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Cultura
Premiado escritor ocañero por su novela sobre la violencia
Farid Numa conquistó, con su obra ‘Un café al amanecer’, el jurado del concurso Primer Libro de Creación Literaria, de la UIS.
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Cicerón Flórez Moya
Cicerón Flórez
Sábado, 17 de Agosto de 2019

Con título de arquitecto, egresado de la Universidad Nacional, de Manizales, Farid Numa Hernández tiene un amplio recorrido profesional. Es magister en semiótica, especialista en derecho urbano, en planificación y en administración del desarrollo regional y en filosofía de la ciencia. 

Ha sido presidente del Colegio Nacional de Curadores Urbanos de Colombia y de la regional de Santander de la Sociedad Colombiana de Arquitectos. Se ha desempeñado en la cátedra universitaria y como conferencista en seminarios y simposios en el país. 

Nació en Ocaña en 1953 y cursó bachillerato en el colegio José Eusebio Caro de su municipio natal.

Dedicado también a la escritura literaria, Farid Numa Hernández es el autor de la novela “Un café al amanecer”, obra ganadora de la Convocatoria Primer Libro de Creación Literaria, de la Universidad Industrial de Santander (UIS), ya publicado.

¿Cómo fue su paso de la arquitectura a la literatura?

Cuando concibo la arquitectura y la literatura como arte, tengo una mirada integral sobre ellas, que me permite aproximarme desde el plano de lo estético a la totalidad de la obra. En las artes la frontera es difusa, ya que los elementos que las constituyen son comunes, como el ritmo, la armonía, la expresión y la historia. Las obras difieren en el lenguaje y en su forma final, pero es bueno recordar que el filósofo y semiólogo Mijaíl Bajtín, en sus análisis sobre literatura nos habla de “una arquitectónica”. Por lo tanto, desde muy joven, la literatura y la arquitectura fueron mi mundo, y de esa manera mi estudio y mi formación también, adobadas un poco por la filosofía, la música, la danza y las artes plásticas.

¿Y llegó para quedarse?

En el poema para una versión del I Ching, Borges dice: “Quien se aleja de su casa ya ha vuelto”. Siento que desde el principio he estado allí, enamorado de la literatura y de todas las manifestaciones artísticas, pero también es cierto, que este reconocimiento a la novela “Un café al amanecer” es un estímulo a la creación literaria e impone ser más audaz en la presentación pública de lo producido, para someterlo a la crítica.

¿Cuándo envía “Un café al amanecer” a la Convocatoria de la UIS?

Con la novela escrita con antelación, no me atrevía a auto publicarme. Me hubiera ruborizado ofrecerla o regalarla, sin ser filtrada y sometida a las armas de la crítica y los comentarios de amigos y familiares que la habían leído, aunque no me eran suficientes. Se necesitaba de un juez imparcial, que no estuviera mediatizado por ninguna condición y la primera convocatoria de la UIS, para el concurso de novela, me pareció que ofrecía esa garantía.

¿Qué representa su libro en la narrativa colombiana?

Ese juicio otros lo deberán emitir. No me corresponde a mí y solo la historia le dará un lugar a la novela, o la enviará al cajón del olvido. Pero es conveniente precisar que el tiempo de la historia se ubica en la década del 50 del siglo pasado y a partir de allí se retrotrae, usando la técnica del “flashback”. La visión de la violencia y su desenlace es diferente a otras novelas sobre el mismo tema, en épocas similares, como “Viento seco” de Daniel Caicedo, “Cóndores no entierran todos los días” de Gustavo Álvarez Gardeazábal o “Lo que el cielo no perdona” de Fidel Blandón Berrio; novelas que fueron escritas recién sucedidos los hechos, en un momento histórico anterior de la narrativa colombiana.  

¿Qué ofrece “Un café al amanecer”?

Es una visión renovada de mirar la historia, de como reconstruir nuestra propia historia y resolver de una manera diferente, con una perspectiva más progresiva, nuestro devenir.

¿Cuáles son sus nuevos proyectos?

