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Cúcuta
Alberto Donadío, con alto liderazgo en el periodismo de investigación
Ha escrito varios libros con denuncias relevantes sobre hechos de corrupción y otras conductas non sanctas.
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Cicerón Flórez Moya
Cicerón Flórez
Sábado, 23 de Septiembre de 2017

Abogado y periodista, Alberto Donadío ha hecho carrera como escritor e investigador público. Nació en Cúcuta y con 66 años de edad ha publicado 20 libros de temas políticos y económicos candentes. El más reciente es “Historia secreta de un espía ruso en Bogotá”. Su liderazgo en el periodismo investigativo lo pone en el primer plano en esa función.

El pasado mes de agosto, el Círculo de Periodistas y Comunicadores de Norte Santander le otorgó el premio “Eustorgio Colmenares Baptista”, como reconocimiento a su prestigioso desempeño en el periodismo.

Aunque usted en su libro “Los italianos de Cúcuta” cuenta historias de la ciudad, ¿qué recuerdos le suscita su regreso?

Todos los recuerdos. De la familia en general,  pero  especialmente de la persona que más me marcó a mí, que fue mi nono Antonio y aunque murió hace 50 años lo tengo presente con la menor distancia de tiempo. Era generoso y bondadoso. Siempre que vengo a Cúcuta reconstruyo el recorrido que hacíamos los dos. Salíamos de la casa de la avenida segunda con calle 10, seguíamos por la calle 11 hasta el parque Santander, bajábamos por el Salón Blanco y llegábamos a su oficina en la séptima con séptima, en el edificio Mercedes. Yo fui el nieto que más lo acompañó. Lo más grato es ese reencuentro con el abuelo.

¿Y cómo ve y siente a Cúcuta en lo que ha podido conocer, ver y recorrer de la ciudad?

Yo no puedo ser crítico de Cúcuta porque soy de aquí y no veo nada malo. Nada de lo nuevo afecta ese recuerdo placentero, tan plácido, tan humano. Predomina la imagen del abuelo sencillo y bondadoso a quien todo el mundo saludaba con afecto.

¿Y de la crisis fronteriza qué lectura tiene?

Primero el asombro, del cual uno no termina de salir, de ver cómo se trastocaron los papeles. Cúcuta era una ciudad que vivía de Venezuela, que estaba al lado de una potencia económica. Colombia era el país económicamente incierto, con una moneda débil que se devaluaba todos los años. Venezuela tenía moneda dura y el cambio era libre. Un dólar valía 4 bolívares con 30 céntimos y eso no cambiaba. Se admiraba el poderío económico de Venezuela. Nuestra prosperidad dependía de allí. Hoy se han trastocado los papeles: la economía colombiana es fuerte, con una moneda estable. Venezuela está en una situación de crisis que parece de ficción. Venezuela no hizo lo que pedía Uslar Pietri: sembrar el petróleo.

Usted que fue forjador del periodismo de investigación en Colombia, ¿cómo aprecia ahora esa tarea en los medios?

Ha continuado en los medios escritos y en los otros también. Es una tarea a la que se le concede importancia. Sucede, sin embargo, que los hechos y en especial la corrupción han desbordado la capacidad de investigación de los periodistas. Se ha creado de parte de los lectores una fatiga por tener la conciencia de que todo está podrido. Entonces esa noción de la gente en Colombia, según la cual la corrupción se apoderó de todo, hace que la resonancia que tenían los trabajos de investigación en otra época se haya perdido, pues ya no se necesita la demostración. De todas maneras, sigue siendo muy útil. Si no fuera por quienes tienen a su cargo la información, los comentaristas, los editorialistas, no habría una talanquera que advierta sobre un fenómeno que puede poner en peligro la propia estabilidad económica del país.

¿Cómo ve el papel de los medios en el cubrimiento del conflicto armado y el desarrollo de los acuerdos de paz que se están dando con las Farc y las negociaciones en marcha con el ELN?

