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"Mi sueño es ir a los Juegos Olímpicos de Tokio"
Así responde la gimnasta cartagenera Sabrina Cortés, tras ganar una beca.
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Jairo Andrés Navarro
Sábado, 5 de Agosto de 2017

El pasado 22 de julio, la gimnasta cartagenera Sabrina Paola Cortés Medrano recibió una de las noticias más gratificantes en su corta carrera deportiva. 

La deportista, que hoy representa a la Liga Nortesantandereana de Gimnasia, fue una de las primeras ganadoras de las becas que entregó la compañía de electrodomésticos Oster, por un valor de 20 millones de pesos (cada una) para invertir en su preparación deportiva que está enfocada en llegar a los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018, que se disputarán en Buenos Aires.

Para Sabrina, los olímpicos de la juventud son actualmente su gran anhelo. Quiere que su consagración como una de las futuras promesas del deporte colombiano sea el próximo año en Argentina, y para ello se prepara con una férrea exigencia todos los días.

Junto con cientos de deportistas juveniles de todo el país, Sabrina se enteró de la campaña de Oster a través del Comité Olímpico Colombiano (COC), que envió los requisitos de la convocatoria a todas las federaciones de deportes olímpicos, para que estas, a su vez, la socializaran con los deportistas.

Diligenció el formulario de inscripción a través de internet, y envió su video, como requisito, haciendo una breve demostración de lo que es su disciplina y contando algunos detalles de su vida personal.

Al momento de inscribirse sabía que iba a ser muy difícil ganarse una de las becas, pues eran muchísimos los deportistas que estaban buscando quedarse con estos valiosos subsidios. Sin embargo, hoy siente que esta beca le llegó como un mensaje para no desfallecer en su preparación, para seguir enfocada en sus metas, y sobre todo como un premio que la vida le regala después de tanto sacrificio persiguiendo sus sueños.

“La beca la paga Oster, es una alianza  que tenemos con el Comité Olímpico Colombiano. Los dineros de las seis becas que se van a entregar se le otorgan al COC, porque ellos son los que  están haciendo seguimiento, el juzgamiento y la selección de los deportistas”, afirmó Felipe Gómez, gerente general de Oster.

En la evaluación para escogerla como una de las dos primeras becadas, en un evento que tuvo lugar en Barranquilla, el jurado, que estuvo integrado por un periodista deportivo, un metodólogo del COC, y el boxeador Yuberjen Martínez; tuvo en cuenta tres aspectos para la selección: su carrera deportiva, sus participaciones internacionales y los títulos que ha ganado, y su condición humana.

Decidir para seguir soñando

Sabrina Cortés nació hace 15 años en Cartagena, una de las ciudades más importantes de Colombia a nivel turístico e industrial, pero también una de las que tiene más población en condición de pobreza.

Las decisiones que ha tenido que tomar a su corta edad han hecho de ella una deportista supremamente disciplinada, madura, y enfocada en lo que quiere para su futuro.

Aprendió desde muy pequeña que los sueños no se cumplen solos, que hay quienes deben trabajar más que otros para conseguirlos, y que todo lo que se proponga lo puede lograr a base de disciplina.

En la actualidad es la mejor gimnasta juvenil del país, fue campeona nacional el pasado mes de junio en Cúcuta, y acaba de ganarse una medalla de oro en el Festival Centroamericano de Guatemala, pero su historia con el deporte comenzó hace mucho, jugando en las calles del barrio La Candelaria de Cartagena, uno de los sectores más pobres y peligrosos de la ciudad.

“Cuando era pequeña jugaba mucho con sus amigas, era muy inquieta. En la casa se paraba de manos y hacía medialunas sin nadie decirle cómo hacerlo o enseñarla. Yo ya conocía la gimnasia por los Juegos Centroamericanos y del Caribe que hicieron en Cartagena en 2006. Construyeron todos esos escenarios y vimos esos juegos por televisión”, afirma Ana Delfina Medrano Ortega, la mamá de Sabrina, quien nunca se imaginó meterla a entrenar gimnasia artística.

Sí pensó en que su hija patinara, incluso llegó a comprarle unos patines que no tuvieron mucho uso.

Al ver que la pequeña Sabrina crecía, cada vez más inquieta, y no tenía más ocupaciones que salir a jugar por horas a la calle con sus amigos, Ana Delfina decidió un día irse para las oficinas del Instituto de Deportes y Recreación (IDER) de Cartagena con Sabrina, porque necesitaba matricularla en algún deporte.

Cuando llegaron al lugar, un afiche que adornaba la oficina pareció enviarle una alerta a la madre de la campeona nacional. Era la imagen de una gimnasta haciendo un impecable movimiento de suelo.

“Cuando entré y vi el afiche le pregunté que si le gustaba eso, y me dijo: Sí, méteme pa’ ve”.

La llevó al Coliseo de Combate de la capital de Bolívar, y allí empezó a pulir su técnica y a conocer los detalles de la gimnasia artística, el deporte con el que quiere apalancar todos sus sueños, y mejorar las condiciones de vida de su familia.

“Mi sueño es ir a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y me estoy preparando para el clasificatorio de los Juegos Olímpicos Juveniles. Me gustaría estudiar educación física para ser entrenadora de gimnasia y tener una licenciatura. Mi papa vive en Cartagena y es vendedor ambulante. El plan es que yo empiece a ganar plata para que nos podamos sostener acá en Cúcuta”, dice, absolutamente segura y con una madurez que asombra, la gimnasta cartagenera que hoy por hoy es la joya de la liga nortesantandereana.

En 2016 tuvo que tomar una de las decisiones más difíciles de su vida. Decidió alejarse de su mamá, su papá y su hermano, para no abandonar su sueño y venirse para Cúcuta a buscar un mejor desarrollo deportivo, sabiendo que Norte de Santander es potencia nacional en gimnasia artística.

Vivió en la casa de una de sus compañeras de la liga nortesantandereana de gimnasia durante un año, hasta que su mamá pude venirse para Cúcuta y arrendar un pequeño apartamento en el barrio Prados del Norte.

Las dificultades siempre han estado presentes en su vida. Hoy, vive con su mamá y su hermano del subsidio que le da Comfaoriente mensualmente, pero es una ayuda insuficiente para todos los gastos que tienen en la casa.

“El año pasado me hicieron la gestión y me emplearon de aseadora en un colegio. Este año todo el año la Alcaldía no nos ha dado contrato”, asegura Ana Delfina desde la sala del apartamento en donde viven, junto a un ramillete de medallas que cuelgan de una pared.

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