evitar que se pierda el grado de inversión que tiene Colombia, lo cual implicaría un alto costo en la financiación internacional con una caída en la inversión extrajera. Las calificadoras internacionales están pendientes del manejo de esta reforma.
El Ministro Cárdenas, manifiesta que la punta de la flecha de esta reforma, es el control a la evasión, pero no toca, como dice Juan Lozano en su columna, que este es un gobierno derrochón, el país con una corrupción del orden 22 billones anuales, con mermelada endulzando los presupuestos. Muchos políticos siguen robando mientras exprimen al colombiano que trabaja honestamente. Si lo anterior no se corrige pasarán muchas reformas tributarias y no se verán sus efectos positivos.