Muchos en Cúcuta creyeron que la pandemia del coronavirus le pondría punto final al espectáculo del cine, una de las diversiones más apetecidas por los cinéfilos locales.

Pero, ello no sucedió y quienes están detrás de este entretenimiento se han resistido contra viento y marea a dejarlo morir, no en vano cada año unas 500.000 personas de todas las edades, en promedio, compran un boleto para ir a la pantalla grande.

La pandemia, claro está, impuso límites, pero también se presentó como reto para que emprendedores empresarios reinventaran el espectáculo con una modalidad hasta ahora desconocida: los autocines.

Cuando se produjo el cierre de las salas al final del primer semestre de 2020, por la imposición de medidas para evitar la propagación de la COVID-19, inmediatamente se empezó a gestar la incursión de los cineautos y en cuestión de meses aparecieron en escena cuatro en distintos sitios del área metropolitana de Cúcuta, pero solo dos sobrevivieron: Autocinema 33 y Autocine Cúcuta.

“Este fue el momento que decidimos incursionar en este negocio, porque nos dimos cuenta que teníamos que mantenernos vivos como empresa y como familia, para no desaparecer”, dijo Gissel Sánchez, administradora de Autocine Cúcuta, que funciona en el lote del antiguo Centro Cenit, en La Riviera.

Para esta empresaria, que antes de la pandemia dirigía una compañía nortesantandereana de logística que prestaba servicios en espectáculos masivos, el reto que les impuso la pandemia fue mayúsculo. “Era irnos para la casa o seguir subsistiendo, y la decisión que tomamos fue abrir un autocine, pues contábamos con el personal y la logística”, dijo.

En un comienzo, la aparición de los autocines –agregó- fue vista, más como novedad, que como una alternativa de entretenimiento para mantener vigente el cine en la ciudad.

Grandes espacios 

La apertura de Autocine Cúcuta se produjo con capacidad para 150 vehículos. Mientras tanto, Autocinema 33 abrió puertas en el mismo sitio donde funcionaron las canchas sintéticas de Pinar del Río, en Los Patios.

Según Frank García, administrador de este negocio, no fue fácil mantenerse desde que aperturaron el servicio en octubre del año pasado, debido a los confinamientos obligatorios y a los toques de queda que se produjeron y que se extendieron hasta enero del presente año.

No obstante, la respuesta del público ha sido aceptable: hay dos funciones  diarias y en cada una acuden entre 400 y 500 personas en total en ambos autocines.

El negocio, según Sánchez y García, fue pensado para que perdure como una experiencia de entretenimiento para los cucuteños, y la misma se ha ido complementando con servicios de gastronomía gourmet que recibe en la comodidad de sus autos el público asistente.

En el caso de Autocine Cúcuta, sus administradores ofrecen los mismos estrenos que se llevan a la pantalla en las salas de cine legalmente constituidas. “Nosotros somos una sala de cine legal, autorizados por las casas distribuidoras que también surten a las compañías que operan en los centros comerciales de Cúcuta, lo que nos permite ofrecer un servicio de la mejor calidad a nuestros asistentes”, dijo Sánchez.

El público no en vano lo expresa sin tapujos: “ver una película en cualquiera de los dos autocines que funcionan en la ciudad me ofrece no solo seguridad para mi salud, sino comodidad e intimidad, porque estoy en mi carro solo con mi familia”, dijo Alejandra Cáceres, una abogada amante del cine.

Pero, no solo se puede ver cine desde el carro en estos negocios, en Autocine Cúcuta, por ejemplo, también hay una terraza con pantalla led con capacidad para que 80 personas que acudan en moto (o que no posean vehículo) puedan disfrutar de una película en medio de los más estrictos protocolos de bioseguridad.

En estos negocios, pese a la alta inversión que demandó su apertura, las tarifas para su ingreso están al alcance de todos los bolsillos: entre 20.000 y 25.000 pesos. Según los empresarios, la pandemia ha dado ya duros golpes a la economía cucuteña.

Ambos cineautos cuentan con páginas web que le permiten al público acceder a través de ellas a la compra de boletas, bebidas y alimentos. También se conocen allí las películas que están en cartelera.

“Esa es la ventaja, pues uno no tiene necesidad de bajarse del auto para nada, pues además de que hay personal que de manera segura lo atiende a uno, también se puede acceder a los servicios a través de WhatsApp”, cuenta Wilson Lozano, quien rutinariamente acude con sus dos hijos a cine.

Bajón del 80% en salas de cine

Las compañías que ofrecen el espectáculo del cine en los centros comerciales de la ciudad Cinemark y Royal Film libran una dura batalla para mantener vigente el servicio en medio de las restricciones que les impuso la pandemia.

Jorge Ávila, representante de Cinemark del Centro Comercial Ventura Plaza, admite que la pandemia disminuyó la asistencia en las seis salas que funcionan en este sitio en un 80 por ciento. “La verdad le estamos apostando más que todo al servicio y a que la gente tenga en su mente la recordación del teatro, de que hay un espacio disponible de entretenimiento”, dijo. 

En la actualidad, solo están activas dos funciones y deben operar con un aforo del 30 por ciento.

En una situación similar están las salas que tiene Royal Film, dijo la representante legal de esta compañía en Cúcuta, Zoraida Delgado.

La empresaria admitió que la afectación por la pandemia ha sido enorme, pues de tres salas y 80 empleados que se tenían disponibles en Cúcuta, hoy solo se tiene abierta la sala del centro comercial Jardín Plaza y con 14 empleados.

“En esta empresa imperan las medidas de bioseguridad para garantizar la salud de las personas. Pero aún así, la afectación en la presencia de público se siente. Se tiene venta de boletería por página web para evitar aglomeraciones.”, dijo Delgado.