Ex parlamentario verde, no por su edad sino por sus ideas, ha revelado algo preocupante: los colombianos no participan ahora en política y revelan su opinión no en manifestaciones, como ocurría anteriormente, sino en las modernas redes, que han convertido en jefe de la derecha a expresidente, que no preside actos públicos sino que se limita a transmitir breves conceptos, los famosos twitter, con los que ha logrado elegir bancada, incluyendo damas que quieren ser más papistas que el Papa.
El responsable del estudio fue el ex senador John Sudarsky, quien dio a conocer estudio en el que señaló, entre otros temas, que hay una crisis muy fuerte de credibilidad y que los colombianos prefieren dedicarse a seguir el campeonato de fútbol y las telenovelas en lugar de preocuparse por la política, pues estiman que “es una perdedera de tiempo”. Y pensar que no hace muchos años hubo colombianos que murieron en guerras civiles y en la violencia a causa de las ideas enfrentadas.
Según el estudio, hay una crisis muy fuerte de credibilidad que se refleja en esta cifra: en 1997 había 3.600.000 colombianos que participaban en alguna organización voluntaria, sindicato o cooperativa, entre otros, y el número ha bajado a 1.200,000, es decir la tercera parte. Eso explica, en parte, la disminución de la participación política en los últimos años, cuando los colombianos asisten a conciertos de rock pero no van a mítines, como mis antepasados. El país ha cambiado, no para bien.
El estudio también reveló que el 88 por ciento de los ciudadanos no sabe por quién votó. La cifra muestra la falta de vínculo entre el sufragante y el elegido, que representa falta de compromiso del parlamentario con el que lo llevó al Capitolio. El congresista no sabe a quién le debe el voto y no le responde por sus actuaciones, como si ocurre en otros países. Según el estudio, el vínculo está roto por completo y hay que restaurarlo o la democracia corre grave peligro pues pueden ser elegidas personas que no tienen ninguna relación con el sistema político. Inclusive, llegarían al Congreso narcotraficantes o elementos peligrosos, o seguidores de dictadores vecinos.
Uno de los problemas básicos en estos momentos de incredulidad es que los políticos no representan a nadie: hay un rechazo hacia ellos “que no interpretan a la ciudadanía”. Adicionalmente, “la gente ya no come cuento de los medios”, pero si cree las falsas noticias que divulgan les redes sociales. Eso explica, por ejemplo, las campañas contra determinado artículo, como unas hamburguesas, a las que señalaron falsamente de estar elaboradas con carne de lombrices, o contra el plebiscito que buscaba respaldar la política de paz en la que contra toda lógica ganó el NO, atendiendo las mentiras que lanzaron el presidente eterno y sus seguidores, incluyendo pastores que confundieron la miel con la pomada.
Los medios fueron reemplazados por las redes, pero no hay quien construya las visiones de futuro, labor que no están haciendo los partidos. Hay un vacío que nadie está llenando pues las colectividades solo sirven para elegir a algunas personas que no llegan a las corporaciones a servir al electorado, sino a favor de sus intereses. Por eso el país ya no cree en nada. Hay total escepticismo, como el que ha llevado a otros países a caer en manos de ignorantes como Maduro. Dios libre a Colombia de los falsos profetas. GPT