Tomasito, de ocho años, corre semidesnudo y descalzo por la polvorienta calle del barrio La Cumbre, uno de los más pobres de Cúcuta, en el extremo norte.
Su casa colinda con el cementerio El Gólgota y con una hilera de casas de ladrillo, tabla y techo de zinc, que parecen colgar de la escarpa. Allí, en ese cerro, unos trescientos niños pasan las horas atrincherados en sus casas, otros juegan por entre los matorrales como gacelas.
También, desde allá arriba, se tiene una vista espléndida del norte de la ciudad con la cárcel Modelo en primer plano, y más al fondo, el aeropuerto Camilo Daza.
A veces, Tomasito aprovecha la ubicación estratégica de su barrio para pasar horas sentado y con la vista puesta en el paisaje. Esa es una de sus pasiones y en lo que más le gusta entretenerse, debido a que en su barrio no existen parques ni juegos infantiles a los que pueda ir a jugar como lo hacen los niños de otros barrios en los que sí hay.
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Por la misma vía donde corre Tomasito se llega a Colinas de El Salado, otro barrio igual de pobre a La Cumbre y con casi la misma cantidad de niños con las mismas necesidades.
Al recorrer por la empinada calle destapada se observan grupos de niños jugando cartas. Es una de las diversiones a las que más dedican el tiempo libre.
En un terreno de siete metros de largo por tres de ancho, en medio de obstáculos y de hierros retorcidos, otros niños intentan jugar a la pelota. El único entretenimiento que tienen allí es el esqueleto de lo que antes fue un columpio, de donde juegan a colgarse.
Yonny Castro, padre de dos niños de siete y 12 años, confiesa que si sus hijos están privados de diversión es por vivir en un barrio pobre. “Me entristece mucho cuando me piden que quieren jugar y no hay a dónde llevarlos en el barrio”, dice.
María Antonia Acevedo, madre de tres hijos, todos menores de edad, dice que como no hay parques, lleva a sus hijos hasta La Cumbre para que vean salir y llegar aviones al aeropuerto Camilo Daza.
El parque con juegos infantiles más cercano está a 45 minutos de camino, en El Salado. O a hora y 45 minutos, en la avenida Los Libertadores, donde se cumple la ciclovía dominical.
En otro extremo de la ciudad, en Ciudad Rodeo, a un costado del anillo vial de occidente, en improvisadas canchas que ellos mismos construyeron, una docena de niños se divierte jugando fútbol.
Lo hacen en terrenos destapados y llenos de piedras, que pueden causar lesiones graves si no se sabe caer. Así se entretienen centenares de niños no solo en este sector, también en Cerro Norte, Los Alpes, Sevilla, Sabana Verde, Tucunaré, en donde cualquier espacio libre, árbol o tubo abandonado puede servirles de excusa para su diversión ante la ausencia de escenarios dignos.
En José Bernal, otro de los barrios más pobre de la ciudad, donde habitan no menos de mil familias, entre estas unos 2.500 niños, la diversión que tienen les cayó literalmente del cielo, no de la alcaldía, sino de la mano de jóvenes estudiantes que hacen parte de la organización Aiesec.
Allí, en un terreno escarpado, se construyó para ellos un parque, una pequeña huerta y una cancha, y en ello no se empleó un ladrillo ni una libra de cemento, todo se hizo con materiales reciclables, llantas viejas y juguetes viejos a los que se les puso color y un poquito de amor.
‘Ahora hay más parques’
Al ser indagado por la falta de escenarios para que los niños de barrios pobres se diviertan al igual que lo hacen los de los otros sectores de la ciudad, el alcalde César Omar Rojas respondió que en su administración los niños de Cúcuta cuentan con más alternativas de recreación que antes.
Se han construido nuevos parques en las comunas Dos, Cuatro y Cinco, como es el caso del Bosque, Cámbulos, Prados Norte y Prados del Este.
Pero también se ha hecho énfasis en la construcción de canchas, polideportivos y biosaludables con juegos infantiles, en los barrios pobres de las comunas de Atalaya, Belén, La Libertad y Aeropuerto.
Rojas dijo que encontró toda la infraestructura recreativa destrozada y por ello se planteó recuperar en el presente año 100 parques en las diez comunas de la ciudad, con una inversión de $5.600 millones. Además, se construyeron 60 nuevos parques con juegos infantiles y más de 120 parques biosaludables que antes la ciudad no tenía.
En total, la inversión para recreación asciende, en lo que va corrido de la presente administración, a $30.000 millones.