En el Ministerio TIC tenemos un lema que no puede ser más atinado para describir la titánica tarea que emprendimos para conectar el país: “hacemos posible, lo que parecía imposible, porque lo hacemos con corazón”. Y es que hace unos años era difícil pensar que hoy estuviéramos ad portas de conectar el ciento por ciento de Colombia, llegando a las cabeceras municipales más aparadas.
Cuando asumí este Ministerio, en conjunto con un maravilloso equipo de trabajo, me propuse llegar a todos los rincones de Colombia con Internet de alta velocidad. Hoy puedo decir con orgullo que el 96% de los municipios está conectado: 1.075 cabeceras a través de una superautopista de la información que desplegamos gracias a la Red de Fibra Óptica, y a los restantes, a los que no pudimos conectar con esta tecnología por su complejidad geográfica, estamos llegando con el proyecto de Red de Alta Velocidad (RAV).
Con este, estamos desplegando torres de telecomunicaciones, muchas veces de más de 100 metros, a través de la selva, los ríos y las montañas para conectar a las regiones más alejadas del país. Hasta la fecha, 32 municipios o corregimientos de los 47 que se tienen contemplados ya están disfrutando del servicio. Precisamente, hace poco visité Puerto Alegría, Amazonas, un corregimiento de gente pujante donde conocí a Nini Camacho, una mujer que demoraba 28 días para llevar un documento hasta Leticia o gastaba hasta $800.000 para viajar a Puerto Leguízamo con el mismo propósito.
Ahora, ella puede hacer sus diligencias fácilmente y de manera virtual; este es un ejemplo de cómo la tecnología le está cambiando la vida a los colombianos. Puerto Alegría es la puerta de entrada de la Red de Alta Velocidad al Amazonas, pero ya hemos conectado capitales como Puerto Carreño en Vichada o Puerto Inírida en Guainía, las cuales están empezando a dinamizar su economía gracias a las TIC, de hecho, este proyecto se concentra en la Orinoquía, la Amazonía y el Pacífico Chocoano.
En estas regiones, ya se está utilizando la tecnología para tener mayores oportunidades: en Bahía Solano, por ejemplo, un grupo de pescadores lograron resolver sus problemas de venta de productos frescos, gracias a una plataforma de comercio electrónico, y una joven cantante de música llanera en Puerto Carreño comparte ahora, a través de un Punto Vive Digital, sus canciones y se da a conocer en otras regiones del país.
Nuestro reto ahora es que todos los colombianos le saquen provecho a estos espacios, por eso, el proyecto tiene una estrategia de apropiación TIC, que permite reconocer, promover y potenciar las costumbres y culturas de las comunidades en el mundo digital.