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Cultura
La odisea de un arquitecto cucuteño para ganarse un concurso en China
Dan Gamboa contó a La Opinión los problemas de suerte y de salud por los que tuvo que pasar antes de llegar a su objetivo.
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Johan Castillo
Sábado, 7 de Abril de 2018

Para ganar un concurso en China, el país más poblado en todo el mundo, se necesitan siete meses de sufrimiento y 48 horas de trabajo completo. Eso fue lo que le pasó a Dan Gamboa Bohórquez, un arquitecto cucuteño que con un proyecto de bibliotecas experimentales, y sin siquiera pensarlo, logró llegar al SkyCity Challenge en medio de las dificultades.

El concurso tenía un único objetivo: escuchar ideas de todas las partes del mundo sobre qué hacer con el edificio J57 de Changsa (China), un rascacielos de 200 metros de altura con 57 pisos construido en solo 19 días. El proyecto de Gamboa, llamado The Climbing Library, él lo cataloga como sencillo y claro. Una idea que forma comunidad a través de una biblioteca en la que los niños pueden ir subiendo de grado a medida que la van escalando.

Este concurso obtuvo 87 presentaciones de más de 35 países, de los cuales solo 17 ideas fueron seleccionadas. De ese total hacen parte tres colombianos: Linda Gallego, Juliana Quiñónez y el cucuteño Dan Gamboa.

Sin embargo, para un creyente del papel de las redes sociales, viajero empedernido y alguien que disfruta de enfrentarse a sus miedos, llegar hasta allá no fue nada fácil: la suerte y la salud le hicieron una mala jugada.

El reto

“Era agosto de 2017 y charlaba con amigos”. Veían la posibilidad de participar en este concurso, algo muy ambicioso para considerarlo de un momento a otro, pero muy atractivo para iniciar con una lluvia de ideas.

Esto no resultó del todo bien para Gamboa, pues a medida que se iba acercando la fecha de entrega, el proyecto estaba solo en palabras. Sus dos amigos no confirmaban su compromiso.

“Empecé a presionarlos. Les dije: si en verdad lo quieren hacer, necesito que ustedes confirmen: es ya o nunca, porque esto no puede esperar ni dilatarse más”, recordó el cucuteño.

Pero entre la respuesta de las otras dos personas y la disposición que tenían, Dan se dio cuenta de que estaba solo y, peor aún, que faltaba menos de una semana para entregar un proyecto que requería de tiempo, dos láminas, un texto bien fundamentado y un video de 10 minutos.

Desde ahí empezó a interiorizar preguntas: ¿me gusta la idea? ¿me siento cómodo con ella? ¿es un proyecto ganable?

Y aunque se equivocó al pensar que no era un concurso ganable, a pesar de que tenía posibilidades, puso en marcha la ejecución dos días antes de la entrega.

“Me acuerdo que era un miércoles y estaba de fiesta. Me fui a media noche y mis amigos me regañaron, pues para ellos es rarísimo que yo me vaya de una fiesta. Yo les dije: esto es sencillo, tengo un proyecto que hacer”.

Al siguiente día empezó a correr el reloj y a medida que trabajaba en su computador iba registrando todo en sus redes sociales con la sorpresa de que uno de sus 12 mil seguidores en Instagram le escribió para ofrecerle su ayuda. Algo que cayó como anillo al dedo en esta maratónica tarea.

“Le mandé los modelos y él me ayudó a con los renders. Cuando ya estaban en mis manos, solo me faltaba ambientarlos”. Finalmente, terminó el proyecto, y tan solo un mes después, el 1 de diciembre, recibió la noticia de que su proyecto era uno de los 17 seleccionados.

El viaje

Para finales del 2016, Dan Gamboa jamás pensó que una lesión que tuvo subiendo una montaña en un viaje a Sri Lanka le fuera a pasar cuenta de cobro, y mucho menos meses antes de ir a China por el concurso ganado.

Se trataba de un dolor en la rodilla que le había comenzado en febrero de 2017, y que se convirtió en una tortura, pues prácticamente la EPS a la que pertenece se convirtió en su casa durante aproximadamente un año.

En junio 2017, decidió someterse a unos exámenes con un médico particular, y con el reporte que este le dio, fue nuevamente a la EPS a decirles qué era lo que tenía, pero allí nunca le hicieron caso. “Decidí hacer las terapias en el gimnasio”, dijo. “Ya estaba recuperando movilidad”.

