Construir equipos exitosos es hoy más desafiante que nunca. Entre el trabajo remoto, los horarios flexibles y las diferencias generacionales, líderes de todos los sectores buscan soluciones efectivas. Aunque han probado incentivos y dinámicas de “team building”, pocos logran resultados duraderos.
En All in, Mike Michalowicz, autor “bestseller”, comparte su fórmula probada para crear equipos imbatibles en cualquier entorno. Su enfoque no solo se centra en atraer talento, sino en convertir a cada colaborador en un recurso valioso, comprometido como un dueño.
Descubre en este libro cómo construir una comunidad donde todos asumen responsabilidades, crecen y prosperan. Lea aquí un fragmento de All in, editorial Conecta, para profundizar en estas claves para alcanzar el éxito organizacional.
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Fragmento
Entre los primeros días de trabajo que podrían tenerse, seguro el de Alexander Vasiliev es uno de los peores. Al final de su turno como guardia de seguridad en el Centro Presidencial Boris Yeltsin en Ekaterimburgo, Rusia, enfrentó cargos penales, le costó más de 3 mil dólares a su empleador y fue noticia internacional… solo se necesitó una pluma para causar tantos estragos. Resulta que Vasiliev, aburrido, dibujó dos pares de ojos en los rostros inexpresivos de Three Figures, la obra maestra de vanguardia de Anna Leporskaya. La pintura estaba valorada en casi un millón de dólares y había sido prestada por la Galería Estatal Tretyakov de Moscú. Vasiliev fue despedido junto con la empresa de seguridad y acabaron pagando la restauración del cuadro. Cuando se le preguntó sobre su pequeño garabato (alias acto de vandalismo), Vasiliev dijo que no sabía que las pinturas eran valiosas, que no le gustaban y, ¡ah sí!, que algunas estudiantes lo incitaron a dibujar en las caras. Claro que sí, amigo…
A más de ocho mil kilómetros de distancia, Ben York, guardia de seguridad del Museo de Arte de Baltimore, tuvo una experiencia laboral muy diferente. Durante años, había contemplado 50 Dozen del artista Jeremy Alden, una silla hecha con seiscientos lápices número dos. York había fantaseado con sentarse en la silla, pero nunca lo hizo porque sabía que no podía. Tanto él como sus compañeros guardias tenían un profundo respeto por el arte.
Entonces, Amy Elias, miembro de la junta directiva del museo, tuvo la idea de invitar a los guardias a curar su exposición: ‘Guarding the Art’. Durante los años de preparación, los centinelas de seguridad tomaron todas las decisiones sobre la exposición, desde qué piezas se exhibirían hasta el color de la pintura de las paredes. A medida que fueron comprendiendo mejor el proceso, aprendieron sobre la necesidad de que el arte funcione de manera armoniosa y fluida; a la par, entendieron mejor su papel en el museo. Ahora tienen una visión diferente de su relación con el arte.
Traci Archable-Frederick, una guardia de seguridad que eligió la pieza de “collage” contemporáneo Resist #2 de Mickalene Thomas, dijo: “Estoy muy orgullosa de esta pieza, es como si yo la hubiera hecho”. En cuanto a York, escogió la silla en la que llevaba tanto tiempo pensando. Siempre había protegido la pieza y ahora quería celebrarla. En el texto de su etiqueta, afirmó: “Elegí 50 Dozen, en parte, porque me resulta gracioso pensar en una silla que se rompería si de verdad te sentaras en ella, como si fuera una broma hacia los guardias cansados”.
Como líderes empresariales, buscamos en todos lados empleados que den más, hagan más y quieran más, como los guardias de seguridad del Museo de Arte de Baltimore, pero lo más común, es terminar con personas que usan un marcador sobre nuestra obra maestra de valor incalculable, si es que encontramos algún candidato. Y como no tenemos un equipo sólido, gastamos demasiado tiempo y dinero tratando de encontrar mejores personas y reteniendo a los empleados que tenemos. Con suerte, contamos con un par de personas increíbles en nuestro personal, pero su trabajo se ve comprometido porque sus colegas no hacen su parte.
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Si sumamos alguna variable o contingencia (una emergencia sanitaria global, una división generacional, cambios en los estándares y políticas laborales), conseguir personal para tu empresa (ni hablar de crear un equipo que funcione todos los días) es una lucha implacable. Parece que la mayoría de los días son como manejar adolescentes rebeldes y, tan pronto los dominas, alguien vuelve a arruinarlo todo para el equipo. Esta volatilidad ya es bastante dura para las corporaciones… para las pequeñas empresas, puede ser devastadora.
Desde que escribí mi primer libro en 2008, me he dedicado a ayudar a emprendedores como yo, a las personas que iniciaron sus negocios y los dirigieron. Entonces llegó la llamada de una de esas megacorporaciones: Guardian Insurance. A María Ferrante-Schepis se le encomendó la tarea de descubrir cómo formar un equipo de ventas que adorara a sus clientes, se preocupara por la empresa y estuviera por completo comprometido con su trabajo. Sí, Guardian había investigado durante años y había encontrado algunas cosas interesantes, pero se trataba de grandes asuntos corporativos. Esta líder de recursos humanos quería el secreto que habían descubierto las pequeñas empresas exitosas (como la mía y las de tantos emprendedores que he conocido). Mmm… ¿Conque una gran empresa quiere saber cómo lo hacemos? Al principio me sorprendió, pero luego me di cuenta de que su interés tenía sentido.
Las pequeñas empresas no ofrecen a sus empleados enormes escaleras para subir. El trabajo no es estable. Las microempresas rara vez pueden ganar una batalla de ofertas de remuneración. Y no podemos ocultar los errores de contratación con puestos de “relleno”. No contamos con fondos ni recursos suficientes, pero muchos emprendedores lo logran. Algunas empresas pequeñas están repletas de “jugadores estrella”, pero la razón no es tan obvia.
Pensé en mis colegas y otros dueños de pequeñas empresas que cuentan con equipos extraordinarios, leales y motivados. No tienen trabajadores que maten el tiempo hasta fichar su salida o que hagan lo mínimo hasta encontrar un trabajo “mejor”. Tienen empleados estrella que hacen el trabajo para el que fueron contratados, que aman lo que hacen y que buscan maneras de contribuir y resolver problemas. Empleados comprometidos que se preocupan tanto por las empresas para las que trabajan como los mismos propietarios.
Detente por un momento y considera esa posibilidad. ¿Qué podrías hacer si tuvieras un equipo que se preocupara tanto por tu empresa como tú? Su misión, clientes, crecimiento, futuro… La verdad es que no es una quimera; es una necesidad. No puedes impulsar la rentabilidad, gestionar las disrupciones ni escalar tu empresa si a tu equipo no le importa tu negocio.
Cuando hice mi primer plan de negocios a la tierna y despistada edad de veintitrés años, no imaginé un equipo así. ¡Caray!, ni siquiera sabía que necesitaba uno. Pensé en contratar personas que estuvieran calificadas para hacer el trabajo y que todos haríamos lo posible para brindar un buen servicio a nuestros clientes. ¡Error! (suena la chicharra de un programa de concursos).
Para encontrar y conservar excelentes empleados, probé todas las cosas (incorrectas), y luego más cosas (incorrectas), y luego inventé algunas cosas raras y las probé también. Pero seguí volviendo a los mismos desafíos. Sin importar mis esfuerzos, me sentía paralizado, descorazonado e impotente. Reclutar gente, retenerla, ni hablar de “elevar el nivel…”, todo eso era una vida de constante frustración y de sentirme abrumado.
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