Me parece que ha faltado de parte de los medios desvincularse del conflicto entre Uribe y Santos. También un análisis más crítico. Porque lo lógico sería que Álvaro Uribe, quien en su primer Gobierno tuvo el respaldo del 90 por ciento de la opinión pública por sus acciones contra la guerrilla, debería estar cobrando el triunfo militar y político que representa la disolución de las Farc. Él fue el artífice de la primera fase. Lo que Colombia ha hecho es lo que Alfonso López Michelsen siempre dijo: a la guerrilla hay que golpearla militarmente y luego negociar con ella. 

Por eso no entiendo por qué cuando hay una rendición de las Farc los uribistas buscan crear temor de que la guerrilla se va a tomar el país. Entonces, al darle los medios de comunicación tanto relieve a las posiciones de Uribe sin ningún filtro y sin ningún análisis crítico, ha permito que él, por el odio que le tiene a Santos esté haciendo una cosa ilógica. Fujimori en el Perú, pese a que fue un presidente corrupto y está condenado por eso terminó con la guerrilla de Sendero Luminoso. Uribe no hizo la misma barrida total, pero de todos modos dio un paso esencial que los colombianos apoyaron, y por lo mismo su actitud no es coherente. Los medios también han sido pasivos frente la propaganda oficial que habla de la reconciliación con quienes causaron tanto daño a la nación.

¿Cómo ve los nuevos desarrollos de los medios en Colombia de acuerdo con las tecnologías generadas por el sistema digital?

Se está pagando un costo muy alto. No se puede luchar contra la tecnología. Eso sería tanto como oponerse al computador para preservar la máquina de escribir. Desde luego que esas tecnologías le han hecho perder fuerza económica a los medios de comunicación. El ingreso de los medios se vino abajo. Y esto ha afectado la independencia y el estímulo a la investigación y las denuncias, además de poner en riesgo la estabilidad de los periódicos. Es una transformación inquietante. Y no es que la gente no quiera investigación, o crónica, o información. El problema es que se tiene que entregar gratis un producto que cuesta dinero. Se está ante una disyuntiva que no se sabe a donde va a parar.

Autor de tantas obras de investigación que revelan situaciones graves en el país, ¿qué nuevos proyectos ha asumido o qué le falta hacer?

Ya presenté en la Fiesta del Libro de Cúcuta la historia sobre un espía ruso que vivió en Colombia en los años 70 del siglo XX, contratado por la CIA. La obra se titula “Historia secreta de un espía ruso en Bogotá”. Fue un hecho relevante de la Guerra Fría. Ahora estoy terminando de escribir un libro sobre Samuel Moreno Díaz, el padre del exalcalde de Bogotá Samuel Moreno Rojas y de Iván Moreno Rojas, ambos condenados y símbolos de la corrupción destructiva. Trata no solamente del protagonismo en la corrupción de Samuel Moreno Díaz sino también su pasado como ‘pájaro’, conocido en su momento, el cual ha caído en el olvido. Tengo previsto escribir un libro sobre la Unidad Investigativa de El Tiempo, que iniciamos en 1972 con Daniel Samper Pizano y de la cual tengo todo el archivo. Creo que fuimos los primeros en América Latina en hacer periodismo de investigación en esa época. Quedan pendientes otros proyectos de libros para satisfacer el interés de la gente a pesar de lo costoso de su publicación.

¿Está satisfecho con los resultados de sus libros de investigación sobre tantos temas de impacto en la vida nacional?

Estoy satisfecho de poder dejar la constancia, que es un deber del periodista. Uno desearía que eso significara un cambio. Normalmente no es así, pero por lo menos se cumple la misión de registrar una verdad, aunque no siempre se haga justicia sobre los hechos denunciados.

¿Cómo ve la democracia en América Latina en los próximos diez años, por ejemplo?

Lo que parecía un continente rejuvenecido de la democracia hace unos años, ya dejó de serlo no solamente desde el punto de vista político sino también económico. Está Brasil sumido en una gran crisis impensable. Las tasas de crecimiento de Chile, Perú y Colombia, que estaban en 6 por ciento, se redujeron ahora al 1 y el 2 por ciento. Son niveles de crecimiento insuficientes para poblaciones jóvenes, de modo que el futuro de América Latina que se veía tan distinto hace unos años ha vuelto a una gran incertidumbre. Y sobre todo, la corrupción se ha convertido en la gran mancha de esos países.

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