Cinco meses después, en un viaje a Cuba, donde parecía que la recuperación de su rodilla estaba superada, Gamboa tuvo una recaía bastante fuerte, “pero digamos que ya había aprendido a vivir con el dolor”, expresó.

En diciembre, ya sabiendo que había ganado el concurso, tuvo una cita con un especialista y el resultado no fue el esperado, pues las malas noticias, como si se unieran para evitar algo, no terminaban.

Los exámenes arrojaron que tenía condromalacia de grado 3-4. “Básicamente tenía un hueco enorme en el cartílago de la superficie articular de la rótula”, explicó. Solo había una opción que no daba pie a espera y que, nuevamente, no estaba planeada ni mucho menos pensada: operarse.

Era lo lógico y no había de otra, el dinero que estaba destinado para su tiquete al país asiático, tuvo que ser destinado a su salud y faltando diez días se operó.

 

No se si Instagram sirva para esto. Les cuento. Todo salió bien en la operación, sin embargo no dejo de pensar en las vueltas de la vida. El 1 de diciembre recibí un correo donde me seleccionaron como uno de los 17 arquitectos a nivel mundial para desarrollar un proyecto en China, con una propuesta que armé en 48 horas. No podía estar más feliz. Ustedes lo vieron. Hoy, veo como el dinero que tenía ahorrado para ir a trabajar en China se va en una operación de emergencia en mi rodilla, causada por la negligencia de mi EPS que en reiteradas ocasiones les dije que necesitaba una resonancia magnética y que se fijaran en la rótula. Citas cada dos meses, terapias cada dos semanas, donde me tocó pagar un deportólogo para poder moverme. Después de Cuba, decidí ver a un ortopedista particular en Cúcuta y en sus palabras, si no me operaba ahora, no podía volver a viajar. En un año, prótesis. ¿Uno que hace ahí? La pura espada de Damócles. Después de haber, ahorrado tantos meses, ahora ando en una cama apretando los dientes, empeorando mi bruxismo. Solamente tengo el pasaje de ida a Madrid y no se cómo voy a llegar a Hong Kong, agilizar mi visa y desarrollar el proyecto de mi biblioteca. No se si no puedo dormir de la pensadera o del dolor. Pero ahí vamos.

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¿Y China?

Casi como de costumbre, Gamboa hizo un video donde le contaba a sus seguidores lo que le estaba pasando. Como si fuera un acto de magia, simple casualidad o solidaridad, uno de sus amigos que había desistido de trabajar en el proyecto por motivos laborales fue la aguja en el pajar.

“Me dijo que no le gustaba verme así, que necesitaba ayuda porque estaba trabajando en un portafolio y que si le colaboraba él me pagaba por eso”. Fue así como recién operado trabajó con él.

Antes de llegar a China, el cucuteño ya tenía planeado viajar a España con el fin de pasar unos días con sus amigos y aprovechar para celebrar, por primera vez, su cumpleaños de una manera agradable y positiva. Sin embargo, nada de esto fue así.

“Toda la idea que yo tenía al principio se fue, se perdió. Casualmente este año dije que quería que el 6 de enero fuera bien y me lo iba a gozar. Prácticamente fue llegar a España en bastón, subir y bajar escaleras era una tortura. No fue fácil. Esa semana tuve mucha depresión”, explicó.

La llegada

Mucho mejor de salud y dos meses después, llegó el 5 de marzo a Hong Kong, y después de tramitar la visa, finalmente pudo llegar Changsa, en China, la ciudad de encuentro de todos los ganadores.

Desde ese instante inició todo el proceso de intercambiar experiencias, conocerse unos con otros, hablar de las perspectivas que cada uno tenía sobre el futuro y tener, en palabras de Gamboa, “una fantástica semana de trabajo en el SkyCity, en el campus del BROAD Town”.

Actualmente, Dan Gamboa es el único participante que sigue allá, y gracias al concurso se le han abierto las puertas de una manera que él jamás pensaba, aseguró. “Me han ofrecido cosas para el futuro, hemos hablado de cosas que yo puedo hacer para el SkyCity”.

Así fue la travesía del cucuteño de 30 años para llegar a China, una odisea completa en la que tuvo que desistir hasta cierto punto, pero luchando por no dejarse vencer. Un resultado final que pagó el viaje, una experiencia que le dio todo un sentido y el largo recorrido para llegar hasta ese lugar simplemente, sin duda que valieron la pena.

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