Las medidas tomadas por el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) para proteger al país de un nuevo brote de la fiebre aftosa, los han llevado a afectar aún más la golpeada ganadería local.
Es así como, después de publicar la resolución que creó dos nuevas zonas de alta vigilancia por fiebre aftosa en los municipios de zona de frontera, la rentabilidad de la ganadería ha caído en picada.
La zona de frontera norte está conformada por los departamentos de Cesar, La Guajira, y los municipios de Ábrego, Cáchira, Convención, El Carmen, La Esperanza, Hacarí, La Playa, Ocaña, San Calixto, Teorama y Villa Caro, en Norte de Santander.
Los requisitos para expedir la guía sanitaria para movilización se volvieron más estrictos, lo que junto a la prohibición de vender en el mercado nacional, han vuelto casi insostenible la ganadería del departamento.
Jaime Castilla, empresario agropecuario, dice que la situación de los ganaderos del departamento es muy complicada.
“El ganado en ceba está en el área metropolitana, por el momento no se puede sacar ningún animal en piel, se puede en canal, pero sin las vísceras, que hacen parte de las ganancias, por lo que ese aislamiento afecta mucho la rentabilidad de la actividad”, explicó Castilla.
Para dimensionar las magnitudes, las 340.000 cabezas que se vacunaron en el último ciclo contra la aftosa en promedio están en unas 120.000 hectáreas, es decir, son el sustento de unas 8.000 familias que dependen del ordeño y la ceba de estos animales.
“Las pérdidas, aunque no tengo un valor exacto, son altísimas. Hoy, el ICA no nos expide guías de movilización en pie. El precio aquí por kilo es $1.400 inferior al del interior del país, es decir, por un animal de 450 kilos, se pierden casi $700.000, una fortuna para los ganaderos”, aseguró Castilla.
La alimentación de un ternero dura de 25 a 28 meses, por lo que perder ese precio por animal, hace que la ganadería sea insostenible.