La bandera de la antigua guerrilla del M-19 y no la de Colombia portó el presidente Gustavo Petro en el acto de condecoración con la Cruz de Boyacá al expresidente de Uruguay, José Mujica, en un hecho afrentoso para la identidad nacional y los símbolos patrios.
La Ley 12 de 1984 señala que los símbolos patrios de la República son la bandera (amarillo, azul y rojo), el escudo y el himno nacional, luego les asiste la razón a quienes han fustigado al jefe de Estado por usar un “trapo que es el símbolo del terrorismo del M-19”.
No tiene presentación que quien ostenta la dignidad presidencial incurra en esta clase de hechos con tufillo de suplantación de las insignias patrias que representan nuestras luchas por la libertad, las potencialidades que tiene el país y son prueba de la dignificación como pueblo amante de la democracia, respetuoso de los Derechos Humanos y siempre con la mente y el corazón abiertos para superar nuestros problemas y alcanzar las metas de desarrollo, en medio de las diferencias.
El actuar de un estadista está regido por la Constitución, las leyes, la diplomacia y las prácticas de la gobernanza para que le sirvan de guía y evite llegar a manifestaciones de fanatismo extremo como estas, que por fuera de la frontera corren el riesgo de ser interpretadas de apología al crimen.
En ese sentido esperemos que al menos el presidente tenga más sensatez la próxima vez, como resultado del molesto pasaje que ocurrió en la casa del expresidente paraguayo, donde a la delegación presidencial colombiana le pidieron cero simbolismos motivo por el cual no le pudo entregar la bandera del grupo alzado en armas que se acogió al acuerdo de paz firmado en 1990 en el gobierno del expresidente Virgilio Barco.
Esta reivindicación hacia el desmovilizado movimiento subversivo por parte de su militante que llegó a la Casa de Nariño se ha vuelto una constante, como cuando Petro dijo que “el M-19 ha dado dos presidentes en América Latina”, al referirse al triunfo de Claudia Sheinbaum en la Presidencia de México, y quien en su juventud dio refugio en ese país a integrantes de ese grupo.
O por ejemplo lo sucedido en un acto de conmemoración del 93 aniversario de la Casa Militar, donde el presidente Gustavo Petro les entregó distinciones a exguerrilleros del antiguo Movimiento 19 de Abril, junto con miembros del Ejército y la Policía.
En medio de los llamados de respeto a Colombia por parte de Petro, en esa seguidilla, aparece su anuncio de declarar patrimonio cultural de la nación “como símbolo de paz”, el sombrero blanco que usaba Carlos Pizarro, asesinado comandante de esa agrupación alzada en armas.
Además, en el gabinete el eme tiene sus cuotas con Otty Patiño,como Consejero de Paz, Augusto Rodríguez en la Unidad Nacional de Protección, y Olmedo López (de AD-M19), en la UNGRD, quien salió por los millonarios hechos de corrupción.
Debe tener mucho cuidado el primer mandatario con esa obsesión por tratar de ‘elevar a los altares’ a una guerrilla que en su momento perpetró acciones como la toma del Palacio de Justicia y el secuestro de numerosos miembros del cuerpo diplomático acreditado en Colombia, en la embajada de República Dominicana, entre otros.
Si quiere pasar realmente a la historia debería empeñarse a fondo porque su plan de ‘Paz Total’ funcione junto con una política de seguridad, de aplicación de la justicia y de mejoramiento de las condiciones de vida, porque los colombianos esperan más hechos palpables que momentos de simbología o narrativas que terminan abriendo más heridas y agudizando la polarización.
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