Pasó la jornada electoral del 11 de marzo, que definió un nuevo mapa político en Colombia y era la gran encuesta que todos estábamos esperando. Y como grandes perdedores surgen las encuestadoras, que actúan hoy como parte del departamento de publicidad de sus clientes, medios de comunicación o no; no tienen credibilidad. Por no mencionar que ni se acercaron a las grandes sorpresas del nuevo congreso, lo cual es difícil de lograr, pero la gran pifia estuvo en las campañas presidenciales: Petro y Duque estaban empatados. La distribución real si se consideran solo Duque y Petro, es 59% y 41%, respectivamente; 18 puntos porcentuales de diferencia no es ningún empate. Ahora si miramos las dos consultas, la distribución Duque-Petro pasa a 64%-36%.
Y este último es realmente el resultado más importante hacia futuro. Con Duque se alinearon las fuerzas de centro y derecha, y con Petro las fuerzas de izquierda, lo que explica los resultados. Es por descontado que el Polo, esa agrupación de fuerzas de todo el espectro de izquierda, como socarronamente lo dice el reelecto senador Ivan Cepeda, varias de las cuales buscan destruir la democracia liberal y la economía de mercado, se alineó en la consulta con Petro, lo mismo que lo hizo una parte del partido verde. Igualmente votaron por esa opción la parte serpo-samperista del partido liberal y algunos de la U, aunque con estos últimos nunca se sabe. Son camaleones profesionales. Hay que esperar el arte de malabarismo que irá a hacer Roy Barreras para “volver” al uribismo o al vargasllerismo; de alquilar balcón. Con Duque se alineó Cambio Radical, la parte gavirista del partido liberal (la parte de la Calle-Santos es ya políticamente insignificante en ese partido), los conservadores pro y contra Vargas Lleras, y partes de la U, aunque con estos nunca se sabe. Y se repartió entre ambos el voto de opinión, que en esta contienda es minoritario. Entonces, con las fuerzas alineadas espontáneamente, la carrera a mayo empieza con la centro-derecha en 64% y la izquierda variopinta en 36%, que pareciera ser su techo. Que se materialicen estas alianzas dependerá de muchas variables, sin ser la menos importante la vanidad de varios contendores. Es más difícil aliarse con Petro, quien solo acepta “seguidores”, como lo saben Navarro Wolff o Clara López. Pero puede que gane el odio profundo, tipo Cepeda, a la contraparte, que la racionalidad de un acuerdo. En la derecha, dejar a Ordoñez donde quedó, elimina un fundamentalista de la carrera. Ahora, los “políticos profesionales” querrán negociar con Duque, al estilo mermelada Santos, pero no parece que ese sea su talante. Fajardo es la gran incógnita, de que tanto tomará de cada bando, y de la Calle, quedó solo.
Y a Santos, una vez más, la mayoría le dijo NO, ya no solo a su proceso con las farc sino a todo su gobierno. Pero ese autista, no se sabe si por orgullo, vanidad, o simplemente porque le da la gana y las cortes lo apoyan, al día siguiente de la manifestación popular, reinició la mesa de Quito con el autodenominado eln. Y estos, a pesar de ser unos personajes absolutamente radicales y perdidos en el tiempo, viviendo del crimen organizado, como asociación de bandas sin dirección central, deben pensarlo bien antes de firmar con un personaje que promete todo, aunque no pueda cumplir, como lo mostró el proceso con las farc. No le importara ofrecer todo, porque no piensa cumplir nada. Es bueno ir pensando que si la alianza de centro-derecha gana en primera vuelta, se pida la salida inmediata de la presidencia de Santos, para que no deje más entuertos por arreglar.
Y se midieron las farc. Algo más de 50 mil votos, lo cual les daría como tres puestos en el Concejo de San Vicente del Caguan; el “ejército del pueblo”, que suponíamos tenía más de 500 mil afectos entre combatientes, milicianos y quinta-columnas, en universidades, sindicatos y cortes, solo tenía el 0,1% del censo electoral o el 0,2% de los votos válidos, y sobre esa cifra, siguen insistiendo en una gran “coalición” que les de un gobierno de transición. Definitivamente, tanto monte afecta la realidad.
La gran encuesta nos alejó bastante más del modelo madurista, pero no se puede cantar victoria. No hasta llevar a un demócrata real a la presidencia de Colombia. Mas sudor en estos dos meses, serán menos lágrimas en los siguientes años.