Los resultados de las elecciones del domingo 25 fueron un desastre para la izquierda democrática, que había ganado en tres ocasiones la alcaldía de Bogotá, cargo que perdió ahora por al cúmulo de errores cometidos por el alcalde Gustavo Petro, un magnífico parlamentario al que le quedó grande el más importante puesto de la capital de la República, en el cual no tuvo la inteligencia de conseguir el apoyo de la mayoría de sus gobernados y, por el contrario, demostró su incapacidad para administrar una ciudad que hoy tiene más de diez millones de habitantes y millones de problemas, el menor de los cuales es el deficiente servicio de transporte, eso para no mencionar la escasez de hospitales y la improvisación en todos los frentes de la administración.
Parece mentira pero el autor de la victoria del nuevo alcalde, Enrique Peñalosa, que ya había sido derrotado en cuatro oportunidades, fue el alcalde Petro, cuyos errores dieron municiones a sus enemigos para que hicieran campaña con una frase lapidaria: ‘’Recuperemos Bogotá’’, que representaba un grito de descontento de muchos capitalinos, quienes sentían que la ciudad se estaba deteriorando cada día más, por los errores de una administración que se caracterizaba por su torpeza y su terquedad por cometer errores costosos y enfrentarse a varios dirigentes que conocían los problemas de la capital como la palma de sus manos. Todos ellos consideraban que la ciudad iba hacía el desastre por los desaciertos del burgomaestre, una persona a quien no le gusta escuchar consejos y es obstinado hasta el extremo.
No hubo poder humano que hiciera corregir su equivocado rumbo al alcalde Petro. Se obstinó en derrochar los recursos de la ciudad en torpes programas que costaron mucho dinero.
Botó recursos en hacer simulacros de socialismo con las basuras y entonces importó carros usados que no sirvieron. También mostró unas máquinas tapa huecos que no tapaban ningún hueco. Luego anunció que recuperaría el hospital San Juan de Dios, invadido por varias personas desde hace décadas.
No inició una sola obra mientras los bogotanos veían con envidia que en Medellín se inauguraba moderno tranvía y un teleférico a los barrios marginales. Aquí, las obras no se veían y solamente se hicieron anuncios que no engañaron a nadie.
Los bogotanos se sintieron engañados y empezó una campaña, dirigida por famoso exalcalde, Enrique Peñalosa, quien la limitaba a dos palabras: “Recuperemos a Bogotá” los capitalinos se sintieron obligados a rescatar la ciudad de las manos de la izquierda, que se extravió en los vericuetos de las ambiciones presidenciales de Petro, a quien engañaron con el cuento de que podía ser presidente. No le dijeron que primero debía demostrar ser buen administrador pues si no era capaz con la ciudad, mucho menos lo sería con el país. Y entonces los bogotanos decidieron enterrar la absurda ambición de exguerrillero que se creía al segundo tomo del mandatario uruguayo, Pepe Mojica, quien se reveló como mandatario austero y eficaz. Aquí, ni lo uno ni lo otro. Fue derrochador e ineficaz. Pobre ciudad: las tres administraciones de izquierda fueron rotundo fracaso. Doce años perdidos.