En octubre de 1998 Gabriel Zárate Caballero pasó a la fila de las víctimas del conflicto armado colombiano. Fue secuestrado por el Eln en un área rural del departamento del Magdalena cuando cumplía funciones de investigación en el CTI de la Fiscalía. Sobre esa traumática experiencia escribió un libro (“La Secreta: de la realidad a la fantasía”).
Zárate nació en Cúcuta el 28 de agosto de 1959 y en esta ciudad curso sus estudios hasta los primeros años de universidad en la facultad de Ingeniería de la Francisco de Paula Santander. Posteriormente completó su formación académica en Santa Marta.
En esta entrevista de La Opinión habla de sus vivencias.
¿En el desempeño de sus funciones en el CTI tuvo algún presentimiento sobre un posible secuestro o de los riesgos que podría correr en su seguridad personal?
Durante mi desempeño como funcionario del CTI nunca pasó por mi mente la idea o el presentimiento que iba a padecer secuestro, solo hasta que se produjo. Para nosotros, los que trabajamos en el CTI es claro que tenemos que combatir la delincuencia, pero cuando se trata de procedimientos en contra de delincuentes, dentro de la ciudad, se organiza un grupo de seguridad, suficiente mente grande y con apoyo de policía o ejército para realizar maniobras en contra de algún delincuente.
¿Cuándo le notifican el secuestro, qué reacción tuvo?
Cuando me notifican el secuestro ya era tarde para hacer algo. Mi reacción fue de aceptación de la situación y pensé en Dios. Me encomendé a Él y me dije a mi mismo: “me niego a mí mismo”.
¿Cómo vivió sus siete meses de cautiverio?
Inicialmente uno no sabe cuánto tiempo va a pasar en cautiverio. El tiempo se hace más largo, monótono, desesperante e incierto. Todo el tiempo me cuestionaba diciéndome que por qué estaba pasando por esa horrible experiencia. A los pocos días pensaba que había muerto en vida. No veía futuro ni sentía el placer de la existencia. Momentos de desespero y angustia fueron el pan de cada día.
¿Le quedan secuelas?
Sí. Me quedan y sigo luchando contra esas secuelas dejadas por el secuestro. En el sistema nervioso central queda un malestar permanente e imborrable denominado “estrés postraumático”, el cual debo calmar y mantener dormido con medicamentos y psicoterapia. Además, tengo secuelas de carácter físico, puesto que durante el secuestro sufrí ruptura del ligamento cruzado de mi rodilla derecha.
Eso ocurrió el primer día de secuestro, durante el ataque que perpetró la guerrilla contra la comisión del CTI, que estaba investigando las masacres hechas por paramilitares de las (Auc) frente norte en la vereda La Secreta de la Sierra Nevada de Santa Marta. También sufrí pérdida de la visión de mi ojo derecho al golpearme, días después con el dintel de la puerta de una cabaña en la frente. Ese día llegamos de una larga y extenuante caminata a reposar y en el dintela de la puerta de entrada había una puntilla sin clavar y sin cabeza. Al tratar de entrar, debido al cansancio, no calculé bien la entrada y me golpeé la frente con esa puntilla a medio clava. Eso me hizo perder la visión del ojo derecho convirtiéndose en catarata traumática. Fueron tres padecimientos que se ocasionaron durante el secuestro y de los cuales tengo secuelas.
¿Ha perdonado a sus secuestradores?
Sí, he aprendido a perdonar, aunque este sentimiento no se le puede decir en la cara a ellos, ni pienso hacerlo. El perdón lo he podido interiorizar para mi propia salud y paz interior. El dolor nunca se acaba. Esa llama queda siempre ardiendo. Lo que aprende uno es a controlarla. Controlar su intensidad para aprender a convivir con ella. Nunca acaba uno de entender y aceptar por qué sucede un hecho tan cruel y animal como el secuestro.
¿Qué piensa de quienes se levantan en armas por razones políticas o sociales?
Pienso que están errados. La civilización, la tecnología, el avance en la ciencia y desarrollo cultural, nos da las herramientas para participar como ciudadano de bien en el cambio y progreso de un país y una sociedad con futuro. Hacer uso de armas o violencia, solo nos remite a los estados de barbarie que hacen parte de lo que hemos dejado atrás como atraso y salvajismo.
Todo está en la educación y la familia. Si educamos y formamos socialmente a las nuevas generaciones con valores y principios humanos, la sociedad sería de tipo progresista. La delincuencia y actos execrables no tendrían cabida en el pensamiento de estos nuevos ciudadanos.
