Los colombianos debemos prepararnos para afrontar una guerra mediática, que debe desatarse desde los primeros días del nuevo año, por una simple razón: empieza la campaña electoral que debe terminar con la elección de nuevo Congreso, otro presidente y las corporaciones públicas, hecho que permitirá medir las fuerzas políticas que se disputan el favor de la opinión pública. Será una cruenta batalla sin cuartel entre la izquierda y la derecha, con miras a tomarse nada menos que la Casa de Nariño, el Capitolio y, lo más importante, de todo: el poder.
Pero más allá de cualquier consideración, debemos estar listos para soportar campaña en la que se utilizará toda clase de armas, inclusive las más bajas, como la calumnia, las mentiras y las tergiversaciones, armas todas que tendrán como objetivo engañar a los electores, que como se ha visto en todas partes del mundo, inclusive Estados Unidos, es material maleable, listo para caer en las trampas de los vivos que saben meterle la mano a los bobos en la boca, para contarles los dientes y sacarles hasta la lengua.
Como vimos en el año que termina, las gentes encargadas de votar son muy fáciles de engañar. Se les dijo que hay una cosa etérea, que se llama igualdad de género, que fue interpretada como algo absurdo, que representa volver hombres a las mujeres y viceversa. El error fue propagado por ministros de iglesias cristianas, que se han convertido en propietarios de la opinión pública y tienen tanto poder que acaban de adquirir uno de los más viejos noticieros de la radio, junto con la correspondiente cadena de emisoras. Los diezmos dan para todo.
Pero esas no han sido ni serán las únicas mentiras. Los cerebros débiles son tierra fértil para sembrar todo tipo de falsedades, destinadas a conseguir los votos de los incautos y de los ignorantes. Hace poco, para no ir más lejos, las mentiras obtuvieron tres resonantes éxitos: el triunfo de los enemigos de la unión europea en la Gran Bretaña, el de los enemigos del plebiscito colombiano y el del exótico candidato presidencial en los Estados Unidos, quien ofreció nada menos que construir un muro en la frontera con México, para impedir el paso de los migrantes pobres de toda Latinoamérica.
No me extrañará lo que nos viene pierna arriba en la campaña electoral. Se dirá de todo, gracias a la acogida que en los medios tiene el uribismo, con su jefe a la cabeza. Se dirán muchas mentiras y se divulgarán secretos oficiales. En el camino de la campaña destinada a llevar de nuevo a Álvaro Uribe a la Presidencia no habrá armas prohibidas. Como no las hubo para que Perón y Hitler se tomaran el poder. La historia da muchas lecciones pero la gente no las aprende. Se repite aquello de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.
Estoy preparado para escuchar todo tipo de embustes, falsedades y chismes. No faltarán las patrañas y las consejas que buscarán desprestigiar al gobierno de Juan Manuel Santos y sostener que le va a entregar el país a la guerrilla. Lo grave no es lo que se diga sino la credibilidad de los colombianos, que caerán en las redes. Las mentiras las tratarán de volver verdades. Hay que estar preparados.
