Amables lectores: En la historia de la humanidad encontramos diferentes prototipos de líderes; guerreros, conquistadores, sanguinarios, pacifistas, ególatras, emperadores, reyes, plebeyos y todos ellos con distintos aspiraciones y propósitos.
En la larga evolución del Homosapiens –sapiens vemos modernos líderes con motivaciones y aspiraciones más banales que no persiguen una corona de laurel o la admiración y el respecto de un pueblo agradecido sino un alto cargo o el premio nobel de la paz.
¿Cuánto tendrá que pagar el pueblo colombiano por tan alto honor?
Si respondemos esta pregunta en términos fiscales diría que sobrepasan los 300 billones de pesos. Si es en términos intangibles diría que costará mucho dolor y sufrimiento a millones de colombianos.
Quizás podamos cuantificar la sangre derramada pero no las lágrimas porque pasarán los años y muchas madres y huérfanos aun estarán llorando sus víctimas y sufriendo la angustia de muchos años de soledad.
Hemos visto una loca carrera presidencial para otorgar concesiones elásticas en una mesa de negociación, con un interlocutor psicorrigido, incapaz de hablar con la verdad ni con generosidad sin dar señales de arrepentimiento ni de cambio de conducta, cínicamente afirma no tener secuestrados- ni dinero para pagar indemnizaciones a las victimas porque su negocio de coca no los ha enriquecido.
Así las cosas es válido preguntar:
¿Son más importantes el ego y la obsesión por un nobel de la paz que el futuro de 50 millones de almas?
Es necesario que se den verdaderos gestos de conciencia de cambio, de arrepentimiento por el daño hecho, de querer participar activamente en la transformación social y el desarrollo de un país gravemente ultrajado en aspectos sociales, financieros y ecológicos con tantos atentados a oleoductos y torres de energía.
El pueblo colombiano espera de la insurgencia verdaderas muestras de querer la Paz.
Corresponde al ejecutivo y al legislativo guardar coherencia en este mismo sentido y no seguir creciendo la brecha social con actos tan aberrantes comoel del congreso al aumentarse su salario mensual para el 2016 en algo más de dos millones de pesos sin importar a estos señores congresistas que el trabajador raso recibió un aumento de solo 45.000 pesos mensuales como reajuste del salario mínimo.
¿De qué clase de equidad social habla el gobierno?
¿Esos son los caminos para lograr una paz duradera?
Recordemos, que paz no solo es dejar de amedrentar a la población civil y de masacrar pueblos y gente inocente.
Paz también es educación para todos, salud sin intermediarios codiciosos, vivienda digna sin negociados al adquirir lotes, oportunidades de empleo sin utilizar este mecanismo como estrategia de compra votos.
Necesitamos para lograr la paz una administración pulcra y sin corrupción. Recodémosle a la Farc que paz también es justicia y reparación.
En los libros “Con rabia en el corazón de Íngrid Betancourt y “Perdonar lo Imperdonable” de Claudia Palacios, observamos diferentes puntos de vista de una misma situación que ha provocado graves traumatismos ala sociedad colombiana pero nuestro pueblo es resiliente que sabe recuperarse y salir avante. Es más grande la bondad, la laboriosidad y la esperanza que nos asiste que la negatividad de esta truculenta y fratricida guerra. Hagamos las cosas de manera rigurosa buscando una paz firme que nos conduzca a la libertad y progreso. Que no sea una loca carrera para satisfacer el ego.