Carlos Orduz Rubio
Periodista invitado
Una plaza de las tradicionales y de las históricas del fútbol colombiano no se puede quedar sin fútbol en nuestro país. Ya va un año desde que en una decisión absurda los dirigentes de la Dimayor, decidieron desafiliar al Cúcuta Deportivo de esa cerrada agremiación, aprovechando el papayazo que les dio la Superintendencia de Sociedades.
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Injusto por donde se le mire, pero con ese argumento, los 35 socios de Dimayor más que sacar de carrera al Cúcuta, lo que hicieron fue sentar un precedente para protegerse entre ellos y no permitir que a otro le pase lo que le sucedió a uno de los suyos José Augusto Cadena, que lo “despojaran” del derecho que ellos tienen (eso dicen) de competir en el fútbol profesional colombiano sea de la A o de la B.
Viviendo del recuerdo
Una plaza en la que estuvieron dos campeones mundiales con Uruguay en el famoso Maracanazo: Schubert Gambetta y Eusebio Ramón Tejera, por la que pasaron Rolando Serrano, Omar Verdun, Germán ‘Burrito’ González, Hugo Horacio Lóndero, Juan Ramón ‘La Bruja’ Verón, Henry ‘El Bocha’ Santín, Arnoldo Iguarán, Faustino Asprilla, Albeiro Usuriaga, MacNelly Torres, y Blas Pérez, por solo nombrar algunos jugadores famosos y grandes en Colombia y en el exterior, no puede quedarse sin el espectáculo del fútbol profesional. Y menos por un manejo que no fue el adecuado y en el que ni aficionados ni gente de la región tuvieron que ver.
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Lo que hace Jorge Luis Pinto con sus amigos de Cúcuta es meritorio y ojalá llegue a buen término. El luchar por devolverle esa condición de equipo profesional al Cúcuta Deportivo vale la pena reconocerlo.
Y ojalá que cuenten con el apoyo de la Alcaldía, de la Gobernación y de las fuerzas vívas de la región. Si solo dependiera de ellos, el Cúcuta ya estaría otra vez donde debería estar.
El tema pasa porque la decisión es única y exclusiva de la Asamblea de clubes de la Dimayor, es decir de los mismos 35 que lo sacaron. Solo ellos tienen la potestad de hacer que el Cúcuta vuelva así sea a la B, sin haber perdido la categoría.
Pero como dirían las señoras: del ahogado, el sombrero, es mejor la B que nada y si es con un proyecto serio como el que se pretende montar, mejor arrancar de cero y que se consigan las cosas a medida que pase el tiempo, lo importante es que se logre ese anhelado regreso.
El pasado 18 de noviembre el Cúcuta Deportivo volvió a reunir a la afición en el General Sanatander, en un partido amistoso.
Un patrimonio
Futbolísticamente Cúcuta le ha cumplido a Colombia. Ha sido un equipo tradicional, histórico, pequeño en líneas generales, pero con un título para mostrar y una semifinal de copa libertadores que le dan una chapa superior a otros clubes que no tienen esa condición.
Ha tenido buenos, regulares y malos dirigentes. Ha sido manejando como tienda de barrio, pero también ha tenido momentos de excelente manejo empresarial.
Y eso precisamente es lo que anhelan sus aficionados, no solo que vuelva, que regrese a competir en los torneos de Dimayor, sino que además sea orientado por personas del fútbol, con experiencia y sobre todo con buenas maneras y que sea tratado como una empresa.
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Con inversión, con divisiones menores serias, con una sede adecuada, con cuerpos técnicos en cada una de esa divisiones, que aumente ese sentido de pertenencia de sus hinchas, y que vuelva a tener respeto a nivel nacional, algo que se perdió en los últimos años.
Afición hay y de sobra, quien vea en el Cúcuta un modelo de negocio ideal, quien invierta en ese equipo sabe que puede ganar, no sólo económicamente sino además deportivamente, dos aspectos que deben ir de la mano.
Con un técnico serio y conocido, sumado a jugadores de experiencia, a verdaderos refuerzos, más la base qué hay, se haría del Cúcuta un equipo para pelear. Ojalá las cosas se den, la ciudad, el departamento y la hinchada merecen estar en la elite del fútbol colombiano.
Está claro, que no se compadece que una plaza futbolera como la capital nortesantandereana se quede más sin fútbol. Ya fue suficiente, el fútbol profesional debe volver a Cúcuta.
En manos de la Dimayor está el destino del Cúcuta Deportivo, actualmente desaparecido de la entidad.
Un clamor
Hablando con dirigentes de los equipos, hay dos tendencias: una que definitivamente Cúcuta debe tener equipo y que esa plaza no se puede quedar sin fútbol dicen
Otros afirman que para dar ejemplo de que ellos mandan en el fútbol colombiano y no se van a dejar hacer eso otra vez, el Cúcuta no debería volver.
Todo se decide en Asamblea y con mayoría de votos, es decir que el lobby es fundamental, las reuniones, las amistades, etc.
Lo único claro es que allí se decidirá todo, si el Cúcuta Deportivo vuelve o si lo entierran definitivamente. Hay quienes dicen qué hay dirigentes de la A, queriendo tener al doblemente glorioso y que estarían dispuestos a ceder lo que antes se llamaba la ficha de su equipo, con tal de que le den la del Cúcuta, un cambio, un canje en el que aseguran saldrían ganando.
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Todo por la buena plaza y la gran afición que hay en la capital nortesantandereana. Hasta se habla de que eso está listo y ese dirigente ya hace cuentas del Cúcuta en la B en 2022, ascendiéndolo en un año y teniéndolo en la A en 2023, invirtiendo y armando un equipo serio y competitivo.
Pase lo que pase lo único claro es que como plaza, Cúcuta no puede quedar por fuera, ya sea de la A o de la B, el general Santander debe tener un equipo jugando.
Eso sí con gente seria manejándolo y con objetivos como los de 2005, 2006 y 2007: Campeón de la B, Campeón de la A y semifinalista de Copa Libertadores de América. Hay cómo, con qué y sobre todo hay afición, lo único que falta es ganas de quién se le mida a invertir para ganar.
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