Poco a poco se van dando las cosas: el volver a espacios, a lugares, el contener menos las ganas de abrazar, el darse de nuevo al calor humano es un acto de confianza y sabemos qué difícil es recuperarla. En este tiempo de confinamiento y distancia que ha parecido eterno, que aún tiene cosas por mostrar, del que aún no podemos bajar la guardia, el ver bibliotecas cerradas ha sido doloroso.
El no escuchar a los promotores de lectura narrar sus historias de seguro hizo sentir a más de uno como si le hubiesen dado la espalda. Involuntariamente por su puesto, la emergencia sanitaria nos afectó a todos. Las comunidades en general, debieron sumar a las complicaciones que trajo el Covid19 la ausencia de lecturas, un desplazamiento forzado de las ideas que se debaten en las mesas y pasillos de estos lugares.
El cierre de estos espacios abiertos para hacer mucho más que tareas, para moverse libre y tranquilamente nos indicó que somos frágiles como las hojas de un libro. Algunas propuestas en Norte de Santander siguieron funcionando a pesar de las adversidades, a puertas cerradas muchos promotores y bibliotecarios del departamento fueron el sustento emocional de tantos niños y jóvenes encerrados en sus casas, incluso de aquellos que ni siquiera podían conectarse a internet.
En la semana que pasó, durante el Festival del programa Colores para la Paz, uno de los más exitosos en Norte de Santander por promover la lectura desde hace 17 años, Jenny Orellanos, Bibliotecaria en Tibú, afectada un poco en su salud, pidió la palabra para complementar el mensaje que el escritor Gonzalo España le daba a los niños que veían la transmisión, les dijo algo así como que el volver a abrir la biblioteca era un sinónimo de esperanza; con todo lo complejo que resulta, esto es una verdadera oportunidad para retomar el rumbo y asegurar las labores de los bibliotecarios no se detengan.
Difícil tarea lograr que se reactiven los espacios, mientras la pandemia nos alejó la violencia recuperó terreno, donde sonaban cantos de instrumentos y se veían escenas de bailes típicos, el silencio del temor hizo su presencia. Difícil pero no imposible, si algo han demostrado bibliotecas y promotores de lectura es abrirse caminos donde no los hay, de conectar lo que se cree irreconciliable, si de algo saben es de la importancia que tiene su labor para que la transformación desde la lectura, en futuras pandemias, nos haga resistir mejor. Volvamos a las Bibliotecas.
@yopoetrix