Ser docente, más que una profesión, es una vocación. Se requiere de esfuerzo y mucha dedicación para orientar a los estudiantes, pero no solo para impartirles una clase, sino también para transformar sus vidas, brindarles una mano amiga, comprenderlos, ser pacientes y tener la capacidad de reinventarse cada día, porque ser maestro no es para cualquiera.
Hoy, La Opinión quiere brindar un pequeño homenaje a algunos docentes que, durante muchos años han dedicado parte de su vida a guiar y a enseñar con amor, reconociendo que, aún en medio de la pandemia, su ardua labor no se ha detenido, sino que, por el contrario, se ha fortalecido.
“Sea esta la oportunidad para agradecerles por el trabajo, compromiso y dedicación en este proceso educativo, haciendo posible que, en medio de esta pandemia, nuestros niños, niñas y jóvenes cuenten con una educación flexible y acorde a sus necesidades. Gracias por continuar a pesar de las dificultades dando lo mejor de cada uno de ustedes, porque creemos que la educación es el mejor motor de progreso y desarrollo. Feliz día para todos”, es el mensaje que envía la secretaria de Educación de Norte de Santander, Laura Cáceres Niño, a los más de 6.300 docentes del departamento.
Eduardo Esteban Pérez León
Un ingeniero mecánico que eligió la docencia desde hace 14 años. Actualmente trabaja en el Instituto Técnico Guaimaral en donde orienta las clases de Matemáticas, Tecnología e Informática, teniendo a su cargo más de 200 estudiantes.
Para este gran maestro, lo más gratificante en su profesión es ser el ejemplo para sus pupilos, demostrándoles que enseña con pasión y no por obligación y que, “el ejemplo consiste en esforzarse por conseguir las cosas”.
En medio de la pandemia, el ‘profe’ Eduardo considera que, la virtualidad ha sido una gran oportunidad para mejorar la educación, aunque lamentablemente no todos los niños y jóvenes cuentan con las herramientas básicas, por lo que cree que es necesario apostarle un poco más a las nuevas tecnologías, resaltando que, por ejemplo, las situaciones de indisciplina disminuyeron en casi un cien por ciento gracias a esta nueva realidad.
Con más de 45 reconocimientos a nivel nacional e internacional, Eduardo asegura que el mayor premio para un docente es ver la sonrisa de los estudiantes cuando “van logrando sus metas y uno ha sido parte de ese proceso”.
Azula Sanguino Quintero
Maestra universitaria desde el año 2000, profesional en Microbiología. Aunque no estaba dentro de sus planes ser docente, con el tiempo se fue enamorando de esta gran labor.
Vinculada con la Universidad Francisco de Paula Santander (UFPS) y la Universidad de Santander (UDES), en donde se desempeña como docente de los programas de Ingeniería Biotecnológica, Licenciatura en Ciencias Naturales y del Medio Ambiente, Ingeniería Agroindustrial y Bacteriología.
Para Azula, lo más complejo de su labor en medio de la pandemia ha sido el no poder compartir con sus estudiantes la parte práctica, ya que “ellos anhelan encontrarse en los laboratorios, poder trabajar, ver el microscopio”.
Sin embargo, asegura que de parte de las dos universidades ha recibido asesoría para adaptarse a las nuevas tecnologías, lo que le ha permitido adecuar sus clases de laboratorio a través de vídeos y otras dinámicas.
“Me apasiona ser docente, es gratificante. Quisiera que me recordarán como una docente que quiere siempre que sus estudiantes sobresalgan, que le gusta enseñar y compartir sus conocimientos”.
Caterine Mojica Acevedo
Profesional en Comunicación Social y Periodismo, así como en Comunicación Organizacional. Con una experiencia de más de 21 años en la docencia, es actualmente la coordinadora de prácticas del programa de Comunicación Social de la Universidad de Pamplona en el que guía a 55 estudiantes.
Asegura que, en medio de la emergencia desatada por la COVID-19, lo más difícil no fue adaptarse a la virtualidad o a la tecnología, sino al estar en casa, ya que, el lugar que se consideraba era íntimo y de descanso, terminó convirtiéndose en sitio de trabajo, gimnasio, etc.
Para Caterine, su logro más grande es ver a los estudiantes cuando se convierten en excelentes profesionales y toman diferentes rumbos: muchos en el área del periodismo, otros en el área organizacional y otros del lado de las comunidades.
“Creo que los años han servido para ver el reflejo de lo que se hace dentro del aula de clase en ese profesional exitoso que sale y puede empezar a ejercer, también el trabajo que ha venido creciendo en mí como profesional”.
