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Cultura
¿Y usted habla español o espanglish?
Fernando Ávila, delegado de la Fundación del Español Urgente (Fundéu) BBVA para Colombia, habló con La Opinión sobre el tema.
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Hugo González Correa
Sábado, 27 de Febrero de 2016

El decreto 2744 de 1989 establece el uso correcto de la lengua española y ordena que se expresarán en lengua castellana todo establecimiento y empresa así como institutos de educación y centros culturales y sociales.

Como en otras ciudades del país, Cúcuta no se queda atrás en el uso de anglicismos (giros del inglés mezclados con el español) en los anuncios comerciales que están regados por todas partes.

Desde tiendas de barrio hasta grandes almacenes en centros comerciales, llevan rimbombantes e iluminados avisos en espanglish y no en español. La estrategia quizás sirve para atraer a más clientes, pero habrá algunos que no sabrán ni pronunciarlos, ni qué significan las promociones, artículos o servicios que se ofrecen.

La Opinión consultó con Fernando Ávila, delegado de la Fundación del Español Urgente (Fundéu) BBVA para Colombia, catedrático, autor de 22 libros, jefe de redacción de Colprensa y defensor del lenguaje.  

¿Por qué cada vez más anuncios en inglés y no en español?

Por un maldito complejo de inferioridad idiomático, que hace pensar que lo que se escribe en inglés, francés o italiano es de más calidad que lo que se escribe en nuestra lengua. En vez de bluyines, en español, ofrecen blue jeans, en inglés, como si eso hiciera el pantalón más durable, elegante o fino. Si al fin y al cabo es la misma vaina (vaina, ‘envoltura ajustada’, como un bluyín femenino).

¿Existirá una cultura de que ello asegura una mejor venta, se está a la moda o simplemente se utilizan  para descrestar a los clientes y cobrarles más caro?

Existe una cultura que increíblemente sale de la universidad, donde la gente paga millonadas inconmensurables por estudiar un MBA, ¡Oído!, no una Maestría en Administración de Empresas, en español, sino un em-bi-éi, en inglés, y todo lo que aprenden lo aprenden en inglés, el marketing, no el mercadeo; las commodities, no las materias primas, y los crowdfundings, no los negocios colectivos, o simplemente la vaca (vaca, ‘todos ponen’, como diría Mockus).

¿Qué ejemplos curiosos se le vienen a la cabeza?

En los restaurantes ofrecen spaghetti, en italiano, y no espaguetis, en español; en los almacenes de ropa, sweaters, en inglés, y no suéteres, en español; en los salones de belleza, todo el menú viene en francés, y lo más triste: un buen día Éxito decidió homenajear nuestra lengua poniéndole la tilde de palabra esdrújula que tiene su nombre, pero al día siguiente, lanzó el formato express, en inglés o francés, en vez de haberlo lanzado en español, exprés (el maldito complejo no perdona la doble s, que hace 300 años dejó de existir en nuestra lengua).

De qué manera afecta a la lengua castellana este uso indiscriminado de anglicismos y, más aún, a las generaciones venideras?

Pues viéndolo por el lado amable, esos anglicismos y extranjerismos son los que están haciendo evolucionar nuestra lengua. Una rápida visita al Diccionario de la lengua española, edición del 2014, nos permite ver el nuevo léxico español, que no es otra cosa que una colección de adaptaciones del inglés, estándar, escáner, pícnic, tenis, ciclocrós, penalti, rali, que son adaptaciones de standard, scanner, picnic, tennis, cyclo-cross, penalty, rally, acomodadas al lado de las voces que usó don Qujiote para hablar con Sancho Panza, con el recurso de quitar doble s, poner tilde y agregar e de apoyo. Es decir, el inglés está haciendo evolucionar el español, como en otras épocas lo hizo la lengua germana (bigote), luego el árabe (ojalá) y más adelante las lenguas aborígenes americanas (canoa).  

¿Que tanto han incidido la globalización, la tecnología y la internet?

¡Totalmente! La mayoría de las palabras nuevas son del área de la tecnología y del internet. Lo que yo pido aquí es apenas la delicadeza, la finura, de escribir clic, wasap, tuit, en vez de click, WhatsApp y twit. No es mucho pedir, ¿no?

¿Qué hacer para que los jóvenes se apropien de su idioma, defiendan el castellano y no permitan los extranjerismos ni la mezcla de español-inglés o español-francés, entre otros?  

Tres cosas: uno, quitarse ese maldito complejo. Dos, aprender bien el inglés, el francés, el alemán y el mandarín, y respetar cada idioma, sin andar mezclándolos. Y tres: estudiar español, porque lo que no se conoce no se ama. Y amar es ya mucho decir. Al menos, respeto (jalémosle al respetico… del idioma).

¿Vería como positivo que existiera alguna institución del Estado que regulara el uso de anglicismos en este tipo de anuncios comerciales en el país?

Hay leyes que los prohíben. ¡Quién lo creyera! ¡Qué tal que a alguien se le ocurriera aplicarlas! ¡El caos! (sería un maravilloso caos, claro).

¿Qué reflexión le deja a quienes persisten en el uso del espanglish?

Es pura sofisticación. Por cierto, sofisticado viene de sofisma, que es ‘falsedad’, aunque ahora lo entienden como ‘elegancia’. Los que hablan espanglish creen que son elegantes. Yo creo que son falsos. ¿Cómo la ven? ¿Ah?

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