Ubicado en la ciudadela de La Libertad, Valle Esther se caracteriza por ser un barrio que goza de un clima fresco, con un ambiente apacible rodeado de árboles que, en sintonía con el viento, confortan a sus residentes hasta en las tardes más soleadas de la ciudad.
Las primeras invasiones se dieron hace 45 años por parte de familias pobres de lugares aledaños, como Aguas Calientes, La Libertad y otros sectores de Cúcuta.
En los primeros tiempos, la comunidad sufría por la falta de agua, pues la única fuente a la que podían recurrir era la de aguas termales que brotaban en Aguas Calientes. Hasta allí iban los pobladores a recoger el líquido en baldes para llevarlo a sus ranchos.
Según recuentos históricos, las personas iban, lavaban la ropa en este lugar y tomaban las reservas necesarias para su diario vivir, sin embargo, debían pasar un tramo largo que hacía difícil el paso por el peso de los recipientes en los que llevaban el líquido.
De la misma forma, para poder tener energía eléctrica debían ‘colgarse’ de los cables de otros barrios y tomar el servicio de forma ilegal, pues no contaban con los postes en su sector.
Para esa época se intentó construir un tanque en el corazón del barrio y suplir la necesidad principal que era la falta de agua, pero esto generó problemas entre los que vivían en la zona porque tenían que hacer largas filas para lograr obtener la provisión de un día.
La comunidad espera que los impuestos pagados en años anteriores se vean reflejados en obras. / Fotos Luis Alfredo Estévez / La Opinión.
Las dos versiones
Respecto al nombre del barrio, se conocen dos versiones: una, que vivía por aquellos parajes en un ranchito una anciana muy conocida en los alrededores, quien criaba chivos y se llamaba Esther.
La otra versión señala que así se llamaba la finca propiedad de María Esther Prieto de Lamk, quien fue la encargada de vender los terrenos a la Junta de Acción Comunal, para que este fuera un terreno legal.
Aunque ambas versiones tienen la misma popularidad entre los vecinos, en lo que todos concuerdan es en que Valle Esther era conocido por los matorrales y cujíes que crecían por doquier, razón por la que la gente tenía que inclinarse al transitar por esta zona, o sus cabellos se podrían enredar en las zonas verdes.
Hoy, este sector de la ciudadela La Libertad posee un aproximado de 6.000 habitantes y tiene diversos sitios de esparcimiento, unos más relevantes que otros, como la cancha sintética Valle Esther, insignia del sector, ubicada en la avenida 17, una de sus vías principales, por donde circulan la mayoría de carros y vehículos de transporte público.
Sin embargo, varios vecinos, preocupados por el escaso mantenimiento que las administraciones anteriores han prestado a las más de 20 calles que se encuentran deterioradas, han gestionado mediante la Junta de Acción Comunal (JAC) y la administración actual un proyecto para adelantar estudios y pavimentar seis de las vías más transitadas y mejorar la circulación de todo el barrio.
Parques y zonas oscuras son usadas por los consumidores de drogas durante las noches. / Fotos Luis Alfredo Estévez / La Opinión.
Las buenas gestiones de las empresas públicas
“Veolia es una empresa que, al menos en esta zona, es muy atenta. Cuando la maleza alcanza una altura prolongada y es necesario podarlas, no dudan en asistir al llamado. Y si tenemos problemas con la barrida de algunas calles, a los días nos solucionan”, expresó Carlos González, presidente de la JAC.
Los habitantes resaltan que, gracias a que el alcalde (Jairo Yáñez) ha procurado llamar y atender a la Junta del barrio, se creó un canal asertivo de comunicación que ha permitido tejer estrategias para arreglar parques, vías y legalizar predios sin costos adicionales a las personas que han vivido en los terrenos durante años.
La comunidad espera que, después de tantas administraciones que no han colaborado en el crecimiento urbano del barrio, ahora se devuelvan con obras los recursos que pagan con sus impuestos.
El arreglo de calles continúa siendo una necesidad urgente. / Fotos Luis Alfredo Estévez / La Opinión.
Inconvenientes y atrasos con los servicios públicos
Debido a la ley para diferir el pago de los servicios públicos que creó el Gobierno el año pasado para contrarrestar los efectos de la pandemia, los vecinos de Valle Esther relatan que muchos inquilinos no pagaron sus obligaciones y ahora los dueños de propiedades se encuentran preocupados por el alza en sus recibos de agua.
“Eso fue injusto para los dueños de casa, nadie garantizó que las personas arrendadas pagaran sus obligaciones. A mí, como a muchos otros, me quedaron debiendo más de 600 mil pesos en recibos”, expresó González.
También denuncian las fallas en el servicio de alumbrado público. Meses atrás, cuando la iluminación de la cancha sintética presentó problemas, a la JAC no le quedó otra opción que obligar a la concesión mediante una tutela para el reemplazo de las luminarias.
La seguridad, recalcó el presidente, ha mejorado considerablemente. En años anteriores era común ser testigo de robos a plena luz del día o en la noche al frente de la misma casa de las personas, a mano de encapuchados con motos que atemorizaban el sector, pero una vez se reforzaron los cuadrantes de seguridad y ejecutaron operativos en el barrio, la situación mejoró.
Sin embargo, si bien se ha contrarrestado en el sector, todavía siguen existiendo pequeños robos y consumo de sustancias sicoactivas. Los jóvenes, en su mayoría, se valen de la maleza de los parques y de las zonas sin luz para cometer estos actos.
Desde la JAC han solicitado en varias oportunidades el apoyo de un CAI móvil en el lugar, para impedir la presencia de jíbaros y consumidores en los parques, pero no ha sido posible la gestión del mismo.
“Con la presencia de un equipo de uniformados en las zonas más críticas, los muchachos no vendrían y mejoraría la tranquilidad que se respira en algunos ambientes del barrio”, finalizó González.
El puesto de salud se convirtió en una bodega de archivos. / Fotos Luis Alfredo Estévez / La Opinión.
El puesto de salud se convirtió en bodega
En 1997, las personas que residían en este barrio celebraban la construcción de un puesto de salud, que lograría ahorrarles viajes hasta otros barrios o incluso al centro de la ciudad. Allí se hacían consultas de medicina general, odontología y exámenes de laboratorio, sin embargo, en ocasiones se veían cortos ante la demanda del sector.
Al parecer, la alegría fue efímera. González precisó que se convirtió en un espacio para guardar archivos de Imsalud, ahora los vecinos de Valle Esther se quedaron sin un lugar para las consultas de medicina externa y por lo tanto deben trasladarse hasta el barrio La Libertad y ajustarse a la demanda de este.