Laura Vianey Barrera Rodríguez
La profesora Laura asegura que, eligió ser docente porque nació con la “vocación de servicio, de compartir y ayudar al otro”. Es docente desde hace 17 años.
Licenciada en Biología y Química, porque desde muy pequeña sus maestros le infundieron el amor por estas áreas. Aunque inició orientando clases en los grados de bachillerato, desde el 2010 está dedicada a enseñar a más de 250 niños de tercero, cuarto y quinto grado en la asignatura de Ciencias Naturales de la Institución Educativa Pablo Correa León. También hace parte de la Universidad Simón Bolívar en el área de investigación.
La profesora reconoce que, con las clases virtuales ha tenido que hacer un mayor esfuerzo, sobre todo porque trabajar con los niños de primaria es más complejo que con los jóvenes de secundaria, sin embargo, “es algo muy bueno, porque a los niños les gusta preguntar y entonces en nuestro momento pedagógico no quedamos solos y solucionamos algunas inquietudes”.
Para Laura, lo más gratificante es el momento en que un niño dice “pude aprender, me gusta esta área, esta es la mejor clase”.
Omar Duarte Ballén
Diseñador Publicitario. Desde el año 1998 está inmerso en el mundo de la docencia. En la actualidad se desempeña como profesor de la Fundación de Estudios Superiores Comfanorte (FESC) en el programa de Diseño Gráfico.
El profesor Omar señaló que, gracias a que la FESC venía trabajando en su propia plataforma digital, con la llegada de la pandemia fue un poco más fácil desarrollar las clases virtuales para sus más de 200 estudiantes.
Señaló que, aunque los celulares son la herramienta principal para que los jóvenes desarrollen sus trabajos, se han convertido en una distracción, porque, aunque los docentes entregan lo mejor de sí para cada clase, muchos estudiantes a veces no los valoran.
No obstante, el profesor aseguró que es feliz cuando enseña y ama ser docente, ya que, con los años se ha dado cuenta que su labor no es solo enseñar, sino también aprender de sus estudiantes.
Quisiera que lo recuerden siempre no como un docente, sino como un amigo más.
Fanny Milena García Carrillo
Egresada de la Escuela Normal Superior María Auxiliadora. De allí su vocación para convertirse en docente hace 21 años.
Recuerda cuando su mamá le contaba que, de pequeña jugaba a ser maestra y “que yo sacaba el tablero y les enseñaba a otros niños. El liderazgo también me ha caracterizado y esos son valoren que han aportado a mi profesión como docente”.
Licenciada en Lengua Castellana y Comunicación. Se desempeña como profesora de la Institución Educativa Colegio Rafael Uribe Uribe, donde orienta el área de Lenguas Extranjeras, pues desde el 2013 cuenta con el nivel B2 de inglés.Dirige los grados octavo y noveno.
Si bien es cierto que con la pandemia la recarga laboral de los maestros es mayor, para la profesora Fanny, su vocación de servicio le ha permitido atender siempre a sus estudiantes y a los padres de familia sin importar la hora o el momento.
“Me hace mucha falta estar en el aula de clase y ver la sonrisa de los estudiantes, eso se extraña bastante, pero lo más gratificante es cuando uno los ve convertirse en profesionales”.
Sandra Yaneth Albarracín Osorio
Es docente desde el año 1994. Asegura que, en su familia le inculcaron el amor por la docencia.
Llegó al Colegio Sagrado Corazón de Jesús en el 2002, donde inicialmente se desempeñó como coordinadora de primaria, para luego convertirse en docente del área de Ciencias Sociales en los grados de noveno y décimo, donde interactúa con más de 400 estudiantes, porque son varios cursos.
Con el tema de la pandemia y las clases virtuales, señala que afortunadamente la institución educativa les brindó el apoyo y la asesoría para adaptarse a las nuevas tecnologías, destacando que ha sido muy difícil el no tener contacto físico con los estudiantes, pues desde hace más de un año solo los ven a través de una pantalla.
“Sentimos la necesidad de estar cerca de ellos. No es lo mismo estar en una pantalla donde no todos encienden la cámara, o donde todos no nos escuchamos y ha sido muy difícil, pero hemos tratado de trabajar al máximo y de llevar a los hogares la formación y no abandonarlos”, expresó la docente.
La profesora manifiesta que, más allá de una clase teórica, también es importante brindar una palabra de aliento a quién no está bien, un consejo, hablar y compartir alegrías o tristezas, situaciones que se dan en la presencialidad.
