Las conversaciones cumplidas esta semana en Ginebra y Bruselas por diplomáticos rusos con sus homólogos estadounidenses y voceros de la OTAN, no dejaron ningún avance en torno a Ucrania, que se ha convertido en nación polvorín porque puede servir para desencadenar un conflicto internacional de grandes proporciones. Las relaciones entre los países, dados los intereses de las superpotencias, demandan del arte de la diplomacia su mejor inteligencia. Por ahora, frente al impase que significa Ucrania, sólo hay insensatez y prepotencia, lo que conduce al fracaso.
La historia enseña ejercicios diplomáticos fallidos y exitosos. Entre los primeros, baste recordar la Primera Guerra Mundial, ya que después del asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo, la diplomacia austríaca forzó la guerra contra Serbia en virtud de un absurdo ultimátum, involucrando en espiral a Rusia, que protegió a Serbia; Alemania, a Austria; y luego, Inglaterra y Francia contra Alemania. Así, 70 millones de militares se movilizaron durante 4 años, en la que se llamó la Gran Guerra. Del éxito diplomático evocamos la racionalidad de rusos y estadounidenses durante la crisis de los misiles en Cuba, toda vez que, ante la amenaza de una devastadora guerra nuclear, Kennedy y Kruschev acordaron que Moscú retiraría sus misiles a cambio de que Washington no invadiera Cuba, y también retirara sus misiles de Turquía.
Para entender Ucrania, no sobra recordar que, desde 1917 y hasta 1991, fue parte de la Unión Soviética. Una vez se declaró independiente, proclamó su neutralidad militar e hizo parte de la Comunidad de Estados Independientes, asociación orientada por Moscú en lo político y económico. Ucrania, con gobernantes mediocres y corruptos, siguió ligada a Rusia. Pero en 2013, sectores populares, en lo que se conoce como la Revolución de Maiden, derrocaron al presidente pro ruso Yanukovitch; desde entonces, los gobiernos ucranianos han sido anti rusos y se han plegado al direccionamiento estadounidense y europeo. En reacción, Rusia anexó la península de Crimea en 2014, argumentando que en esa zona la población es fundamentalmente rusa. Estados Unidos y otras naciones europeas le impusieron a Rusia severas sanciones económicas.
En el alma de Putin y el pueblo ruso gravita a diario el colapso de la Unión Soviética, que les hizo perder 14 naciones y 6 millones de kms2, y desmantelar su aparato industrial y militar en beneficio de Occidente, lo cual facilitó Yeltsin en la década de los 90.
La crisis actual presenta, del lado ruso, una movilización de 100 mil soldados en la frontera con Ucrania, que Occidente califica como preámbulo de una invasión, pero que Putin justifica dada la presión existente para que Ucrania entre a la OTAN, o sea a la Organización Militar del Atlántico Norte, que comanda Estados Unidos. Según Putin, ese ingreso constituye una seria amenaza para la seguridad de Rusia, porque en 5 minutos cualquier misil alcanzaría Moscú. Los estadounidenses y europeos, por su parte, exigen el retiro de los 100 mil soldados rusos de la frontera, y sostienen que las puertas de la OTAN están abiertas para cualquier nación que quiera asociarse con Occidente.
Dos cosas para resaltar en este impasse: por un lado, el cálculo incompleto de Occidente, como quiera que China está claramente identificada con las pretensiones rusas. Por otro, la inmensa dificultad que implica el buen ejercicio de la diplomacia, dadas las presiones políticas en el interior de cada país. Le pasa a Biden, que no puede ceder un ápice, porque aparecería débil ante el pueblo norteamericano y su popularidad se derrumbaría. Y también a Putin, que controla mejor los medios y las redes sociales, pero que conoce bien el orgullo y la sicología imperial de los rusos.
Lo de Ucrania no es un asunto fácil. El mundo espera que, al estilo Kennedy y Kruschev en 1962, la sensatez y el pragmatismo se impongan, porque el arsenal nuclear actual acabaría el planeta en pocos días.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en http://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion