En Norte de Santander, 70.000 familias dependen de la actividad carbonífera y de coque, convirtiéndola en uno de los principales renglones de la economía del departamento y uno de los sectores que más genera empleo.

Según Elkin Becerra, integrante de la Junta Directiva de la Asociación de Carboneros de Norte de Santander (Asocarbonor), el coque y el carbón representan el 92% de las exportaciones de la región y genera más del 30% de los puestos de trabajo en el área metropolitana de Cúcuta. 

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La transición energética, uno de los principales ejes del Gobierno, es un camino claro que tienen los empresarios. 

Azucena Vera Gómez, gerente de Asocarbonor, indicó que la carbono neutralidad es una de las variables más críticas y se debe dirigir a la implementación de tecnologías más limpias, que permitan la reducción de la emisión.

“También a la investigación, exploración e innovación tecnológica que capturen, almacenen y usen dicho carbono en nuevos modelos de negocios, con subproductos como valor agregado. Esta transición debe ser progresiva y a largo plazo por las altas inversiones, financiamiento, apoyo y articulación que se requiere de la institucionalidad, la academia, el empresariado minero y sus industrias conexas”. 

Vera sostuvo que el país aún no está preparado para reemplazar el uso de este combustible fósil que, en algunas industrias de Norte de Santander, es el único para realizar la operación. 

Minas usan energía solar y miden el aire

“El mundo demanda la colaboración de cada uno de nosotros para la transición energética. Este es nuestro aporte, pese a que el carbón que producimos es consumido o quemado fuera del país, porque todo sale a exportación. Entonces generemos energías limpias en el proceso productivo”.

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Estas fueron las palabras del ingeniero Moisés Quintero, gerente de Bellavista Coal S.A.S, quien acaba de inaugurar en su mina de carbón térmico Bellavista, de Sardinata, un sistema de 287 paneles solares de 650 vatios.

Este yacimiento se convirtió en el primero de Norte de Santander que usa energía renovable, pues con estos proyectos “gana el ambiente y ganamos todos”, expresó Quintero. De esta manera se reducen las emisiones de CO2 (dióxido de carbono) y de SO2 (dióxido de azufre).

Ricardo Blanco, CEO del Grupo Coquecol, empresa carbonífera que produce carbón metalúrgico y coque en esta región, Boyacá y Cundinamarca, sostuvo que en la compañía implementaron la medición de la calidad de aire, con el fin de analizar cómo pueden reducir los contaminantes.

“Nosotros no vemos esto como un costo, sino como una inversión. Lo que hacemos es contratar consultorías y empresas especializas en eso, porque es clave partir de algo muy objetivo y de un tercero. Pagamos –no te voy a decir cuánto- la consultoría, hicimos un diagnóstico, definimos un plan de acción, el cual ya empezamos trabajar”, afirmó.

Blanco precisó que lo mismo hicieron en el plan de reforestación; a agosto llevaban 17.000 árboles sembrados, este año esperan llegar a 30.000, con la meta de superar lo que reza la ley, debido a que hicieron la medición de cuánto compensa un árbol frente a la emisiones de CO2.

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‘Se requiere una política muy agresiva’

De acuerdo con Juan Benavides, investigador de Fededesarrollo y quien recientemente publicó el estudio ‘Transición energética en Colombia: política, costo de la carbono-neutralidad acelerada y papel del gas natural’, indicó que para esa trasformación en zonas como Norte de Santander, en donde conviven los carbones térmico y metalúrgico, se debe impulsar fuertemente al carbón metalúrgico.

“Cambiar el rol de los mineros requiere de una política muy agresiva de industrialización. No se trata de incentivarlos a hacer jugo de borojó, sino actividades sustanciales. Se requiere un costo y una unidad dedicada exclusivamente a esas regiones que dependen fuertemente de un producto, como el carbón. La transición energética es un camino difícil, no es algo que se logrará mañana”, expresó el Ph.D. en Economía Minera.

Según el estudio realizado por el investigador, la transición energética debe ser distinta de la de los países industrializados, porque en el país hay una brecha de necesidades de consumo de energía que se debe llenar para salir de la trampa de ingreso medio, reducir la pobreza y la vulnerabilidad energética, y convertirse en una economía más diversificada y con mayor contenido tecnológico.

Transición en el mundo

Sudáfrica, duodécimo mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo y que depende del carbón en más del 80% de su energía, ha buscado recursos para apoyar la transición energética, logrando $462 millones en fondos para el desarrollo de tres plantas de energía solar.

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Según Energy Transition Index 2021 (ETI), el cual compara el desempeño de los sistemas energéticos de 115 países, los escandinavos Suecia, Noruega y Dinamarca lideran la lista de los países que más avanzan en su transición hacia las energías limpias. Colombia está en el puesto 29.

Portugal  no tiene intención de volver al carbón, y por ello abandonó la producción de electricidad a carbón en noviembre. Dinamarca tiene tres plantas de carbón, pero sigue con su meta de lograr la descarbonización en 2028. Mientras que Finlandia apuesta por la nuclear para reducir el uso del mineral.

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