Encender un bombillo en el patio de la casa, oprimir el botón de encendido y que su televisor empiece a emitir imágenes o, simplemente, poner a cargar el celular, puede ser, de ordinario, la costumbre de muchos nortesantandereanos en sus hogares.
Sin embargo, lo que casi nadie sabe es que garantizar que cada una de las anteriores acciones sean exitosas se debe al trabajo que se lleva a cabo desde el centro de control que Centrales Eléctricas de Norte de Santander (Cens-EPM) opera en el cuarto piso de su sede en la avenida Camilo Daza.
Es lo más parecido al cerebro humano, que emite órdenes, ejecuta acciones y mantiene el control de los 120 circuitos, 36 subestaciones y los 26.000 kilómetros de redes, una distancia semejante a la de ir y volver cuatro veces a Nueva York, para garantizar que la energía llegue de manera permanente y continua a los 510.000 usuarios que tiene Cens-EPM en Norte de Santander y varios municipios del Sur del Cesar y Sur de Bolívar.
Todo esto se encuentra bajo el mando de un director general, un ingeniero eléctrico y cuatro tecnólogos que en tres turnos monitorean, las 24 horas del día y los 365 días del año, la operación del sistema de despacho de energía en esta región del país.
La misión de estos profesionales, para quienes no hay Semana Santa, navidades ni partidos de la selección Colombia, es asegurar que cada hogar, industria o establecimiento comercial tenga a su disposición la energía que necesita para el normal desarrollo de sus actividades, explica el ingeniero Carlos Eduardo Solano, subgerente de Subestaciones y líneas.
Claro, su operación está fielmente vigilada y coordinada por el Centro Nacional de Despacho que se encuentra en EPM Medellín, cuyo sistema incluye generación y transportadores de energía.
El centro de control, o cerebro de Cens-EPM, es un espacio con tecnología de punta desde el cual se planea, supervisa y coordina la operación para atender la demanda de energía en Norte de Santander y municipios del Sur del Cesar como Pelaya, González, Aguachica, Gamarra, Río de Oro, y Morales, en el sur de Bolívar.
Controla que los 250 megavatios de energía que cubren la demanda en estos territorios fluyan sin ningún obstáculo, aunque cuando se presenta alguna falla, como la ocurrida el pasado domingo 2 de septiembre, cuando un incendio cerca de una torre de Termotasajero produjo un cortocircuito que apagó a Cúcuta por espacio de dos horas, también ofrece las soluciones.
El ingeniero Cristian Zambrano Medina, quien coordina las operaciones desde el centro de control, explicó que ‘el cerebro’ está soportado en dos sistemas: el Scada, sistema de control y adquisición de datos, que controla las 36 subestaciones y equipos de red, y el OMS, sistema administrador de redes.
Los dos sistemas se leen y cuando se produce la interrupción de un circuito, que se abre por maniobra desde el centro o por una falla, automáticamente quienes están en el centro de control lo detectan y proceden a dar la solución. “El reto es proceder con inmediatez, impedir que la falla afecte a más usuarios y velar que se reanude el servicio en el menor tiempo posible”, dijo Zambrano.
Aunque los términos tal vez no le digan mucho al usuario del servicio de energía, el propósito del cerebro, para el cual se desarrollaron estudios detallados para crear un entorno de conciencia situacional que permita a los operadores tomar las mejores decisiones en momentos de crisis, es disponer de información en detalle de la red y tomar acciones preventivas y oportunas para la seguridad del sistema.
Una vez se detecta la causa que produjo la falla, de inmediato parte la avanzada hacia el sitio, esto hace que en muchos casos el usuario ni sienta que se produjo algún daño.
El centro de control permite minimizar las emergencias, por ejemplo, si ocurre una falla en Belén, se procede a llevar energía de otra subestación.
Solano manifestó que diversas son las causas que afectan la operación del servicio, las más comunes en Cúcuta son los árboles, los cuales en temporadas de vientos hacen contacto con las redes y producen cortocircuitos.
Una cometa también es la causante de constantes cortos en la ciudad, porque cuando se elevan y se enredan en las cuerdas quedan abandonadas y al llover se convierten en hilo conductor de energía y del consecuente cortocircuito.
También las aves son protagonistas de daños en las redes.
Destacó, además, que este “es un servicio que los usuarios no ven, usted prende su bombillo y le llega la electricidad, pero la cantidad de pasos desde el punto de vista técnico que hay que dar requiere el trabajo de un equipo técnico muy importante”.
“La electricidad tiene una particularidad y es que hay que gestionarla, hay que decirle cómo y cuándo para garantizar que el sistema funcione y sea estable. Este centro es ese cerebro que entiende dónde se produce la energía, cómo se transporta, cómo se distribuye y cómo se le entrega a los usuarios”, puntualizó.