Destacado pensador liberal que ha ocupado altos cargos en la administración pública, señala algo que ya hemos comentado entre amigos de la tertulia: los viejos partidos políticos, que inclusive se enfrentaron en varias guerras civiles, han entrado en peligrosa etapa de ocaso y retroceso, que los lleva inevitablemente hacia su desaparición.
Los síntomas de la decadencia son muchos, no dejan de mostrar que las dos viejas banderas, la azul y la roja, ya no ocasionan choques entre sus militantes, sino que son un recuerdo de viejas épocas que dejaron como saldo mucho dolor, destrucción y un sabor amargo en la boca, que se traduce en estos momentos en la aparición de una guerrilla comunista cuyos principal interés es exportar drogas, que dejan grandes ganancias, buenas para adquirir armas y vituallas, para armar más gente y destruir más oleoductos y torres.
El presidente Juan Manuel Santos quien ha sorprendido a quienes no creíamos en él con una propuesta que tiene como objetivo devolvernos la paz perdida desde la época del paisa Mariano Ospina Pérez, se ha empeñado en un diálogo con la subversión, a pesar de la terca oposición del expresidente Álvaro Uribe, también antioqueño, con la idea de acabar con la guerra civil que ha costado miles de vidas.
Hasta el momento, por la oposición de la extrema derecha y la estupidez de la izquierda, la idea pacificadora no ha tenido éxito.
Siguen la bala y los atentados terroristas, que se manifiestan en la destrucción de los oleoductos y las torres de energía, con inmenso costo para la economía nacional,
El impacto sobre la política nacional ha sido igual de devastador que la dinamita: está destruyendo toda la infraestructura.
Las llamadas colectividades históricas están desapareciendo ante el impulso de nuevos grupos que han resultado más atractivos para el oído de los esquivos votantes que ahora son atraídos por los cantos de sirena de nuevos partidos, que al igual que las iglesias cristianas, ofrecen la salvación eterna y la cura de todos los males.
Ahora el azul y el rojo son patrimonio de los equipos de futbol, cuyos seguidores también se han enfrentado en guerras a muerte, con saldo de varias víctimas.
Así no nos guste, somos país violento. En vista de las deserciones, los partidos colombianos tendrán que seguir el ejemplo del papa Francisco, quien está buscando nuevos feligreses en sectores distintos a los tradicionales.
El exministro Alfonso Gómez Méndez, autor de la advertencia sobre el peligro para el liberalismo, mostró el retroceso en las filas rojas, que pasaron de más de cinco millones de votos a un poco más de seiscientos mil, hecho que las colocó al borde de su extinción legal, ya que por poco alcanzó el umbral, la votación mínima para no perder la personería jurídica. Casi le decretan su extinción legal, lo que hubiera sido inmensa vergüenza, pues ¿qué tal el liberalismo sin personería? El conservatismo lo ha salvado la campana, como se dice popularmente, Las ideas de derecha las ha interpretado bien el, expresidente Alvaro Uribe, quien logró elegir 20 parlamentarios, en tanto que a la izquierda la ha afectado mortalmente el accionar de la guerrilla, cuya popularidad es mínima El futuro parece estar, pues, en los nuevos partidos, que ahora han decidido escoger a sus candidatos por medio de la recolección de firmas. Ese es el peor síntoma de la desaparición.
P.D. Llega al comando del ejército el general Alberto Mejía, hijo de un gran señor, el general Nelson Mejía Henao. Estoy seguro de que dejará muy en alto el nombre de su ilustre padre y será gran timonel de los destinos del Ejército