La crisis económica que ha generado la pandemia de la COVID-19 se ha ensañado con las poblaciones vulnerables. Por eso, los migrantes que no logran conseguir empleos formales, han sufrido mucho durante la cuarentena.
Las cifras de Migración Colombia, con corte al 31 de diciembre, revelan que hay 202.272 migrantes radicados en el departamento, el 11 % de la cifra total del país. Mientras que en Cúcuta hay 104.981 personas.
Esta población se une a los 220.000 autoempleados que hay en el área metropolitana, y que, en estas condiciones de confinamiento, no pueden soportar los gastos diarios de sus hogares.
Un ejemplo de esto es Ninoska García, que lleva un año en Cúcuta con su esposo y sus hijas.
Cuando llegó a la ciudad, García soñaba con conseguir un empleo, pero aún no ha logrado este objetivo. Su esposo, que trabajaba con la compra y venta de repuestos de vehículos, ha visto paralizada su actividad económica por la pandemia.
Por ahora, su familia solo acumula las deudas de arriendo y de servicios, mientras la curva de infectados baja para volver a la normalidad.
García dijo que son luchadores y que, a pesar de la adversidad, seguirán en Colombia porque la ven como una tierra con mejores oportunidades que su Venezuela natal.
Shandy Díaz, trabajaba vendiéndole comida a los trabajadores de fábricas de zapatos de la ciudad.
Sin embargo, la pandemia también afectó su labor por el cierre de las fábricas en Cúcuta.
Usando sus ahorros logró comprar comida y pagar la habitación en la que vive junto a su esposo y sus dos niñas. Aunque el dinero guardado ya se acabó, dijo que resistirán y no planean volver a Venezuela.
Por su parte, Rubí Sanz llegó desde Caracas hace más de un año. Su esposo trabaja en la construcción, sin embargo, la parálisis de las obras civiles lo tiene sin ninguna oportunidad de empleo.
A pesar de la crisis que atraviesan, todas ellas afirman que se quedarán porque está ciudad les ha dado esperanza.