¿Cuál es su posición frente al acuerdo de paz con las Farc y las negociaciones adelantadas o que se adelantan con otras organizaciones armadas?
Frente al acuerdo de paz con los grupos alzados en armas, es bueno en principio. Lograr que muchos de ellos dejen las armas y se reincorporen a la vida civil suena maravilloso, siempre y cuando el acuerdo se haga con todos. Me refiero a que ninguno de los integrantes de la agrupación guerrillera en acuerdo se quede por fuera. Desde el guerrillero más insignificante hasta el comandante más connotado. Todos deben entrar o si no, no se debe seguir con los acuerdos. No se debe admitir disidencias. A mi modo de ver, en principio suena bien, pero echemos un vistazo retrospectivo a la experiencia que nos dejó el acuerdo con el M-19.
En ese entonces era el grupo que más daba de que hablar, a pesar de que las Farc ya existían. Incorporar a la vida civil y convertir en padres de la patria a muchos de ellos, ¿de qué nos sirvió al resto de colombianos de bien? Algunos integraron la Constituyente y otros más el Congreso de la República.
Me pregunto, ¿qué campañas, políticas, sociales o leyes educativas promovieron para proteger a los jóvenes campesinos, menores de edad para que no fueran reclutados por los demás grupos guerrilleros? ¿Qué hicieron en procura de mostrar y hacer conciencia en los demás grupos guerrilleros que debían dejar las armas y pelear con ideas de progreso y desarrollo? Es que no es dejar las armas sino las ideas delincuenciales. Tengo claro que cuando alguien decide ser guerrillero lo hace con alma vida y corazón, completamente convencido de lo que hace. O se ven obligados como es el caso de los menores de edad. Y llegar al Congreso de la República les sirve para seguir apoyando y fortaleciendo a los que están en el monte, desde el anonimato a la clandestinidad. ¿O acaso no sabemos que las escaramuzas de guerra que pretenda dar el ejército no son conocidas por ellos? Lo realizado con el M-19 sirvió para fortalecer a las Farc.
Ellos encontraron el camino expedito, para fortalecerse y seguir delinquiendo, para luego pensionarse con algún acuerdo de paz como el que estamos viviendo. La paz no es un acuerdo. No es un camino ni un objetivo o meta.
La paz es una forma de vida que se debe aprender desde la concepción del nuevo ser. Figúrese usted, una madre adolescente, maltratada, con un cuadro de vida social crítico, con pobreza absoluta, sin formación, ni estudios, asediada por la prostitución y drogadicción, con un hijo en su vientre, ¿qué le puede transmitir? Sólo dolor es lo que corre por sus venas. Si queremos una paz real y duradera, debemos empezar por revisar, primero, como se vive en familia.
¿Con el libro La Secreta, ya publicado, en el cual cuenta su secuestro, qué se propuso?
Con mi libro “La Secreta, de la realidad a la fantasía”, quiero mostrarle al mundo lo que realmente se vive durante un secuestro. Quiero revelar las atrocidades de padecer este tipo de delito de lesa humanidad. Además decirle a todos aquellos que son víctimas de delitos como este, que ellos no son los únicos que han sufrido este tipo de tormento, que somos muchos los que tenemos esa huella imborrable del secuestro en el corazón. Es una voz de consuelo, es un mensaje de superación. Quiero mostrarles a todos los que tienen el dolor a flor de piel, que podemos superarlo, que somos más fuertes que ese sufrir, que para nuestro bien debemos aprender a convivir con él, para no perdernos en el suicidio.
¿Cuáles son sus otras creaciones literarias?
Ya tengo en borrador suficiente material para mi segundo libro. Se trata de un poemario con cuentos y leyendas del Magdalena. Es algo hermoso que he creado. Quiero mostrar a mi Colombia. Primero lo presentaré en Cúcuta. Yo soy nacido en Cúcuta, pero desde temprana edad me radiqué en Santa Marta.
¿Tiene otros proyectos pendientes?
Antes del secuestro me había formulado una serie de proyectos. Todo eso quedó truncado. Mis capacidades mentales fueron bruscamente reducidas. Volví a nacer con la liberación, y comenzar de cero con mi proyecto de vida. Lo único que pude conservar es el talento de escritor y mi pensamiento sin malicia. Mi proyecto actual es seguir escribiendo y servir a la sociedad orientando la manera de pensar.
Los valores y principios tomaron fuerza en mí. No escatimo esfuerzos para dejar actos cargados de honestidad, ética, moral y servicio a la comunidad. Mi servicio está caracterizado por la pulcritud y con sentido de pertenencia. Me gusta orientar, aconsejar, impulsar, animar, pero nunca empujar.