Para la maestra Sandra, lo más gratificante de ser docente es cuando sus estudiantes dan las gracias y regalan una sonrisa.
“Quisiera que me recordaran como una persona alegre, líder, porque me gusta que mis estudiantes se preparen para que sean los líderes de nuestra región”.
Yurgen Andrés Cuevas Rodríguez
Docente de la Institución Educativa San Francisco de Sales. Es Licenciado en Biología y Química.
Desde muy pequeño supo que la pedagogía sería su forma de vida y hoy ya cuenta con 12 años de experiencia en esta grandiosa profesión.
Ha orientado clases en primaria, secundaria y universidad, reconociendo que, guiar a los niños es “mucho más espontáneo, mientras que con los grandes es más elaborado el conocimiento y en esa medida lo retan a uno, tanto los chiquitos como los grandes”.
Está a cargo de los grados cuarto y quinto con más de 220 estudiantes.
En medio de la virtualidad, el profesor Yurgen encontró en la red social de Facebook una nueva forma de enseñar, pues cada semana hace clases en vivo, permitiendo que las familias también aprendan.
Gracias a esto obtuvo un reconocimiento por parte de la Secretaría de Educación Municipal, en el marco de “Mejor experiencia significativa”. Quiere que lo recuerden como aquel docente que logró enamorar a sus estudiantes de las Ciencias Naturales.
Martha Nidia Casanova Guerrero
Hace 32 años ejerce como docente. Actualmente está en la zona rural del municipio de Cucutilla, en el Centro Educativo Román, ubicado en el caserío Tierra Grata, entre Cucutilla y Arboledas. Asegura que desde muy pequeña tiene el don para enseñar.
Es Licenciada en Administración y Planeamiento Educativo de la Universidad de Pamplona, con especialización en Gestión y Proyectos Informáticos.
Orienta la asignatura de Español en los grados sexto, octavo , décimo y once. Así mismo, enseña Informática en séptimo, octavo y noveno; y Ética y Valores en los grados de décimo y once.
Para la profesora Martha, lo más gratificante de ser docente es ver el "avance de muchos jóvenes que con mínimos recursos han logrado salir adelante".
Con la virtualidad, la docente reconoce que el proceso ha sido un poco complejo, porque en la zona rural los estudiantes no tienen acceso a internet.
Los docentes de esta zona han tenido que adaptarse a enviar guías que son entregadas cada mes a los estudiantes y a recibir cientos de fotos a través de sus celulares con los trabajos resueltos, una labor compleja, pero que les llena de satisfacción, pues enseñan por pasión y no por obligación.
"Es una gran recarga académica, porque nos toca hacer las guías de manera que los estudiantes las puedan entender en la casa. Entonces tratamos de darles lo más esencial para que las puedan desarrollar sin tanta dificultad", explicó la profesora Martha.
Para la maestra, uno de sus mayores logros es ver a los estudiantes que ha orientado durante sus 32 años y saber que ya todos son profesionales, algunos colegas y otros que, aunque están dedicados a las labores del campo "son gente de bien que construyen país".
Quiere que la recuerden como la mejor amiga y orientadora.
"Ante las dificultades de cualquier índole hay que perseverar y siempre pedir la dirección de Dios cada día. Quiero felicitar a todos los docentes que día a día acompañan a sus estudiantes en el logro de sus competencias y ofrecen una educación integral", agregó la 'profe' Martha.
Doris Yolanda Vera Gutiérrez
El 07 de febrero de 1989 fue el día en que la profesora Yolanda incursionó en la docencia. Aunque en un principio inició en el área de primaria, con los años llegó a orientar clases en bachillerato.
Trabaja en el corregimiento y colegio de San Bernardo de Bata, ubicado en el municipio de Toledo en donde orienta a más de 70 estudiantes de los grados décimo y once con la media técnica de agroindustria alimentaria.
Para la profesora Yolanda, lo más gratificante es orientar a los jóvenes, no solo en teoría, sino enseñándoles a ser mejores personas, pues son ellos los protagonistas en la transformación de la sociedad.
Manifestó que, es feliz cuando enseña y que sí ama ser docente, porque al estar con los estudiantes "solo nos entregamos a ese proceso y damos lo mejor para sacar adelante a los muchachos. Soy feliz porque en eso me preparé. Uno no solo enseña, sino que también se forma en ese proceso. Soy feliz porque he llevado a cabo mi trabajo con responsabilidad y compromiso".
Le gustaría que la recordaran como "una persona feliz que siempre estuvo ahí cuando sus estudiantes la necesitaron. Mis compañeros me recordaran por mi espíritu de servicio y solidario".