A propósito de las negociaciones entre los países de la UE (sobre todo Alemania) y Grecia, se ha dicho que se deben evitar las consecuencias del fracaso casi a cualquier coste. Yo creo que no solamente tienen razón al respecto de una integración por la que se ha luchado durante décadas, sino que esto también se aplica al proceso de paz que Colombia está tratando de sellar con el grupo insurgente más antiguo que ha operado en el país.
Más allá de las cuestiones coyunturales y de las faltas graves de las Farc a los ceses del fuego, o de las opiniones de personalidades políticas importantes, es necesario buscar la paz. Esto es lo que ha tratado de hacer el equipo negociador de Santos, a pesar de los constantes y fuertes ataques por parte del senador Álvaro Uribe Vélez al proceso.
No obstante, en esta última semana vimos un leve giro de la brújula de pensamiento de Uribe, y escuchamos sus palabras en el debate de control político a las negociaciones que se están llevando a cabo en Cuba. Si bien es cierto que aún mantiene una postura crítica frente al proceso de paz, ya no se muestra totalmente escéptico. Argumentando la suma de palabras al discurso por la paz por parte del gobierno nacional, el nivel de sus críticas se ha reducido y hasta ha dicho que “hay un cambio que da asomos de tranquilidad”. En lo que a mí respecta, el proceso no se ha transformado vertiginosamente ni en elementos que puedan ser clave para el futuro de los colombianos.
Juan Manuel Santos, presidente actual de Colombia, ha dicho que las palabras de Uribe le dan esperanza para seguir con las negociaciones por la paz. Yo por mi parte creería que estas afirmaciones del pasado 22 de julio no hacen parte de un cambio de pensamiento sino de un cambio de estrategia por parte del expresidente. Dados los últimos acontecimientos de la esfera política regional, y dada la crítica situación que está viviendo el partido fundado por el senador antioqueño; es completamente entendible un viraje en el discurso del mismo.
Actualmente, el Centro Democrático pasa por una fase de crisis de legitimidad, la cual se ve reflejada en el comportamiento electoral de las regiones en las cuales quisieran ostentar el poder. Los que trabajan por el CD se ven inconformes y reclaman que no es suficiente con la persona y figura de Uribe para gobernar. Por lo tanto, pareciera que Uribe se está retractando de sus comentarios ponzoñosos sobre el proceso de paz porque sabe que su partido se está quedando sin apoyo.
Uno de los problemas en el partido tiene que ver con compromisos que se quedan sin valer. Según se ha visto, Uribe es como el mariachi ‘El son de la negra’: A todos diles que sí, pero no les digas cuando. Esto lo ratificó un senador a La Silla Vacía, cuando dijo que creaba un montón de compromisos y luego ponía a alguien más a dar la cara. Por otro lado, Uribe ni siquiera está haciendo campaña con los candidatos, sólo espera que el refugiarse en su figura los ayude y les haga ganar las contiendas.
De hecho, el máximo jefe del Centro Democrático sólo se ha dedicado a pelear contra Santos y el proceso de paz, y a hablar de ideología y carisma, pero no a trabajar. Trabajar, trabajar y trabajar, su famoso lema de campaña, no se ha visto por ningún lado según los miembros de su partido.
Tal vez esta repentina transformación de la actitud del expresidente sólo se debe a su interés de estar en alguna parte del poder, ya que su partido se está quedando sin simpatizantes y los ciudadanos que lo apoyan se están retirando poco a poco.
Por esto, yo le recomiendo a Santos que no sienta “esperanza” dadas las palabras de su antecesor, sino que se mueva con pericia y astucia. El terreno es movedizo.