El 13 de abril, en un Consejo de Seguridad con el gobernador de Caquetá, el diputado Wílder López denunció públicamente que, en los municipios de San Cayetano y Puerto Rico, fueron citados por la “Segunda Marquetalia” cerca de cien ganaderos, obligados a pagar vacuna a ese grupo narcoterrorista.
La extorsión y la inseguridad en campos y ciudades vuelven a amenazar al país, que atraviesa por un momento confuso en el tema de la Paz Total.
En noviembre de 2022, Pablo Beltrán, jefe negociador del ELN; hace unos días, Iván Mordisco, comandante del “Estado Mayor Central” de las FARC-EP; y a finales de marzo, Walter Mendoza, representante de las FARC-EP “Segunda Marquetalia”, anunciaron optimistas su ánimo de diálogos de paz.
Sin embargo, persisten los ataques a la Fuerza Pública y los hostigamientos derivados de sus economías ilícitas, en un escenario al que se suman el Clan del Golfo, una veintena de bandas medianas y centenares de bandas urbanas de microtráfico, además de las Guardias Campesinas moviéndose en el límite del Código Penal y, lo que faltaba, los enfrentamientos entre unos y otros.
Ese escenario de confusión tiene como telón de fondo el Acuerdo con las Farc para una paz que nunca llegó, en tanto que el Acuerdo entró a la Constitución por la puerta de atrás y su cumplimiento es bandera del Gobierno.
Frente a la línea base de ese Acuerdo, el ELN ni lo desconoce ni lo reconoce. Para Pablo Beltrán fue un acuerdo entre “cúpulas” para lograr curules y beneficios; un acuerdo a espaldas de la sociedad, cuya participación, por el contrario, es el eje de las actuales negociaciones.
Para el EMC de Mordisco, en guerra con el ELN y enemigo de la Segunda Marquetalia, a la que acusa de alianzas paramilitares, el Acuerdo ni siquiera existió. De hecho, no se consideran “disidencias”, porque ellos son las Farc y, por tanto, en una negociación empezarían de ceros.
La “Segunda Marquetalia es enemiga acérrima del EMC -al parecer Mordisco mandó matar a Márquez-, pero defensora del Acuerdo, del cual este último fue jefe negociador. Sin embargo, tras la muerte de Santrich, “El Paisa” y Romaña, y con Márquez fuera de escena, se muestra acéfala y debilitada.
En este maremágnum de violencias cruzadas y frente al rompecabezas de tres procesos simultáneos con grupos, a cuál más dogmáticos y permeados por el narcotráfico, el ELN, cuyo proceso tiene vocación de “locomotora” de la Paz Total, podría convertir la encrucijada en oportunidad, si decide ofrecerle al país lo que a gritos le está pidiendo: ¡señales de paz!
Un piloto regional de cese de hostilidades, es decir, de sus actividades ilícitas en una de sus zonas de influencia, con mecanismos de verificación y con la presencia integral del Estado, que siempre ha faltado para copar los espacios con inversión social, sería una señal de paz para el país. ¿Será que la sensatez regresa a la Mesa?