La Ley 30 de 1982 por la cual se organiza el servicio público de la educación superior, tan vilipendiada y atacada, sigue campante y vigente después de un cuarto de siglo. Es más, dentro de siete meses cumple veinticinco años.
En su artículo 6º ella define los objetivos de la Educación Superior y de sus instituciones y destaca, entre otros: a) Profundizar en la formación integral de los colombianos capacitándolos para cumplir las funciones profesionales, investigativas y de servicio social que requiere el país. b) Trabajar por la creación, el desarrollo y la transmisión del conocimiento en todas sus formas y expresiones y, promover su utilización en todos los campos para solucionar las necesidades del país. c) Prestar a la comunidad un servicio con calidad, el cual hace referencia a los resultados académicos, a los medios y procesos empleados, a la infraestructura institucional, a las dimensiones cualitativas y cuantitativas del mismo y a las condiciones en que se desarrolla cada institución. d) Ser factor de desarrollo científico, cultural, económico, político v ético a nivel nacional y regional. g) Promover la unidad nacional, la descentralización, la integración regional y la cooperación interinstitucional con miras a que las diversas zonas del país dispongan de los recursos humanos y de las tecnologías apropiadas que les permitan atender adecuadamente sus necesidades. i) Promover la preservación de un medio ambiente sano y fomentar la educación y cultura ecológica. j) Conservar y fomentar el patrimonio cultural del país. Deliberadamente, de todos los objetivos, he dejado solo los más generales para hacer algunas precisiones sobre los desarrollos regional y nacional, porque estos son el propósito principal de este ensayo.
A conciencia, ¿si están cumpliendo nuestras instituciones públicas y privadas de educación superior con los objetivos fundamentales que se refieren a liderar el desarrollo regional? Quisiera tener una respuesta positiva, pero tengo mis temores. ¿Por qué? Porque no veo una conexión importante entre la región y las IES. Porque no observo una posible vinculación de las comunidades universitarias con las autoridades gubernativas del departamento y del municipio. Porque las universidades juegan un papel legítimo, único y relevante en la cooperación internacional para el desarrollo. Porque para fomentar el desarrollo sostenible y mejorar el bienestar social se requiere, entre otros factores, la disponibilidad de profesionales altamente cualificados y la capacidad de la sociedad para innovar y adaptar las tecnologías y los conocimientos a un contexto nacional específico. Porque las universidades contribuyen al desarrollo de sus regiones por medio de sus cuatro ámbitos principales: la formación y el desarrollo del capital humano; la investigación científica; el desarrollo social y cultural; la innovación y el progreso económico. Y si no existen estas conexiones o vinculaciones con esas mínimas condiciones, ¿Cómo podría darse la incidencia de las universidades en el desarrollo regional?
Este tema ha sido mi tema en los últimos veinte años. Por mi cuenta, he comparado lo que nos ocurre acá con lo que sucede en otras regiones. En unos casos, el fenómeno es el mismo. En otros, son peores. Empero, tengo que afirmar que en otros casos, se observa palpablemente la importancia que han tenido las universidades en sus respectivas regiones.
“Copiar lo bueno no es malo” acostumbraba decir un amigo mío. Por esta razón, la Fundación Cultural El Cinco a las Cinco, que propende por el desarrollo regional y por el mejoramiento de las condiciones académicas y culturales de los habitantes de este terruño, ha invitado para el próximo viernes 2 de junio, a los exrectores de las universidades de Antioquia e Industrial de Santander, doctores Jaime Restrepo Cuartas y Jorge Gómez Duarte, respectivamente para que cada uno nos cuente en detalle, por un lado, cómo fue que se dieron los cambios y los adelantos de Antioquia, Medellín y todo el Valle del Aburrá, soportados bajo las premisas y los apoyos institucionales de la Universidad de Antioquia y las demás instituciones de educación superior de la región. Igualmente, por otro lado, como se presentaron los empujes y fortalecimientos del Departamento de Santander del Sur, de Bucaramanga y de las provincias Comunera y García Rovira, basados en los aportes académicos y culturales de la Universidad Industrial de Santander y las otras IES públicas y privadas asentadas en esa próspera región de la patria.
Ojalá que las autoridades departamentales y municipales, con sus secretarías de Educación y Cultura a la cabeza, la duma departamental y el Concejo municipal de Cúcuta y de los otros municipios del Área Metropolitana, los miembros de las Cámaras de Comercio y la Federación Nacional de Comerciantes, tomaran nota y aplicaran, guardadas las proporciones, los lineamientos que han sido apropiados y probados en dos territorios tan importantes de Colombia.
Ojalá también asistan los Consejos Superiores de las universidades, los rectores y los decanos, los docentes y los estudiantes, para que tratemos entre todos de recuperar el terreno perdido y reorientar las acciones y actividades de las IES en la dirección apropiada que favorezcan los intereses comunes de toda la comunidad nortesantandereana.