El primer aniversario del gobierno Duque me trae tres ideas que quiero desarrollar. La primera es que no dejo de agradecer de la que nos salvamos de no haber elegido a Petro; la segunda es que para muchos que votamos por Duque, ha habido desaliento porque su gobierno ha sido en lo estructural una continuación del modelo Santos, sólo diferenciado en los caracteres; y tercero, que, ante resultados económicos adversos, se está viendo un efecto acumulador que se da en sistemas complejos y que explicaría algunos resultados económicos.
Si Petro hubiera sido presidente, hoy seríamos miembros del Alba, hermanos en Maduro en lo exterior; y en el interior tendríamos una JEP, apoyada por las demás cortes, que estarían cumpliendo los acuerdos Santos-farc a rajatabla, es decir, siguiendo la agenda ideológica farc, dando patente de corso a sus líderes y auxiliadores. Y estaríamos ad portas de iniciar los juicios contra el “sistema”, incluyendo desde empresarios hasta políticos opuestos al proceso, donde los jueces serían las farc. Habría otro “proceso de paz”, esta vez con el ELN, aceptándose que siguieran en “pie de lucha” y dándoles el carácter binacional que hoy tienen como grupo terrorista, pero, cambiando ese mote por el de “insurgentes binacionales”. La economía estaría mucho peor, pero ya tendríamos ideologizado el tema como en Venezuela: era consecuencia del ataque del imperialismo yanqui para detener la lucha popular, apoyando el argumento en sendos y sesudos análisis a favor en Semana, La Hora 20 de Caracol, acompañados en el frente internacional por The Economist y el New York Times. Y la corrupción iría en la estratosfera. Por ahora, nos salvamos de esa. Lo grave es que sigamos alimentando la fiera.
El problema para muchos que votamos por Duque, es que a pesar que entendemos el desastre económico y político que dejó el gobierno Santos, y del cual debió sacar el actual gobierno un inventario detallado, vemos que en lo esencial el gobierno Duque, principalmente en lo económico, sigue el modelito “social” de combatir la pobreza con impuestos, mientras se destruyen las bases productivas. La diferencia está en los estilos: el anterior gobierno era dirigido por un ególatra dispuesto a “todas las formas de lucha” para lograr su objetivo, mientras el actual es dirigido por un tecnócrata bien intencionado, que quiere respetar una ley que cada vez está más del lado del modelito “social-ista”. Lo que Duque no ha entendido, es que si la economía mejora, la política pierde interés, pero que también es un camino de doble sentido: si empeora la economía, la ideologización se dispara, como vemos en la mal llamada polarización. El error fue poner un tecnócrata, en el momento de mayor riesgo político del país. Como dijo el presidente Kennedy, a raíz del fracaso de Bahía Cochinos: “¡Cómo he podido equivocarme de este modo! Toda mi vida he sabido protegerme de los expertos ¿Por qué habré sido tan estúpido que les he dejado ahora obrar por su cuenta?”.
“Que una nación intente prosperar poniéndose impuestos, es como que un hombre que está de pie sobre una cubeta quiera levantarse a sí mismo por el asa”, dijo alguna vez Churchill. Y es que ese modelo estatista, que ya lleva años en Colombia, está presentando los efectos estudiados en la aplicación de modelos físicos a sistemas complejos tanto en lo social y lo económico (econofísica). En física se observa que el cambio de fase líquida a vapor del agua, por ejemplo, no se va dando de manera gradual, sino como resultado de una acumulación de la temperatura hasta un punto crítico, donde se da el inmediato y masivo cambio de fase. Hay un fenómeno de precipitación explicado por el aporte continuo de calor. Específicamente estudiado en seguridad, pero extensible a fenómenos de comportamiento similar como el empleo, podría explicar el disparo del desempleo que el ministro de hacienda Carrasquilla dice que lo tiene desconcertado, y no sabe explicar, por lo que espera que otros tecnócratas, del mismo corte, pero más especializados lo hagan, o mejor, lo justifiquen. Tantos años de afectar el desarrollo económico con política estatista llevaron el empleo al punto crítico y precipitaron su caída. Otros indicadores económicos o sociales podrán tener comportamiento similar, en un gobierno de tecnócratas que al final se desconcierta por los resultados. El típico pensamiento lineal burocrático. Todo esto me hace decir, ¡cómo hemos podido equivocarnos de ese modo!
Alan Key, jefe científico en Xerox en los 70, dijo que la única manera de predecir el futuro era crearlo, y nosotros seguimos empeñados en crear el camino venezolano. Quedan tres años para enderezar; ¿sucederá?