Uno de los aspectos por los que una ciudad o departamento en el campo deportivo se destaca o sobresale es por la calidad de sus deportistas o equipos, independiente de la disciplina que practiquen.
Sin embargo, para tener esos atletas de alto rendimiento o un club que sobresalga a nivel profesional necesita contar con escenarios para entrenar y para las competencias.
Sin esas herramientas además de los entrenadores es difícil ser protagonistas.
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Han pasado 12 años desde que Cúcuta fue sede de los XIX Juegos Nacionales y III Paranacionales, certamen que fue compartido con el Cauca, que dejó como resultado quedaron un par de escenarios que han ayudado al desarrollo del deporte en la región, como el estadio Centenario de atletismo de la ciudadela Juan Atalaya, el complejo tenístico Fabiola Zuluaga Amado.
Dos años más tarde, en 2014, por esta época fue inaugurado el Complejo Acuático Norte de Santander, con todas las especificaciones reglamentarias y técnicas para grandes competencias y que se ha sabido cuidar, gracias a la excelente administración de la Liga de Natación y de la supervisión de Indenorte.
No obstante, ha pasado una década y un ‘pedacito’, y mirando por el retrovisor, Cúcuta se estancó, se quedó anquilosada en su infraestructura deportiva y es mirada desde el centro del país con indiferencia para ser sede de ciertos certámenes.
Por ejemplo, ni siquiera la tendrían en cuenta para organizar un torneo internacional como un suramericano de fútbol de cualquier categoría o un nacional de atletismo; tal vez haya voluntad de hacerlo, pero no cuenta con la infraestructura apta para este tipo de certámenes.
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Han pasado 12 años y al emblemático estadio General Santander que desde entonces está bajo la tutela del Instituto Municipal de Recreación y Deportes (IMRD) y de la Alcaldía no se le ha vuelto a hacer un mantenimiento serio y adecuado.
Tal vez si le han hecho algunos arreglos, pero más que eso son remiendos que de nada han servido.
Puro verso
En la pasada administración del exalcalde Jairo Tomás Yáñez junto con el director del IMRD, Óscar Montes Ararat, se comprometieron a hacer una inversión por valor de $5000 millones para mejorar la iluminación del estadio.
En su discurso dado el 23 de marzo de 2023, Yáñez dijo: “me emociona anunciar que con $5.000 millones de inversión junto al Concejo de Cúcuta y el IMRD recuperaremos el estadio. Y punto seguido remarcó: “¡La estrategia de todos, fortalece el deporte y dejará legados transformadores!”.
Palabras que se llevó el tiempo, pues dentro de tres meses se cumplirán dos años y el General Santander sigue igual y no hay a quién le duela.
En la presente alcaldía de Jorge Acevedo, al Coloso de Lleras no se le ha hecho nada ni se sabe qué pasó con el rubro que aprobó el Concejo pasado que inicialmente fue de $5.000 millones, pero finalmente terminó siendo $4.000 millones.
Hasta el momento tampoco hay pronunciamientos o acciones por parte de la Procuraduría y la Contraloría, cada una desde su competencia.
En el actual mandato, el Instituto Municipal de la Recreación y el Deporte ha tenido dos directores. Julián Camilo Rodríguez que solo duró 45 días en el cargo y el pasado 5 de noviembre fue declarado insubsistente David Albeiro Márquez, quien estuvo al frente de la entidad durante 8 meses.
A la fecha va transcurrido un mes y 24 días y el IMRD continúa sin director, mientras que por ahora esa función la desempeña de manera interina el subdirector financiero y administrativo, William Galvis.
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De esta manera, a poco tiempo de comenzar el campeonato de la Primera B, 2025, el estadio sigue sin recibir la inversión de ni un solo centavo para el arreglo de las luces y la mejora de la tribuna de oriental.
La ciudadanía está a la espera de las decisiones que en ese aspecto determine el alcalde Jorge Acevedo con el fin de contener el deterioro de la casa más grande del deporte en la ciudad.
Carrera del olvido
Otro escenario que permanece en el olvido es el estadio Centenario de Atletismo, también en custodia del IMRD.
En la pista atlética ubicada en el barrio Cúcuta 75, de la ciudadela Juan Atalaya, la iluminación tampoco funciona en su totalidad, razón por la cual el 95 % de los deportistas entrenan en horas de la tarde y a media luz, por no decir que a oscuras.
La pista está llena de fisuras en todos los sectores y solo ha recibido reparcheos como si se tratara de una de las vías de la ciudad, pero no hay un plan concreto de recuperación estructurado por el IMRD.
Ni sacando campeones como Hugo Thyme, Yajaira Rubio, Valeri Franco o los paratletas, al instituto poco o nada le interesa arreglar los escenarios de alto rendimiento. En ese sentido surge la inquietud de si un atleta llegara a fracturarse un pie por el pésimo estado de la pista ¿quién le respondería?
De igual manera la pista nunca fue certificada por la Federación Colombiana de Atletismo, porque no cumple con las medidas técnicas reglamentarias.
La única vez que se utilizó para la alta competencia fue en los Juegos Paranacionales de 2012 y nada más.
Por hora, los únicos escenarios que se salvan son el coliseo menor Eustorgio Colmenares Baptista que fue reparado en la pasada administración con la inversión de $4.150 millones en el cambio del techo para acabar las filtraciones de agua que tenía, mientras al patinadero Enrique Lara Hernández y a la pista de ruta, Teódulo Gélvez Albarracín, se les reforzó la iluminación y se cambiaron los acrílicos de protección para los deportistas de la pista de velocidad.
Se espera que en 2025 el IMRD salga de la interinidad y que se tracen los planes e inversiones para los escenarios y la práctica del deporte.
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