El trabajo diario del escritor es, investigar, escudriñar, leer y volver a leer. La escritura es un resultado de esa necesidad que se va creando, de liberar ese gato que nos sube del estómago, como decía el escritor argentino Julio Cortázar, por la cantidad de información e historias que le bullen en la cabeza al escritor. Estoy trabajando en una nueva novela. Ya hay varios capítulos elaborados. Se trata de una historia muy compleja y apasionante que ocurrió en el siglo XIII y comienzos del XIV, pero es un proyecto bastante ambicioso. Lo demás son las múltiples lecturas que conforman día a día el bagaje retórico e intelectual, de quien desee enfrentarse a la hoja en blanco (hoy diríamos a la pantalla vacía).

¿Qué opinión tiene de la nueva literatura colombiana?

La literatura colombiana es de las más prolíficas en América Latina. Sería largo enumerar la cantidad de jóvenes escritores que hoy están produciendo literatura, sobre diversos tópicos de manera notable, publicando y obteniendo importantes premios internacionales como el de novela Juan Rulfo, Casa de las Américas y con una amplia participación en las principales Ferias del Libro de habla hispana, con excelentes comentarios de la crítica y grandes éxitos editoriales.

¿La violencia en Colombia debiera ser la gran fuente de la literatura nacional?

La violencia en Colombia está arraigada en la historia del país, forma parte de ella, pero en la construcción de un mundo posible, de un mundo ficcional en la literatura, ese no tiene que ser necesariamente el eje principal de la urdimbre de la historia. Además, es necesario superar la frase de García Márquez, según la cual la literatura de la violencia en Colombia, era un largo inventario de muertos. No basta con narrar los sucesos, por duros y crueles que estos hubieren sido, hay que lograr el nivel que la buena literatura exige, elevar la obra al plano estético, donde el lector sienta placer y que la obra le toque las fibras de la sensibilidad, como cuando escucha una buena pieza musical, tal es el caso de la novena o la tercera sinfonía de Beethoven o la ópera Carmen de Bizet, donde hay dramatismo y muerte, pero expresado artísticamente. 

¿Cree irrepetible lo que hizo Gabriel García Márquez en la literatura colombiana?

La genialidad de García Márquez consistió en elevar al plano de la literatura, una forma de narrar propia de los contadores de historias del Caribe, lo que se siente en toda su dimensión en “El otoño del patriarca”, una obra de madurez, después de haber escrito gran parte de sus mejores cuentos y novelas y  haber creado el mundo fantástico de Macondo. A García Márquez, Álvaro Cepeda Samudio y Héctor Rojas Herazo, entre los mejores escritores de Colombia, les fue fácil escribir lo que oralmente escucharon en su niñez, después que leyeron y vieron como los clásicos de la literatura lo hacían magistralmente. De lo que se trata entonces, no es de repetir lo hecho, sino de trabajar muy arduo sobre lo construido, de reelaborar y recrear el mundo ordinario, para que este se transforme y lo recreado sea extraordinario, que es el logro de la obra de arte.

¿Cómo siente a Norte Santander en el conjunto de la cultura colombiana?

El departamento en la historia ha tenido una participación decorosa en la cultura colombiana, en la música, en las artes plásticas, en el teatro y en las letras donde se debe resaltar el gran aporte de Jorge Gaitán Durán, fundador de la revista Mito, con Hernando Valencia Goelkel y la posterior colaboración entre otros de Eduardo Cote Lamus y varios intelectuales de la época. Mito marcó una ruptura y un nuevo movimiento cultural en el país con una visión moderna, frente a una Colombia sumida en la violencia, el atraso intelectual y el confesionalismo.
 
¿Está Ocaña entre sus referentes?

Por supuesto que sí. El escritor siempre escribe desde sus paisajes primigenios, pero más importante es su formación cultural, los referentes intelectuales que se elaboran en ese contacto con los libros, con el arte, con el cine, con la música y con la riqueza cultural adquirida de otras regiones, que nos permiten elaborar un horizonte de intelección mucho más amplio. León Tolstoi decía: Se puede ser universal desde la aldea. Y cuando se pretende elaborar una verdadera obra de arte, ella debe traspasar cualquier tiempo y lugar.

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